7. "Fundamentos de la magia"

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Esta vez, Naruto no soñó con las presas de Kurama, sinó con algo mucho más extraño. Unas manos blancas y de largos dedos que afilaban una punta de flecha plateada. El movimiento continuo y repetitivo lo llenó de paz y calmó la angustia que venía sintiendo desde hacía par de días atrás. Con pesar abrió los ojos para encontrarse con el sucio techo de la posada, donde él y Minato habían pasado la noche.

—Al fin despiertas— le dijo el mayor, mientras se colocaba el cinturón —¿Qué soñabas? Estabas sonríendo como un tonto— Naruto no le contestó.

—¿Ya nos vamos?— preguntó, mientras miraba las magulladuras de sus muslos.

—Debemos hacer unas cosas antes de eso. Ten...— le dió una bolsa con algunas monedas —Paga al posadero en cuanto salgas. Busca algunas provisiones para el viaje y ve a donde Kurama, me reuniré con ustedes antes del mediodía— Naruto asintió y Minato salió del cuarto.

Se vistió y lavó su rostro con la fría agua de un cuenco dispuesto con ese fin, pagó el hospedaje y la comida de la noche anterior. Al salir a la calle, miró con desagrado el sucio pueblo donde estaba. Volterra no se parecía en nada a El Valle, las casas estaban construidas sin ningún orden o distribución. En cada esquina un montón de basura o suciedad, el olor también era nauseabundo y las fangozas callejuelas atravesaba el pueblo como venas de color café.

Preguntando, Naruto consiguió llegar al mercado y comprar algunas provisiones, entre ellas queso, pan, sal y vino, que vació en una bota de cuero de cabra. Salió de allí casi a trote y se reunió con Kurama en un bosquecillo cercano. El dragón sintió su presencia antes de que llegara y fué a su encuentro. Naruto no dijo palabra alguna, dejó que su mente expresara la angustia que sentía por su separación y se abrazó al cuello del animal.

Tranquilo, pequeño— dijo Kurama, con voz cálida —Siempre estaré contigo.

—Eres lo único que me queda. Ahora entiendo porqué no querías bajar de aquel risco— dijo el muchacho —Jamás te pondría en peligro.

Sigues triste por lo de la granja— le dijo el dragón. Podía sentir exactamente lo que acongojaba a su compañero. Naruto asintió.

—Se fué de un día para otro. Ahora no sé que hacer, ni a dónde ir.

Todos encontramos el camino correcto en algún momento. Por lo pronto, sigamos al cuentacuentos, parece saber lo que hace.

Naruto esperó a Minato sentado en una piedra. Cuando el Sol estaba en lo más alto, lo vió acercarse. Estaba montado en un caballo blanco y tiraba de las riendas de otro color café, que él sujetó para permitirle al mayor desmontar.

—Ese es tuyo— dijo.

No necesitas ese animal, me tienes a mí— gruñó celoso Kurama y Naruto sonrió.

—Minato ya lo dijo, no puedes dejar que te vean. Sopórtalo por un tiempo— dijo en voz alta y el mayor los miró a los dos con una sonrisa.

—Esto también es para tí— le ofreció una espada de empuñadura sencilla, pero de muy buena hoja —Te enseñaré a usarla, no te preocupes.

—Ya sé usarla— dijo el muchacho, un poco enojado. Odiaba cuando lo subestimaban.

—Eso lo veremos— contestó Minato —Vámonos ya, hemos estado mucho tiempo en el mismo lugar.

Naruto subió de un salto a la grupa de su caballo y le indicó a Kurama que los siguiera, volando sobre las nubes. Tal vez a esa altura las personas lo confundirían con un ave de presa.

Dejaron la destartalada Volterra detrás y pusieron rumbo Suroeste. Poco a poco el paisaje comenzó a cambiar, ya no había tanta nieve y los árboles se hacían cada vez más escasos, sustituidos por una planicie verde esmeralda con algunas colinas esparcidas. Justo antes del anochecer decidieron acampar junto a un enorme peñón. Naruto amarraba los caballos cuando Kurama aterrizó y los hizo relinchar asustados.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora