Cuando cayó el Sol, todos se sentaron en la larga mesa esperando a que el aran se uniera en la silla principal. Siempre puntual, el rey elfo bajó de su palacio aéreo, dejando a todos en silencio. Vestía una túnica roja con aves negras bordadas en la parte baja, una capa oscura sujeta a sus hombros con dos broches plateados en forma de hojas, y en la cabeza, una corona incluso más elaborada que la primera.
Todos lo saludaron con solemnidad, el monarca del pueblo edhil inspiraba respeto y admiración con su sola presencia. Tomó su puesto, permaneciendo de pie, y le prestaron absoluta atención.
—Esta es una noche especial, bajo el brillo de Ithil, nos hemos congregado para honrar a nuestros antepasados y restablecer el tratado de paz, entre el pueblo edhil y la poderosa raza de los dragones. Por más de noventa años sufrimos el no tener un representante de nuestros hermanos, pero hoy, gozamos la dicha de que Kurama amlug esté con nosotros, haciendo de esta noche, la más especial de todas— el dragón gruñó e Itachi sonrió ligeramente, sus palabras eran lentas y concisas, con un tono suave que capturaba la atención hasta de los animales que se atrevían a cruzar la plaza —Sin más que decir, declaro iniciado el Daragar, espero que disfruten las festividades.
La cena fué entre bullicio y algarabía, más de una decena de elfos se acercaron a Naruto para hablarle, haciéndolo sentir un poco incómodo cuando no entendía completamente lo que decían, y solo se limitaba a sonreír y asentir. El aran le sirvió una copa de un vino transparente y burbujeante, cuando lo tomó, sintió cosquillas en las orejas y las carcajadas se le comenzaron a escapar con facilidad. Incluso el serio ernil estaba más risueño que nunca. Naruto lo atrapó en más de una ocasión mirándolo sin reparos, con una expresión coqueta. En una de esas veces se mordió el labio ligeramente y el jinete tuvo que esconder el rostro en su copa, e ignorar los indicios de una creciente erección en sus pantalones.
La Luna ascendió y cuando el aran se puso de pie, todos los elfos hicieron silencio de inmediato. Una procesión encabezada por Itachi se encaminó solemne hasta el lago Celeb (Plata), a un par de kilómetros del palacio. Se acomodaron en la orilla, mirando un punto fijo a la derecha.
El agua lucía como un espejo líquido, reflejando solamente la enorme Luna llena en su centro. Un aura de quietud se instauró, solo siendo perturbada por el sonido miléfluo de las hojas, al ser movidas por la brisa nocturna. Justo en el lugar hacia donde miraban todos, salió Hen Ithil. Su cuerpo parecía resplandecer en la oscuridad, vestía solamente con una falda de gasa blanca y fina en la cintura, sus pechos estaban cubiertos por largos mechones de cabello oscuro y una corona plateada adornaba sus sienes. Naruto apretó la mandíbula y buscó a Sasuke, quien lo estaba mirando también en ese preciso momento.
Ella se acercó lentamente hasta el borde del lago y murmuró un hechizo, permitiéndole caminar sobre el agua hasta detenerse justo en el reflejo de la Luna. Las manos de Hen Ithil, comenzaron a moverse lentamente, siguiendo el murmullo de la brisa nocturna. De repente, retumbaron unos tambores con un ritmo cadente, y la princesa elfa comenzó a danzar sobre el agua, enajenada a su alrededor. Su cabello negro seguía los movimientos de su cuerpo y en uno de sus giros, Naruto logró distinguir un enorme tatuaje en su espalda.
Era un dragón en forma de lobo, muy parecido a Gama. Se frotó los ojos, cuando después de unos minutos, la figura pareció moverse sobre su piel y luego rodear su cintura, hasta llegar al abdomen. Aunque parecía una visión, era totalmente real, el dragón del tatuaje recorría la piel de su pecho, senos, nuevamente su espalda. A medida que los tambores aceleraban el ritmo, y la danza de Hen Ithil se hacía más dinámica, la pintura se movía con más rapidez.
—¡Ir Ithil gail beria-ammen! (¡La luz de Luna nos protege!)— pronunció el aran y todos los elfos repitieron la frase.
Hinata comenzó a girar sobre su eje, mirando hacia arriba y apuntando al cielo con una mano de delicados dedos. El dragón se volvió plateado y comenzó a brillar.
—¡Ir Ithil gail beria-ammen!— gritaron todos.
Naruto ni siquiera podía parpadear, tenía el pecho apretado y las manos sudorosas, Hinata era tan hermosa como intimidante. La energía mágica que emanaba de ella era tan fuerte, que el agua del lago Celeb, comenzó a vibrar.
—¡Ir Ithil gail beria-ammen!— dijeron los elfos y él repitió las palabras en un susurro.
El rugido de Kurama hizo retumbar el suelo, cuando el dragón del cuerpo de Hen Ithil desapareció en su pecho y todo quedó en silencio por unos instantes.
—Están aquí— dijo el animal. Naruto pudo percibir que estaba tan asombrado como él.
—¿Quiénes... quiénes están?— le preguntó ansioso, sin apartar la vista de la elfa.
—Los dragones, muchos de ellos— contestó su compañero y acercándose al lago, inclinó la enorme cabeza, haciendo algo parecido a una reverencia.
El cabello negro de Hinata comenzó a flotar como si estuviese debajo del agua, su piel tomó el color del plomo fundido y sus ojos y boca brillaron, pareciendo así, que su interior estuviese hecho de luz. De su pequeña garganta salió un rugido aterrador y todo el pueblo edhil señaló el cielo con la mano derecha.
—Mae atholen, gwedeir amlug (Bienvenidos de vuelta, hermanos dragones)— dijo Itachi aran, con voz solemne y acercándose a la orilla —Ir Ithil ned Daragar brand ar lû nan neitha gwaedh (La Luna del Daragar, está en lo alto, y es tiempo de reescribir nuestro pacto).
—El pacto será reescrito, rey edhil— la voz que salía de la garganta de Hen Ithil, era profunda y ronca, como la de un ser sabio y antiguo —Mientras haya sangre de dragón sobre esta tierra, el tratado estará vigente para nuestra raza, la de los elfos y la humana— los murmullos de felicidad inundaron la orilla —Es una alegría para los dragones que hayas decidido salir de tu huevo, Kurama, hijo de Kurama, el sabio, y Nórui, la indomable. Sobre tu grupa cargas la esperanza de los nuestros— el dragón rugió orgulloso. Entonces el jinete se sintió apartado del mundo, como si ya no escuchara nada a su alrededor, y en su conciencia resonaron las voces de los dragones, haciendo vibrar cada fibra de su ser —Naruto amlugben...— le hablaron solo a él —...estamos complacidos que alguien con tu ascendencia haya heredado el orgullo de ser el último jinete de dragón. Sin embargo, el destino a dictado que no estarás solo en esta travesía. Nosotros, los Airwain (ancianos), tuvimos visiones de un presagio futuro. Subirás una escalera negra que te llevará al cruce de las verdades, sin embargo, elegirías la equivocada, si no conocieras la existencia de un ser de luz de Luna, que igualara la balanza entre las razas. Otro futuro jinete será tu par, y juntos restaurarán el legado de los de antaño. No luches solo, porque no lo estás.
—¿Airwain, qué me quieren decir con todo ésto? No logro comprender— suplicó el muchacho.
—Todo será aclarado en su momento, amlugben, solo sigue lo que ya ha sido marcado. Tendrás nuestro apoyo para lograr tus propósitos. En la piedra Angren, dí tu nombre y te será revelado nuestro mayor tesoro.
—¡Eso haré!— dijo con convicción.
—Por último, queremos darte un regalo que te ayudará en tu difícil empresa.
Hen Ithil se acercó, casi flotando sobre la oscura agua del lago. Sus pisadas apenas perturbaban la superficie de este. Cuando estuvo frente al jinete, extendió una mano y tocó la thait ithildin con su dedo índice. Una honda de luz se expandió desde el cuerpo de Naruto, golpeando a todos los presentes y haciéndolo perder la consciencia.
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PRESAGIO (Terminada)
FanficEn el principio de los tiempos, cuando no habían ni siquiera personas en esta tierra, los dragones vivían y cazaban con absoluta paz. Criaturas magníficas e increíblemente mágicas, caminaron y volaron por los mismos parajes que nosotros habitamos ah...