84. "¿Despedida?"

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Sus besos eran suaves y cálidos sobre la piel de su hombro. En aquel catre tan chico podían dormir los dos, pero tan pegados, que el roce simple de sus cuerpos inevitablemente llevaba a otros más lividinosos.

Sasuke ya se había acostumbrado a su tamaño, y Naruto lo tomaba con muy lentas embestidas. Su pecho fuerte como un muro, estaba pegado a su espalda y su esposo sujetaba sus caderas a veces, otras deslizaba su mano a lo largo de su brazo, su cintura, su muslo y por supuesto, su miembro. Escuchar esos jadeos roncos de puro placer, cada vez que exhalaba cerca de su oído, lo sumergía cada más en un estado de semiconsciencia.

Los sentimientos de Naruto eran abrumadores. Tan fuertes, tan leales, que parecía como si hubiesen nacido para amarse, a pesar de ser de distintas razas y épocas, de culturas diferentes. Y junto con esos sentimientos también percibió su angustia a través del enlace. Lo comprendía, al día siguiente comenzaría al fin la guerra, esa que marcaría la historia de Naudôr. Sasuke no temía por la vida de Naruto, en su nombre verdadero estaba escrito que sería el rey. El jinete sobreviviría al enfrentamiento con Madara, era una seguridad que lo tranquilizaba. Pero sin embargo, a su cabeza llegó la idea de si Naruto sería feliz cuando eso se cumpliera ¿El juramento de amor había sido un error?

Los sueños de su hermana nunca se equivocaban. El peligro acechaba a su persona y sumado también el hecho de que su nombre antiguo había cambiado, ya no tenía dudas de que algo le ocurriría.

—Tus ojos negros se pierden en la distancia cuando estás pensando demasiado— murmuró Naruto a su lado. Ambos desnudos, solo cubiertos por una sábana fina.

Se habían amado por largo rato y ahora dormitaban un poco, sin poder consolidar un sueño profundo por la inminencia del enfrentamiento.

—Entonces detén tu mirada azúl en mí, porque cuando veo tus ojos, ya no puedo pensar en nada más— respondió con una dulce sonrisa. Naruto se sonrojó levemente y después dejó un beso delicado sobre sus labios.

—No habrá problema con eso, porque yo podría mirarte toda la vida— respondió.

—Escucha, meleth nín (amor mío)...— Sasuke suspiró, llevando una mano a su patilla y acariciando su cabello rubio.

—Pude percibir tu inquietud— interrumpió el jinete —Pero sé que ambos saldremos de esta ¿Cómo puedo ser rey, si no estás a mi lado?

Esa mañana, cuando dejaron el incómodo lecho, Naruto ayudó a su esposo a colocarse su armadura. Sonrió levemente al notar las marcas de besos que había dejado a lo largo de su blanca piel. Y aunque Sasuke mantenía su cabeza llena de pensamientos negativos, ese gesto tan luminoso de su amado, le devolvió la fuerza perdida y le dió el coraje para enfrentarse a lo que fuere.

Con su armadura de placas negras, tan finas que era asombroso lo ligera que se sentía, pero a la vez tan dura que ni el mejor acero humano podía igualarla, Sasuke se volteó y alcanzó la túnica que Naruto había dejado sobre un banco. Se acercó en silencio y se la colocó, siendo observado con veneración por su pareja. Después le puso un jubón acolchado y tras eso, cada parte de la armadura dorada que Shisui arod, le había obsequiado. Ajustó sus hombreras, brazaletes y espinilleras. Le ofreció el cinturón con joyas escondidas que le había regalado Jiraiya y Naruto lo apretó fuertemente, para colgar a Sûl naur del lado izquierdo.

Le melin (Te amo)— repitió sobre sus labios y Sasuke lo abrazó después, haciendo tintinear los metales de sus vestimentas.

Le euvelin (Te amaré por siempre)— correspondió —No te arriesgues demasiado.

—Trataré— concedió divertido, apartándolo, pero dejando las manos sobre sus hombros —Sakura...

—Lo sé— el príncipe asintió —Cuidaré de ella.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora