98. "Aoda"

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El dragón negro rugió de dolor, su sangre envenenada por el hechizo que contenía la lanza maldita. De inmediato comenzó a caer, y Sakura, temiendo estrellarse con él, en cuanto tuvo oportunidad se lanzó hasta un tejado cercano, y aunque aterrizó fuerte, logró salir ilesa.

Naruto notó como Kushina comenzó a temblar, no comprendía mucho de lo que pasaba con ella, pero notaba que su estado mental no era del todo bueno. Retiró el huevo de dragón de sus manos y se lo dió a Sasuke, antes de que este cayera al suelo. Luego, utilizando el nombre del idioma antiguo, invalidó el hechizo de Madara y recuperó sus conocimientos, deshaciendo también la inmovilización de Kurama.

El dragón estaba muy entusiasmado por el huevo, pero aún no era momento de celebrar. La batalla afuera continuaba, necesitaban anunciar que el tirano había sido vencido para que sus soldados se rindieran. Él estaba aún en el suelo, murmurando incoherencias y sollozando su desgracia. Otro estruendo terrible sacudió el suelo, e incluso las columnas del gran salón se movieron peligrosamente. Naruto atrapó a su madre en brazos y le hizo señales a Sasuke y a Kurama para dejar la estancia, cuando percibió como el techo comenzó a rajarse, con peligro de derrumbe.

Corrieron a la salida, ignorando al usurpador, pero por alguna extraña razón, una barrera invisible detuvo al jinete antes de cruzar el umbral de la enorme puerta.

—¡Naruto...!— llamó Sasuke, viendo que se había quedado atrás.

—No puedo cruzar— murmuró confundido y algo temeroso.

—¡¿Qué?— gritó el elfo, notando como los trozos de tejado ya comenzaban a caer en el salón del trono.

¡La espada de la herrera!— gruñó Kurama —Lo juraste en el idioma antiguo. No podrás dejar el palacio hasta no encontrarla.

—¡Maldición!— exclamó el jinete, y bajo la vista aún confundida de su esposo, dejó a Kushina en el suelo —Salgan de aquí...

—¡¿Sin tí?!— espetó Sasuke —¡No puedo perderte ahora!

—Estaré bien, solo debo encontrar la maldita espada— explicó y después de una mirada, Kurama entendió y caminó, obligando a Sasuke y a su madre a avanzar.

Sin perder tiempo, se internó nuevamente en el salón.

⌘⌘⌘

La luz brillante del atardecer sumergía a la capital de Barad Môr, en una atmósfera rojiza. El humo y las cenizas en el ambiente la hacían lucir aterradora. No habían sonidos de espadas, solo un profundo silencio. Cuando Sasuke dejó el castillo y miró hacia atrás, notó que el cuerpo del dragón negro se había estrellado contra la construcción, comprometiendo toda su estructura. Varios salones ya habían colapsado, y todavía demasiado cerca, bajó la escalinata junto a Kushina y se unió con sus hermanos, los cuales, después de prodigarle cariño en el idioma elfo, lo abrazaron fuerza.

—¡Es el huevo del presagio!— exclamó Itachi, al verlo en las manos del príncipe.

—¡Sasuke!— sollozó Sakura y corrió hasta él.

—Lo hiciste...— murmuró orgullo, refiriéndose al dragón.

—Por supuesto, te dije que lo haría, ¿no?— golpeó su hombro y después lo abrazó —Me alegra tanto que estés a salvo ¿Y Naruto?— preguntó.

Sasuke frunció el ceño y miró en dirección al castillo.

—¿Mi hijo?— escuchó a Kushina y tomó su mano, para que no fuera a correr hacia el edificio.

Como si quisiera consolarla, Kurama se acercó y después de echarse, resopló sobre ella, despeinándola.

El castillo colapsó, haciéndolo apretar los puños de la impotencia. Sasuke estaba angustiado, a punto de lanzarse hasta los escombros, pero justo antes de hacerlo, un crujido sonó y miró abajo. El huevo púrpura se había cuarteado. Ante la atención de todos, el príncipe de los elfos no se movió, hasta que la pequeña criatura sacó la cabeza. Un felino azul oscuro, con las puntas de las alas y la cola de tonos morados. Sus ojos eran enormes, pareciendo dos hermosas amatistas con una línea negra por pupila, que se ensanchó en cuanto lo vió. Sasuke tragó en seco cuando un ronroneo proveniente del dragón, lo hizo estremecer.

—¿Yo...?— preguntó sin aliento, y este ladeó la cabeza.

Saltó sobre él, subiendo con agilidad hasta su hombro, ynada más tener con contacto con su pelaje, una sensación eléctrica e indescriptible lo recorrió y perdió la consciencia.

⌘⌘⌘

La luz temblorosa y cálida de una vela, fué lo primero que vió. Cuando una mano acarició su mejilla, miró a un lado, notando la enorme sonrisa de su esposo. Naruto estaba a salvo, el conocimiento lo hizo incorporarse y abrazarlo con fuerza.

—Estás bien— murmuró sentido.

—Claro que sí. Tenemos un juramento, ¿recuerdas? Jamás te dejaría sufrir por la eternidad.

—Eres un tonto— resopló y sintió su pecho vibrar de la risa.

—Soy tu tonto, Sasuke amlugben— al escucharlo, el príncipe recordó lo que había ocurrido y miró a todos lados, sobresaltado.

Junto a él, sobre la almohada y mirándolo con los ojos bien abiertos, estaba la criatura.

—Entonces soy yo, el del presagio...

—Nadie mejor que tú, para ser mi compañero— dijo Naruto.

—¿Pero por qué ahora, si todo acabó?

—Queda mucho por hacer, ¿no recuerdas?

Sasuke se quedó pensativo, buscando algo que se había perdido en su mente. La revelación de los huevos de dragón en la isla de Tolau, lo hizo sonreír. Con Madara muerto a causa del derrumbe, el hechizo que mantenía los huevos ocultos creado por Jiraiya, se desvaneció, revelando el secreto.

—Restauraremos la orden de los amlugben— anunció su esposo, tocando con la punta del dedo, la taith ithildin que brillaba plateada en su frente. Sasuke asintió y volvió a mirar a su dragón.

—Es hermosa...— exclamó, y como respondiendo a su halago, el pequeño animal se trepó a su regazo.

—Debes nombrarla— dijo, y acarició la cabeza de la felina con el dedo pulgar.

—Aoda— anunció sin dudar y la dragona aleteó —¿Kurama...?

—Está eufórico— rió Naruto —Tuve que calmarlo para que no destruyera más viviendas. Sasuke sonrió divertido y luego apoyó la cabeza en su hombro —Meleth e-guilen (Amor de mi vida)

Aran nín (Mi rey)— respondió Sasuke —Me hiciste tanta falta...

—Yo me sentía morir— murmuró ronco, apretándolo contra su cuerpo. Luego buscó su mirada y dejó un sentido beso sobre sus labios —Te amo.

—Te amo— repitió.

—Hay una reunión en la mañana, acordaremos detalles con las facciones. Pero por ahora, soy todo tuyo.

—Siempre lo eres, estúpido— señaló Sasuke.

—Eso es cierto— rió —Veré si puedo conseguir comida y agua caliente— Sasuke asintió y después de besarlo nuevamente, lo vió salir de la habitación.

Era modesta, parecía alguna casa de la ciudad, pero lo bastante cómoda como para descansar debidamente, cosa que no había hecho en meses. Suspiró y tomó a su dragona, sorprendiéndose de lo ligera que era. La levantó y miró directamente su pequeño rostro felino, con una sonrisa involuntaria.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora