39. "El rey de los elfos"

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Llegaron a la orilla de un lago y en un pequeño y sencillo muelle, descansaban dos botes de madera blanca con sus respectivos remos. Subieron en uno y comenzaron a atravesar el enorme cuerpo de agua. En la orilla, Naruto pudo observar varias casas de madera que parecían construidas en el interior de los árboles. Los elfos que allí habitaban, se acercaron y saludaron, alzando la mano al cielo, señalando a Kurama que sobrevolaba encima del bote.
Desembarcaron en una orilla abundante en sauces, de aguas tranquilas y transparentes.

—Ya solo faltan algunos kilómetros— anunció Sasuke, con seriedad. Había mantenido un ceño fruncido todo el camino.

Nuevamente se adentraron en la espesura, y para sorpresa de Naruto, los árboles se iban haciendo cada vez más grande mientras avanzaban. Cuando ya su diámetro superaba los diez metros, el bosque se veía menos espeso y el suelo se hizo parejo.

En un claro donde no parecía haber nada, excepto más árboles, Sasuke se detuvo y recitó otro hechizo, luego se volteó y les indicó que se colocaran a su lado en una línea. Al atravesar la barrera mágica e invisible, divisaron Galadh Mallen.

—No... puede ser— balbuceó Sakura, casi sin aliento. Naruto tenía la boca abierta del asombro.

Árboles, incluso más enormes que los anteriores, se alzaban hacia el cielo más de quinientos metros. De sus troncos brotaban contrucciones que parecía parte de la misma madera, sin clavos ni junturas, como si hubiesen crecido con la planta. Algunas en las raíces y otras en lo más alto, solo accesibles por escaleras que rodeaban al árbol en una espiral. El suelo estaba cubierto por un fino césped y caminos de piedra que iban en todas las direcciones. Flores de diversos colores y de cualquier estación, crecían magníficas a un lado de los senderos.

Avanzaron lentamente, el pueblo edhil comenzaba a salir de sus casas o dejar sus quehaceres cuando veían la procesión tan peculiar que había llegado a su ciudad. Nada más notar al dragón, alzaban sus manos al cielo y algunos incluso hasta tapaban sus bocas, ahogando un sollozo.

—Amlug— repetían y le hacían reverencias.

Luego comenzaron a saludar a Naruto y señalar la taith ithildin (marca de la Luna plateada) en su frente.

Por más que buscó, el muchacho no pudo ver ni un solo anciano entre ellos, tampoco a niños. Sus rostros también eran diferentes, parecidos al de Sasuke, de ojos afilados y orejas puntiagudas, todos delgados y atléticos. Las que identificó como mujeres eran, sin duda alguna, seres de gran belleza. Incluso los hombres tenían un aspecto hermoso. La gran mayoría lucía un cabello de color negro, pero también habían algunos peliblancos o casi rubios.

Llegando al final del sendero principal, vió con estupefacción como tres sequoias gigantescas soportaban el peso de una enorme extructura de madera. Las escaleras de caracol, techadas y adornadas con columnas de increíbles tallados, rodeaban los enormes troncos y se detenían en salones al aire libre. Los puentes de madera unían cada uno de ellos con el centro de la edificación o cruzaban de un árbol a otro. A la luz ambarina de la tarde, la madera resplandecía en tonos dorados. Naruto se preguntaba como podían mantener todo ese peso en el aire, era algo sobrenatural.

A medida que se acercaban más y más al inefable palacio, el Sol se fué poniendo y pequeñas luces azuladas y blancas, se encendieron en cada ventana de la ciudad. Los tonos cálidos fueron sustituidos por fríos y en el lugar se creó un aura de magia y tranquilidad, como si el tiempo no pasara y se mantuviera intocable por toda la eternidad.

Dos guardias le dieron acceso a una de las escaleras y comenzaron a subir. Sakura rozaba la suave madera de las barandas con sus manos, era increíblemente lisa. Las columnas y ménsulas estaban talladas con arabescos de diseños intrincados e infinitos.

Cuando al fin alcanzaron la cima, atravesaron un puente que terminaba en un salón enorme y redondo, justo al final de este, sentado en un trono de madera tallada que parecía crecer del suelo, estaba el rey de los elfos, Itachi aran.

El monarca del pueblo edhil tenía un porte magnífico. Vestía una túnica roja con bordados intrincados en plata y rematados con perlas pequeñas, en sus hombros descansaba una enorme capa negra con plumas de cuervo alrededor de su nuca. Su cabello era casi tan oscuro como el de Sasuke, caía suelto sobre su pecho, adornado con una trenza a la derecha, sujeta con un pequeño broche plateado. De plata también era la corona que rodeaba su frente, lucía como dos ramas entrelazadas, de magnífica manufactura.

La línea fina de sus labios se curvó en una sonrisa.

Mae athollen muindor nín (Bienvenido de vuelta, hermano mío) Amlugben, anann le ú gennin (Jinete de dragón, he deseado conocerte por un largo tiempo).

Se puso de pie, Naruto pudo notar que era un poco más bajo que Sasuke. Los tres saludaron al rey elfo, llevando su mano a la frente cuando se acercó a ellos y abrazó a su hermano menor.

Aran... hay muchas cosas que debemos conversar— dijo el elfo, alzando la misiva que le había enviado.

—Tus celos de hermano protector pueden esperar al alba, querido ernil— la voz del rey elfo era cálida y melodiosa, el idioma antiguo pronunciado con perfección. Alargaba las enes y emes con solemnidad y fluidez. A Naruto le fué fácil entenderlo, aunque había palabras que aún no conocía —Recuerda que Hen Ithil no puede exponerse a la Luna del mes del Daragar, por eso se ha confinado en sus aposentos— Sasuke asintió levemente. Itachi sonrió y luego caminó hasta Naruto —¿Puedo?— señaló su frente y él levantó el rubio flequillo —La marca de un jinete de dragón, evidencia de su lazo mágico. No tienes idea la alegría que siento, y con ello me refiero a todo el pueblo edhil, de tenerte por fin entre los nuestros.

—El honor es mío, ni en sueños he logrado imaginar algo tan hermoso como Galadh Mallen— dijo el muchacho con ojos brillantes.

—Nuestra casa es nuestro orgullo, amlugben. También es tu hogar, si así te place, eres más que bienvenido— entonces se acercó a la pelirrosa. La chica apretaba los dedos detrás de su espalda, con nerviosismo. Sasuke intervino.

—Ella es Sakura, embajadora de Los Rebeldes— el semblante sereno del aran, se turbó.

—Lo conociste...— dijo en un susurro. La pelirrosa miró a Sasuke, sin entender nada.

—Sí, ella estaba con Shisui— respondió el ernil.

—¿Cómo fué que...?— la voz melodiosa del rey, ahora parecía rota. Desprendía dolor puro y desconsolado.

—Cuando estábamos rodeados por el enemigo y sin esperanzas de escapar, Shisui arod (noble) quiso teletransportar el huevo de Kurama, hasta Minato el guerrero. Desgraciadamente la distancia era mucha, el hechizo consumió su angol— Itachi se cubrió el rostro con la mano.

—Hermano...— llamó Sasuke y él le hizo una señal de que se encontraba bien.

—Sin duda una muerte digna, lo dió todo por su misión— sus palabras sonaron a reproche en los oídos de Naruto —Deben estar agotados— dijo al fin —Tendremos tiempo para ponernos al día con todo lo demás. En la mañana me encantaría conocer al dragón— Naruto asintió. Kurama se había quedado en las raíces del árbol, pues su tamaño no le permitía entrar al palacio.

—Estará encantado de conocerlo— dijo el muchacho. Itachi palmeó y de inmediato se acercó un elfo de cabello corto.

—Acompaña al jinete al adabnel y que preparen una habitación para la embajadora— ordenó —Tenemos mucho de que hablar, Sakura, estoy realmente curioso por tu procedencia.

—¿Cómo lo sabes?— preguntó Sasuke.

—Además de su inusual cabello, sus ojos verdes son característicos de las tribus que habitan al Este de Las Vertebradas. Deberías estudiar un poco más— reprendió el rey.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora