87. "El traidor"

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Sasuke le había ordenado a Kiba que destruyera la catapulta que quedaba. El carnero, con dos más de su tribu, corrió de inmediato hasta la enorme mole de madera, atravesando las filas enemigas y demostrando su destreza. No tuvo mucho tiempo para seguirlos con la vista, una criatura igual a la que había vencido, apareció delante de él. Sakura jadeó asustada.

—¡Aléjate, es peligrosa!— le ordenó y sacó su arco, intentando apuntar a la máscara del centro. Disparó, pero su flecha fué consumida por las llamas. Este enemigo utilizaba otro elemento, y el fuego era verdaderamente problemático —Ithil beria-anim (Que Ithil nos proteja)— murmuró.

De repente se vió envuelto por las llamas y su angol disminuyó considerablemente, cuando sus escudos mágicos lo protegieron del ataque.

—¡Sasuke!— gritó Sakura, con voz asustada.

Las llamas se disiparon y antes de que su enemigo volviera a reunir energía, se lanzó al ataque. Pero la criatura saltó lejos y no logró alcanzarla. Sus llamas hirieron a muchos de los carneros y el príncipe gruñó de rabia, no podía darle tiempo a asesinar a más personas. Alzó su mano y formuló un hechizo en su mente.

Faer e-fân, tol-a nín...(Espíritu de la nube, ven a mí...)— un cúmulo de nubes grises se formó sobre los llanos ardientes y Sasuke jadeó ante la perdida de energía —¡KIRIN! (¡Rayo!)— gritó. Un enorme rayo impactó sobre la criatura, haciéndola pedazos, dejando un cráter profundo y quemado en el suelo.

Sasuke cayó de rodillas con su respiración agitada y su cuerpo tembloroso. Sakura se acercó a él con rapidez y la recibió con un atisbo de sonrisa.

—¡Estúpido!— gruñó angustiada, sacudiendo sus hombros—Si te pasa algo, perderemos la guerra. Lo sabes, ¿verdad?— señaló en la dirección en que Naruto se encontraba. El asintió, y luego percibió como el angol de la pelirrosa llenaba sus reservas y de inmediato intentó apartarse.

—No lo hagas... no puedes quedarte desprotegida— jadeó.

—¡Estate quieto!— ordenó furiosa.

Cuando Sasuke estuvo más recuperado, los dos se abrieron paso entre los carneros para llegar a la avanzada y seguir luchando. El ernil mantenía a Sakura bajo su vigilancia constante y gracias a eso, notó cuando ella se crispó y gruñó, con su vista puesta al frente. Su cabello se volvió más brillante y sus cuernos emergieron.

—Es el traidor...— siseó bajo, pero Sasuke la escuchó. No pudo detenerla, salió a una increíble velocidad matando a quien tenía al frente hasta llegar a un hombre de cabello largo y negro, que reconoció como Orochimaru.

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Kiba estaba orgulloso de los guerreros de su manada. Cada uno era incondicional con los carneros, capaces, fuertes, justo como los hombres bestia debían ser. Ni Shikamaru ni Neji, tuvieron reparos en seguirlo y atravesar las filas enemigas para destruir la catapulta. Venciendo a los soldados con golpes terroríficos de sus hachas, lograron llegar hasta la estructura de madera. Fué sencillo deshacerse de los hombres que la operaban, comenzaba a notar el temor en sus ojos.

Sí, había hecho una buena elección al abandonar a esos cobardes, aún en contra de los ancianos de su tribu. Los Rebeldes eran fieros y valientes. Esos hombres que no temen dar la vida por su causa, son merecedores del respeto del alfa de los carneros.

—¡Shikamaru!— gruñó, este se liberó del combate que enfrascaba con uno de los soldados y corrió hasta él —¡Rompe esa cosa!— señaló la catapulta —Neji y yo te cubriremos.

El carnero subió a la estructura y con ojo crítico, empezó a analizar el funcionamiento de las cuerdas y poleas. Los enemigos, al ver sus intenciones, comenzaron a cercarse y tratar de evitarlo a toda costa. Kiba siempre halagaba a Neji por ser el carnero más rápido de todos. Él llevaba dos armas, una en cada mano. Con giros ágiles y golpes contundentes, rajaba cráneos y cortaba extremidades como una verdadera bestia terrorífica.

—¡Apresúrate, vienes más!— le gritó a Shikamaru. Llevaban rato luchando desde el inicio de la batalla, y ya sus heridas estaban protestando.

El alfa embestía y lanzaba cuerpos por doquier, golpeaba tanto con sus puños como con su hacha y su piel estaba cubierta de sangre, incluyendo el hermoso y blanco pelaje que colgaba sobre sus hombros.
Sobre la catapulta, Shikamaru sonrió cuando hubo entendido el mecanismo. Se alejó dos pasos y con un solo golpe, cortó una cuerda. El cabo se disparó en el aire y una cadena de reacciones llevó a todas las poleas a aflojarse y al contrapeso soltarse. El fulcro de la extructura se tambaleó y el brazo largo cayó hacia adelante del todo, aplastando a varios hombres bajo su peso descomunal. Kiba se giró con los ojos muy abiertos y colocó las manos en su cabeza, totalmente estupefacto.

—¡Por todos los cuernos! ¡¿Qué fué lo que hiciste?!— preguntó con una sonrisa colmilluda. Shikamaru señaló su cien con el dedo índice y sonrió de lado —A veces te tengo miedo— admitió el alfa y los tres, habiendo cumplido con la misión que les fué encomendada por el ernil, atravesaron a los hostiles en dirección a la avanzada de su tribu.

Sin embargo, justo antes de llegar con los suyos, Shikamaru vió a lo lejos a un soldado en armadura roja. Luchaba para mantenerse sobre la montura de su caballo, mientras este daba coces para alejarse de los enemigos que lo pinchaban con lanzas y espadas.

El animal, ensangrentado y obnubilado por el dolor, se desbocó y lanzó a su jinete sobre su cabeza. Aterrizó en el suelo terroso y comenzó a retroceder, temeroso de ser golpeado por los cascos del caballo. El corcel murió al fin y cayó sobre las piernas del chico, atrapándolo y dejándolo a merced de sus enemigos. El carnero se alejó de su alfa y en pocos instantes, ya estaba a su lado empujando el cadáver del animal para liberarlo. Este salió a gatas y lo vió girarse para repeler a los enemigos que se acercaban.

—Ponte de pie, soldado. Aún puedes ser útil— espetó, pero se quedó de piedra cuando el mencionado se quitó el yelmo, para revelar a una mujer de cabellera rubia y unos ojos aguamarina, que lo dejaron sin aliento

Ella levantó su espada curva del suelo y comenzó a luchar a la par, con una agilidad y ferocidad que lo impresionaron. Cuando estuvieron libres de atacantes, sacudió su espada, quitando los restos de sangre, y lo volvió a mirar.

—Gracias, carnero, me salvaste la vida— Shikamaru se pasó una mano por uno de sus cuernos, en gesto nervioso.

—¿Cómo te llamas, mujer?

—Soy Temari, capitana de la caballería de Suna, y hermana del rey Gaara— dijo con orgullo, llevando una mano a su cadera.

—Temari...— repitió él, y algo en la manera de pronunciar su nombre, la hizo sonreír —Me gustas guerrera, espero volver a verte— exclamó y la dejó sola, para regresar con su alfa.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora