19. "La entrada secreta"

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Giraron a la derecha cuando se encontraron con una pared de roca y justo como dijo el elfo, el camino terminaba en una cascada. Kurama aterrizó junto a ellos en el claro y segundos después, escucharon el sonido de los tambores de sus perseguidores.

Ya están aquí— gruñó el dragón, enseñó los dientes y con su cabeza señaló al bosque del que habían salido.

—¿Ahora qué?— preguntó el elfo.

—En la cascada— apuntó Sakura y comenzaron a avanzar por la orilla del pequeño lago donde el agua caía. Naruto y Kurama por la izquierda, Sasuke y ella por la derecha.

Vieron con terror como las bestias salían de entre los árboles, eran más grandes de lo que Naruto recordaba. Sus cabellos con colores extraños, atados en trenzas y sus cienes rasuradas. Los cuernos negros se curvaban hacia adelante, sus torsos desnudos y llenos de marcas.

Con las ballestas cargadas, apuntaron al dragón y justo antes de que los proyectiles salieran disparados, Naruto alzó la mano.

¡Daró i philinn! (Alto a las flechas)— una barrera invisible los rodeó, los barotes quedaban suspendidos en el aire antes de golpearlos y caían al suelo o desviaban su curso.

Viendo que no tenían resultado sus ataques, los ballesteros dieron paso a la infantería. Seis bestias enormes comenzaron a seguir el camino del jinete y otras cinco a Sasuke y Sakura. Para su suerte, el pequeño sendero era tan estrecho, que sus enemigos tenía que caminar uno detrás de otro. Sacaron sus espadas y el sonido de los metales llenó el tranquilo claro.

—Ponte detrás de mí— dijo el elfo, volviéndose contra las bestias.

Sin esperar a que Sakura respondiera, la tomó por el brazo y la escondió a su espalda. Con su arco mató a por lo menos diez, antes de que se le acabaran las flechas del carcaj, entonces empuñó su espada con ambas manos y comenzó a batirse contra sus atacantes. Observaba a Naruto cuando podía, el joven, al igual que él, luchaba con la espada. Había sido bien entrenado por Minato, pero aún le faltaba agilidad y rapidez en sus movimientos. El verlo siendo atacado, lo ponía aún más tenso y ensestaba los golpes a sus enemigos con rabia aumentada.

Observó con asombro como un torrente de fuego salía de las fauces de Kurama, envolvía a Naruto y quemaba a sus agresores hasta los huesos. Los que estaban más atrás en la fila se arrojaron al agua con gritos de dolor, para intentar apagar las llamas. Sin embargo, el jinete estaba ileso, al igual que aquella vez en Dinant.

El dragón se retiró y Naruto volvió a emplear la espada, con cada flecha que paraba su escudo mágico, las fuerzas disminuían.

—¡Dame un arma!— gritó Sakura a espaldas del elfo.

—¡Ni lo... pienses!— gruñó este, mientras sacaba su espada de las entrañas de un hombre bestia.

Sakura gritó de rabia y después corrió por el sendero hasta la cascada.

—¡Abran la puerta!— gritó —Es Sakura, el jinete de dragón está conmigo— se giró de nuevo para ver al elfo que cada vez luchaba con más fuerza.

Naruto estaba comenzando a sentir los efectos adversos del hechizo que Sakura había puesto en él. El agotamiento cayó en su cuerpo como un yunque de hierro, sus músculos temblaban cada vez que los forzaba. Entonces en un intento de bloquear el hacha de un enorme hombre de pelo púrpura, el brazo derecho, donde Sasori le había envenenado, le falló y el filo tocó su clavícula, causándole una herida bastante seria.

—¡Naruto!— gritó Sasuke desde el otro extremo.

Lo había visto todo, pero en su preocupación no se percató de una ballesta que le apuntaba. El barote se clavó en su pierna, trastabilló y cayó de espaldas con un gesto de dolor. Cuando miró al frente, se alzaba un enorme hombre de cabello rosa, aún más grande que todos los demás. Alzó su hacha sobre la cabeza, pero de repente una maraña de pelo rojo tapó su visión. Sakura se interpuso entre ellos con los brazos abiertos. Miraba a la bestia a los ojos. El hombre se quedó quieto.

—Flor...— gruñó para después arrodillarse.

Sakura tomó la espada de la mano del elfo, que no podía moverse de la impresión causada por la escena que se llevaba a cabo ante sus ojos. En un movimiento perfecto, cortó la cabeza del hombre bestia. Todos los demás comenzaron a gritar furiosos.

Naruto se tapaba la herida con una mano, sangraba demasiado. Kurama ocupó su lugar desgarrando a los enemigos con garras y colmillos. La situación iba de mal en peor, cuando la cascada se abrió y del interior salieron seis guerreros.

—¡Retengan a los enemigos hasta que logren entrar!— gritó un hombre de cabello blanco, con una cicatriz bastante peculiar en el ojo izquierdo.

Los guerreros se lanzaron contra los hombres bestia. Sakura se giró y el elfo pudo observar como se limpiaba una lágrima con la manga de su camisa. Le tendió la mano para ayudarlo, él la tomó y se puso de pie. Los cuatro corrieron hasta la entrada y la puerta de piedra se cerró.

Naruto se percató de como al final solo quedaron cuatro hombres con vida, de los seis que salieron a ayudarles. El peliblanco se hizo camino desde el fondo, limpiando una espada curva y de un solo filo, se paró frente a ellos y los miró.

—Kakashi— llamó Sakura y él, al reconocerla, se le acercó y la abrazó con fuerza.

—Te creí muerta— le dijo. Su voz cálida le hizo recordar a Minato.

—Por un momento, hasta yo lo pensé— dijo ella con sinceridad.

—Naruto...— murmuró Sasuke, acercándose y mirando con aprehensión su hombro ensangrentado.

—Tranquilo, solo es un arañazo— rió, pero no pudo disimular la punzada de dolor.

Sasuke gruñó de impotencia, estaba tan agotado de la persecución, que no podía usar sus artes para aliviar al jinete o sanar su herida.

—Luchaste bien...— murmuró, desviando la mirada.

—Gracias, yo en cambio te ví caer sobre tu trasero y a Sakura salvándote la vida— señaló el jinete y el elfo apretó los labios, un poco avergonzado.

Uchand (Estúpido)— resopló y se alejó unos pasos, sintiendo una risita por parte de Naruto.

—El jinete...— dijo el hombre de pelo blanco, aún con Sakura en brazos, cuando lo vió. La chica asintió y él se acercó al muchacho. Miró su frente y luego inclinó la cabeza en gesto de respeto —Amlugben— a Naruto se le hizo un poco incómodo que un hombre como ese, que se notaba era un guerrero experimentando, se inclinase ante él.

—Mi nombre es...— comenzó a decir, pero un terrible dolor en el hombro herido y el brazo, lo hizo callar.

—¡Naruto!— exclamó Sasuke, acercándose a él nuevamente —No está bien, necesita atención— le dijo el elfo a Kakashi.

El peliblanco miró a Sakura y ella negó con la cabeza. Los dos días de huída sin descanso, también la habían mellado.

—Lo llevaremos con Lady Tsunade de inmediato— dijo resuelto y pasó una mano por debajo del brazo de Naruto para ayudarlo a caminar.

—También estás herido— Sakura llamó la atención del elfo y él miró el barote que todavía atravesaba su pierna. Se agachó y partió la punta del proyectil. Tiró del otro extremo y con un gruñido, lo sacó —¡Eres un salvaje!— protestó la chica. Caminó hacia él y rasgando una manga de su camisa, le vendó la pierna, bajo la vista de Naruto.

Sasuke, sin saber que decir, miró a un lado con incomodidad. Él había dudado de su lealtad en más de una ocasión, sin embargo Sakura lo había salvado y ahora lo ayudaba nuevamente, sin importar lo que él hubiese hecho. "Maldición, incluso le negué un arma para defenderse", pensó y se sintió más culpable.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora