76. "La apuesta"

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—No tiene cuernos— observó Naruto.

—Saldrán cuando pueda sostener el hacha en sus manos— contestó la mujer, con un orgullo que él notó de inmediato.

—Jinete, no pensé que fueras a aceptar mi invitación— la voz ronca de Kiba, llamó la atención de todos. Naruto caminó hasta enfrentarlo y vió nuevamente como el carnero levantaba su cabeza, enseñando su cuello a manera de saludo.

—¿Siempre cargan con tantos niños en su campamento?— preguntó, mirando alrededor. Kiba negó.

—Solo los carneros fuertes vamos a la batalla, pero esta vez es diferente, esta vez el rey negro es nuestro enemigo. Si dejamos a las crías y a los débiles en las montañas, después de luchar no tendríamos un lugar al cual volver. Madara los asesinaría a todos como venganza. A nuestro lado están más seguros— hizo una mueca que Naruto identificó como una sonrisa.

—¿Cuántos son?

—¿Niños?— el jinete asintió —No sabría decir, todos los días nacen unos y mueren otros allá en las montañas. Si quieres puedo hacer que los cuenten— ofreció.

—No es necesario, solo me sorprendió el número— confesó. En contraste con los elfos, los hombres bestia le parecían muy fértiles.

—Ven jinete, trae a tus amigos elfos y a la carnera— llamó y después miró atrás —Cenerán conmigo y probaran el sabor de la cerveza negra— dijo entusiasmado.

—¿Cómo sabes que yo...?— preguntó Sakura a Kiba, mientras caminaban al centro del campamento.

—En la mañana lo supe, ese tono de cabello y tus ojos verdes... Solo podías ser la hija perdida de Kizashi, el alfa que antecedió a mi padre— ella detuvo su andar y los demás la imitaron, atentos a la conversación.

—¿Perdida?— preguntó con sarcasmo —Me expulsaron cuando mi padre murió.

—¡Tu padre murió en vergüenza!— gruñó —Ningún carnero huye de la batalla. Kizashi prefirió quitarse la vida antes que luchar. Su sangre débil no podía formar parte de la manada.

—¡¿Débil?!— gruñó Sakura, de inmediato su cuernos salieron a la luz, sorprendiendo a más de uno. Tomó una de sus dagas y apuntó a la yugular de Kiba, en un movimiento tan rápido, que hizo jadear al alfa —Mi sangre no es débil, puedo demostrártelo cuando quieras...— siseó.

—¡Sakura!— llamó Naruto, que apretaba la empuñadura de su espada, listo para interceder.

—¿Quieres probarlo? Bien— concedió Kiba, con una media sonrisa —Hagamos una apuesta, lucha en el círculo con el contrincante que yo elija, si ganas, la vergüenza de tu familia será retirada de los tallados... pero si pierdes...— se inclinó hacia ella, sin importar que la punta del arma se le clavara en la piel —tu amiga elfa se quedará conmigo esta noche.

Baw! (¡No!) ¡¿Quién te crees que eres, bestia?!— gruñó Sasuke, empujándolo y colocándose entre ellos.

—Sakura...— llamó la princesa y le dió un leve asentimiento.

—Acepto— dijo la pelirrosa con confianza.

—¿¡Qué...?!— siseó Sasuke, viendo a la embajadora y luego a su hermana.

—No voy a perder— contestó Sakura con seguridad.

—¡¿Y si lo haces?!— gruñó —¡Manten a mi hermana fuera de tus juegos!

—Sasuke...— llamó Naruto y él lo miró con el ceño fruncido —Confía en ellas.

—Te dije que no voy a perder— dijo la pelirrosa con convicción y se alejó de él, seguida por Hinata y guiadas por Kiba.

PRESAGIO (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora