Samuel era realmente grande, incluso mayor que los guardias de la entrada, tenía el pelo negro y su figura, marcada por el traje a medida, imponía respeto. Su voz era grave, pero sonaba amable, y cuando al fin se sentó de nuevo detrás de su escritorio, el más pequeño pudo apreciar sus ojos, color miel; su mirada intensa se había clavado en él.
-Dime entonces - empezó Samuel - ¿que te trae? ¿Me parece que no marcaste cita? - Continuó Samuel desconcertando aún más a su contrario.
En realidad no le importaba, solo quería empezar de alguna manera la discusión, pero pudo notar que su observación hizo tensar al pequeño aún más.-Perdón, es que... - dudo un poco, el chico no acostumbraba a hablar mucho. - No sabía que era necesario, en la entrada me dijeron que viniera y... le traigo unos apuntes...
-¿Apuntes? - El mayor arqueó las cejas divertido, la expresión de Marcos era tan tierna e inocente, que, el hombre, aún queriendo tomarlo en brazos para calmarlo, decidió continuar su actuación de tipo duro. - Para que te publiquemos aquí, si eso buscas, hay que tener algo más que "unos apuntes". Somos una editorial de renombre y nuestras nuevas políticas exigen, como mínimo, un trabajo casi terminado, a los nuevos autores que quieran trabajar con nosotros...
Marcos se le quedó mirando, pero era un chico listo, él no se podía permitir perder su tiempo libre, así que, luego de un pequeño tiempo en silencio, se ruborizó un poco e intentó hablar. - lo sé - dijo de forma casi inaudible - estos son mis textos para revisión.
Al decirlo, el rubio colocó una cantidad impresionante de manuscritos sobre la mesa.El editor le miró de nuevo, ahora con interés. - ¡vaya que tenía tiempo libre el muchacho! - pensó, nunca nadie le hubiera traído tanto trabajo de una sola vez. Al parecer algunas historias tomaban varios cuadernos, y otras eran más cortas. Cada cuaderno tenía su respectivo título, pero lo que más le llamó la atención, fué la letra, no sería fácil entenderla. Era tierno, parecía un pequeño niño, y escribía como uno, pensó nuevamente el mayor.
Samuel sonrió, y le dijo que se ocuparía de revisar los textos el mismo. El menor se preocupó notablemente con el hecho, el hombre parecía estricto, y casi de seguro no le gustaría su trabajo. Él no tenía mucha experiencia, y sus historias eran, en su gran mayoría cuentos para niños.
Tal vez sí lo explicaba, el otro le daría sus textos a otra persona, para que los revisara. Así que nuevamente ganó coraje para hablar, pero en el mismo instante el teléfono de Samuel sonó. El mismo tuvo que atender, y al finalizar la llamada tendría que irse. Así que, notando el pánico del niño, se disculpó, tomándole la mano. - No te preocupes cariño, luego lo miro, ahora vámonos, tengo que salir. - dijo su frase sin pensarlo, y luego espero que el más joven lo siguiera sin darse cuenta del sucedido. Marcos estaba algo incómodo y no terminaba de entender el gesto del otro. El ambiente en el ascensor era desagradable, y cuando llegaron al primer piso, Samuel se fue corriendo bajo la mirada del escritor.
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...