Hoy me desperté en los brazos de papá, en su habitación. Más que en el día anterior intenté seguirles el juego. A decir verdad, no sé muy bien lo que había pasado en la noche de ayer, pero me sentía bien. Me sentía liviano, y sin muchas preocupaciones. Aún si no pareciera tener el total control de mi conciencia era demasiado agradable: los mimos, ser cuidado por ellos, todo se veía lindo.
Cuando dadá llegó con el desayuno papá y yo estábamos hablando de ir de paseo. Y papá me hacía muchos cariñitos como siempre. Realmente era muy difícil saber cuál de los dos era el más dulce. En todo caso, eran la pareja más entrañable que conocí nunca.
El desayuno se pasó muy bien. ¡Dadá era muy bueno en la cocina! ¡Por dios! Nunca había probado un tocino tan increíblemente bien hecho. Y incluso la compota era deliciosa, podría comerla siempre. ¡Pero lo mejor fue la leche! Era exquisita, tenía un sabor dulzón maravilloso, que tristemente no pude identificar, y la temperatura estaba perfecta. Me gustó tanto que solo quería continuar centrándome en su sabor, por lo que finalmente también me la dio dadá. A decir verdad, ni era tan malo, y no pareció molestarlo. Ellos querían que fuera su bebé, así que bueno, me permití aprovechar para darme el gusto. Me empezaba a agradar que me alimentasen...Lo más difícil de aceptar todavía, era el hecho de que me vieran desnudo tan a menudo. Porque si, papá me volvió a vestir. Y cuándo intenté moverme para ayudar un poco, simplemente me dio mi chupete y empezó haciendo esos ruiditos tan chistosos. No sé porqué, pero son demasiado llamativos...
Tal vez me llamase tanto la atención porque bueno, no estaba realmente acostumbrado a un entorno tan tranquilo. Ellos no gritaban, no peleaban, no tenían la tele prendida todo el día para no tener que hablarse. Y parecían simplemente... calmados... Eso contrastaba mucho con el hospital, donde siempre había algo que hacer: alguien llamando, otros corriendo o algún paciente que huía de la clínica o reclamaba por algo, o porque tuvo que esperar más de 3 minutos por su bolsa de hielo o su desayuno... Y ni hablar de lo que un día intenté considerar como mi hogar... Los gritos estridentes de mi madre. La voz cansada de mi padre. Todo era agobiante y doloroso.
Esta mañana justamente me había sincerado con dadá. Me daba confianza puesto que siempre parecía comprenderme. De todas las personas que conocía (tampoco eran muchas), él era el más cariñoso y el más sensible. Y de lo que había podido ver, el que más empatía demostraba hacía los demás. Por lo que, cuando me lo preguntó, le dije una pequeña parte de la verdad... Él parecía realmente preocupado, y ahora que lo pienso mejor, tenía razón: Sería la primera vez que iría al cine de verdad, y cuando me dijo que no podríamos, aunque fuera solo por la mañana, me desilusioné. De inmediato lo vinculé a uno de los numerosos cambios de planes de mi madre, y me dolió. Creo que tuve una sobrerreacción, aún que fuera involuntaria...
Cuando empecé a llorar por eso, dadá hizo de todo para calmarme. Y al final, hablarle de ella tal vez ayudó un poco. Sobre todo tener su apoyo. Y como pensé: sí, él me comprendió, no me obligó a decirle nada más de lo que quise, y me aseguró de que no tendría que preocuparme más por ello. Y le agradezco muchísimo; después de la muerte de mi padre, que era la única persona decente de aquella familia, ella me trató como la mierda...
Ya lo hacía antes, mi padre nunca estaba por el trabajo, así que aprovechaba para hacerme de ama de casa. Y peor aún, de antiestrés, bueno, realmente de saco de boxeo... pero cuando él volvía era mi refugio.Él se había mantenido en aquella casa por mi. Mi madre lo traicionó más de una vez, incluso llegó a pensar que yo no era hijo de él y quiso dejarlo. Pero él estuvo dispuesto a asumir la responsabilidad del bebé, y al final, yo era realmente suyo. Así que siempre me cuidó y me trató bien, incluso hizo un seguro de vida a mi favor. Que felizmente para mi, infelizmente para mi madre, ella no pudo utilizar.
Gracias a ello pude tener algo para cuando terminé en el hospital, y si no llegué a graduarme, al menos obtuve mi bachillerato. Incluso pude rentar un pequeño departamento, para no tener que volver a esa pesadilla los fines de semana, cuando me dejaban salir del hospital...
Mi madre siempre me odió, me trataba muy mal cuando estábamos solos o con la familia, que no fuera mi padre. Incluso me daba con el cinturón, después de la muerte de mi padre, llegó a darme en la cara con él... también me abofeteaba claro, pero sobre todo me gritaba por todo, y me lanzaba todo lo que se encontraba a mano. Siempre gritaba... Y aunque no me guste, creo que yo también tengo ese reflejo...
Es inútil decir que igual casi no comía de forma decente si mi padre no estaba. Ella no cocinaba, y nunca nadie me lo enseñó, así que me las apañaba para comer lo que hubiera, que no necesitaba una gran preparación... De todas formas no tenía permitido desordenar nada en la casa, así que tampoco me atrevía a aprender por mi cuenta... ¿Eso tal vez explique el porque ahora me gusta tanto comer?... no sé...
En todos casos, no volvería a aquel lugar. Incluso si me buscó varias veces, nunca volví con ella, y pude independizarme muy joven. Tenía claro, que si volvía a su casa, en mi estado, sería un blanco fácil y la pesadilla no terminaría nunca.La única cosa que doy por sentada actualmente, es que no hay cualquier tipo de comparación posible con mi vida de antes. Mis nuevos papás son adorables, y me han demostrado más afecto en unas horas, que mi madre en toda mi vida.
Aún siendo un poco (muy) sensible, no dejan de quererme por ello, e incluso me cuidan más. Dadá me dijo que le duele verme llorar. Y eso me hace querer llorar todavía más, pero de felicidad.Cada uno de ellos me cuida de forma distinta: papá es más juguetón, pero relativamente tranquilo. Dadá es más cariñoso y le gusta más hablar. Los dos se complementan bien, pero lo que más me encanta son las caricias y todo el contacto. Por primera vez, me dan atención de forma positiva, sin parecer que les doy asco y sin consecuencias a posteriori...
Después de que papá me vistiera con esas prendas raras (probablemente tendré que pedirles de nuevo a que me lleven al baño), después de mi llanto y de calmar mis inseguridades, no estaba muy seguro de sí debí hacerlo, pero dadá pareció encantado a que le diera un besito. Y me pidió muchos más. Y bueno, ¡disfruté mucho de dárselos! Incluso pienso que será una de mis actividades favoritas ahora: darle mimos a dadá, y bueno, tal vez también le guste a papá.... No lo sé...
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...