Mi niño se veía adorable, en ese momento parecía tan pequeño con su peluche y su chupetito. Mi pequeño Alexander lo estaba arrullando, mientras el niño succionaba gustoso el objeto entre sus labios. Al principio le costó un poco, pero luego de una pequeña ayuda se le hizo muy natural. Ni siquiera se había dado cuenta de que mi mano ya no estaba sobre el objeto.
Estaba sintiendo una enorme paz en mi corazón, las dos personitas más importantes para mi estaban teniendo un lindo momento de conexión justo delante mío. Nuestro bebé incluso se estaba quedando medio dormidito. El peluche que mi suegro le regaló estaba sobre su pecho. Todavía me sorprende que Jaime, el padre sobreprotector y el suegro más temible que alguna vez caminó sobre la tierra, fuera capaz de este tipo de cosas... Era muy lindo el juguete y mi niño realmente pareció encantado, unos momentos antes había pasado como una media hora viéndolo y jugando sin hacer caso a nadie más... Era muy tierno, y pese a su timidez a veces tenía verdaderas reacciones de niño pequeño que nos llenaban el alma.
Aún así le habíamos prometido ir de apoco, así que me prometí a mi mismo tener mucha paciencia. Y hoy ya había hecho muchas cosas. Me encantó especialmente verlo gatear, ¡era la cosita más mona del universo! Aunque igual un poco perezoso. Una sonrisa boba se me escapó al pensar en el pucherito que me dedicó para que lo cargara, pero ni modo, al final tenía que hacerlo solo si o si...
- ¿Samy?
- ¿Amor? - Alexander me quitó de mis pensamientos con un susurro.
- ¿Crees que debe hacer su siesta hoy? Igual es mucho para él...
- No, dijimos que la hora de dormir no es negociable, si no lo hacemos ya no se acostumbrará... - estaba decidido, lo llevaría a la siesta después del almuerzo. - Pero igual si duerme ahora no lo hará después de la comida. - Anuncié, el niño estaba tan relajado con el chupete y las caricias de dadá que ni siquiera prestaba atención en nuestra charla.
- Tienes razón. - Terminó asintiendo. - Príncipe, no duermas. - se dirigió al niño que ahora sí lo miró. - ¿Vamos a ver al abuelo? ¿Si? - Marcos solo asintió, con la mirada fija en su padre.
Así que nos levantamos para ir a la cocina. El niño estaba algo somnoliento y terminaría durmiendo en los brazos de Alex, y aún que se me partiera el corazón no lo podía permitir si quería que durmiera luego. Así que procedí a quitarle el chupete y el peluche, se los devolvería después de la comida. De todas formas probablemente terminaría ensuciando el conejito mientras almorzaba.
- Mira cariño, el chupetito y Félix se quedan aquí jugando mientras comemos ¿si? - Le dije amablemente, quitando el chupete de su boquita, a lo que pareció muy sorprendido, pero se dejó hacer. Finalmente escondió su carita en el cuello de Alexander, rojito como un tomate.
En la cocina Jaime estaba sirviendo los platos.
- La comida está lista, los iba a llamar. - anunció al vernos. Había hecho una boloñesa, parecía deliciosa, así que nos dispusimos a comer. Alex sentó al niño en medio de los dos, yo estaba en la punta de la mesa, y Jaime frente al pequeño. Después de sentarlo el bebé de la casa pareció algo dudoso, pero al poco tiempo empezó a comer con gusto. Estaba realmente muy bueno.
De a poco empecé a ver como Marcos luchaba contra el sueño. Era una visión realmente enternecedora, me daban ganas de darle su comida, pero esperaría el momento indicado. Este no tardó en llegar: probablemente por el cansancio, a mi niño empezó a costarle utilizar bien su tenedor. Alex me había explicado que a veces eso podría pasar, y que la fatiga podía impedirlo de hacer ciertas tareas... así que terminó manchándose un poquito.
- Oh, corazoncito, ¿te encuentras bien? - preguntó mi esposo mientras lo ayudaba a limpiarse. - Espera mi principe, dadá va por un babero.
- NOOOO - ¿Pero qué? Tal vez sea demasiado... - No quiero. - Dijo algo triste. - Perdón yo... yo... - Bueno en ese momento me quedé algo confundido, tampoco era para tanto, pero tendría paciencia.
- Shushushu, ¿hey? - Le llamé la atención tomando su barbilla para que me viera. - Que no se grita cariño. Escucha, no pasa nada ¿vale? Si no quieres no hay problema. - Con esa información pareció más tranquilo, me pregunto porque estaba tan nervioso... - ¿Tienes sueñito verdad? - Le pregunté dulcemente a lo que él asintió avergonzado con la mirada en el suelo. - Está bien, mira vamos a comer un trocito más y luego podrás dormir, ¿qué te parece nene?
-Bi bien... - Claramente estaba cansado mi pobre niño. Así que tomé su tenedor que estaba en el borde del plato y mientras me miraba confundido tomé un poco de pasta.
- Vamos mi rey, papá te ayudará. - Informé mientras ponía el tenedor frente a él, a lo que negó muy de espacio con la cabeza. - si anda, solo un poquito y luego podrás descansar, anda abre la boquita nene. - Finalmente y al contrario de lo que me esperaba no se resistió más, a lo que terminé dándole de comer bajo las miradas de cariño de mi esposo y suegro, que como yo estaban hipnotizados por la criaturita.Al terminar de comer el niño se quedó quieto en su silla mirando sus manitas. Yo comí dos trozos más, pero terminé sintiéndome culpable de hacerlo esperar, así que anuncié que era hora de echar una siesta, y que lo llevaría. Sin más resistencia lo tomé en brazos, poniendo su pecho contra el mío, y su mentón recostado en mi hombro, mientras lo sostenía con una mano, y con la otra le acariciaba la espalda con movimientos regulares para empezar a arrullarlo. El niño no dijo nada, mientras Alex se aproximaba, para darle un beso en su cabello.
-Intenta descansar también. - Sugirió - Parece que tú tampoco dormiste bien. - Dijo acariciando mi mejilla, y dejando un beso en mis labios.
- No sé como pueden dormir en el hospital - Respondí con una media sonrisa. Igual si me echaría una siesta, ¡y con gusto! - ¿Pero tan evidente es? - Pregunté divertido.
- Te ves horrible. - Respondió con burla, a lo que escuché una risita de mi niño. - Igual cámbiale su ropita. - Dijo con un par de palmaditas en la espalda del bebé.Con el pequeño en brazos fui a dejarlo a su habitación de niño grande, y fui por un pijama en la otra habitación, sin olvidar su peluche y el chupete. Cuando llegué estaba tumbado entre las almohadas, se veía tan chiquito en medio de la gran cama.
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...