📔 Capítulo 28 📔

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    El almuerzo había sido una catástrofe, me porté tan mal con ellos. Estaba delicioso pero yo solo me quedé quieto, mientras la frustración aumentaba. Me sentía cansado, tenía hambre y hace tiempo no comía nada tan rico, pero como siempre la cagué... Sin querer terminé tirando la comida y gritando de nuevo. Los gritos les molestan mucho, ya me habían dicho varias veces que no lo hiciera, pero no pude evitarlo... Si hubiera estado con mi madre ya me hubiera pegado, especialmente cuando se me cayo la comida. Por ello me puse demasiado tenso, y cuando dadá dijo que iba por un babero no pude evitar pensar que lo hacía para burlarse de mí. Solo cuando papá me llamó de nuevo la atención con su voz dulce, me di cuenta de que para ellos era normal hacerlo. Yo sería su bebé, y los bebés necesitan esas cosas para no ensuciarse como me había pasado.
    Finalmente papá me dio de comer en la boca, porque no fui capaz de hacerlo solo, me sentí tan inútil, ¡por dios Marcos! ¿¡Que tan difícil era tomar el puto tenedor y hacerlo por ti mismo!? Finalmente creí que se hartaron un poco, incluso si Sa... papá continuaba siendo cariñoso, suponía que me llevaban a dormir para no tener que soportarme más ... Pero eso no era cierto, lo sé, ninguno de los dos lo pensaba, y el pequeño beso y los mimos de los dos, el tono bromista de dadá, todo el amor que se sentía en el lugar me terminaron convenciendo. Ellos me querían, yo lo sabía y no debí siquiera imaginar lo contrario.

    Tomó algunos minutos calmarme y alejar aquellas ideas de mi corazón, hasta quedarme medio dormido el la cama, donde me había dejado papá. Terminé escondiendo mi rostro en las almohadas, se sentía muy bien, eran blanditas y suaves, desprendían un olor a flores, probablemente por el producto de lavado. Definitivamente podría dormir allí mismo. Al volver papá intentó llamarme, para que me cambie la ropa, pero estaba demasiado cansado. Me hice el dormido pensando que me dejaría tomar la tan dichosa siesta.
   
    A los pocos segundos sentí como el costado de la cama se hundía ligeramente por su peso. Una presencia por mi espalda me daba una sensación de inseguridad, pero no abrí los ojos. De espacio una mano tocó mi espalda empezando a moverse de arriba a abajo con mucho cuidado. La presencia se hizo más evidente con un beso en mi coronilla. Los mimos de papá eran cada vez más tenues. No sé cuánto tiempo estuvo así, pero en un momento el muro detrás mío se fue, dejando una sensación de frío en mi espalda, mientras el costado de la cama volvía a su posición. Suponía que me había dejado, hasta que una mano se deslizó debajo de mi, y otra empezó girándome delicadamente, hasta que mi cuerpo dejó de tocar el colchón. 

    Pocos segundos después, las manos que sostenían mi cabeza y cuerpo, se retiraron, y mi espalda volvió al colchón. Después de algunos instantes, sin ningún ruido, escuché un suspiro. Papá tocó la punta de mi camiseta lo que me hizo tensar un poco.
- Shushushuushuuu shuuu... - Él hacía unos ruiditos con su boca, se escuchaba muy bien, y de inmediato me relajé. Poco a poco la sensación de frío volvía, mientras papá me quitaba la ropa. Con cuidado empezó por arriba, en un momento su brazo volvió detrás mío para levantarme un poco mientras quitaba la prenda y la reemplazaba por una mucho más suave, y también un abrigo de pijama, muy esponjoso. Las prendas se sentían muy frescas y cómodas.
    Acto seguido empezó quitándome los pantalones. No abrí los ojos pero no pude evitar cerrar un poco las piernas para impedirlo. De nuevo los soniditos esos volvían a mis oídos, acompañados por unas pequeñas caricias en mi vientre, y unos segundos después un pequeño toque en mis labios. Papá me puso el chupete, y de nuevo empezó dándole toquecitos para que lo succionara. Detenidamente me centré en el objeto y succioné un poco. La mamilla en mi boca se me hacía algo placentera, me traía seguridad... Lo hacía de tal manera que, cuando me di cuenta, papá ya me había quitado mis pantalones, y empezaba poniéndome otros, que eran de la misma tela aterciopelada que el abrigo.
    Me dio muchísima pena, ¡me estaba viendo desnudo y yo no hice absolutamente nada para impedírselo! Calmadamente papá tomó mis piernas poniendo la prenda. Al llegar casi a mi cadera se detuvo, jalando un poco la camiseta, hasta mi trasero. ¿Espera que prenda tan rara? Rápidamente la pasó por la parte interna de mis muslos, y después de unos pequeños "clic" entendí que la había cerrado por allí con algún tipo de botones... La impresión entre mis piernas me hizo revolverme de manera involuntaria, pero después de un pequeño suspiro volví a centrarme en el chupete, para tener algo de consuelo. Estaba cansado así que no iba a pelear por aquello. Papá terminó de subirme los pantalones, aprovechando para levantarme de nuevo y por el movimiento del aire imaginé que estuviera moviendo las cobijas de la cama. Mi tesis fue confirmada cuando tan delicadamente como antes me acostó, dejando mi cabeza en una almohada increíblemente agradable, para acto seguido arroparme con las mantas.

    Creo que era la cama más cómoda donde dormía desde hace muchísimo tiempo. Todo era perfecto: papá había bajado la intensidad de la luz, estaba calientito, el toque de la ropa y le las cobijas era sedoso y agradable, el chupete en mis labios me brindaba seguridad... y recordar lo delicado y amoroso que había sido papá al cambiarme... ¡dios me había cambiado! Pero no me podía quejar. Me sentía en las nubes.
    Mientras mi mente se alejaba cada vez más, sentí de nuevo que papá se subía a la cama. En ese momento pensé que algo faltaba, pero igual solo quería dormir. Por lo tanto me sorprendí al percibir que se acostaba a mi lado, poniendo las mantas por encima suyo y abrigandome mejor.
    Por instinto me aproximé un poco, a lo que él me jaló suavemente, para que me quedara de costado, con mi rostro escondido en su pecho. Al acurrucarme en él, sentí sus brazos envolverme, y una nalgada no tan blanda como acostumbraba. ¡Me sorprendí mucho!
- Esa es por flojo. - Comentó con una risa muy tenue.
- Hum... - Balbucee un poco molesto. Mientras papá empezaba a acariciar mi cabeza, y dejaba un beso muy tierno allí.
- Duerme hijo...

Hijo...

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