- ¿Ustedes son?
- Casados mi rey - Dijo Samuel sonriendo. Eso terminó de matarme. ¡¿Casados?! ¿Y yo qué? ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Y Alexander? Él estaba viendo todo y ni parecía inmutarse... No sabía qué hacer. Tenía tantas preguntas pendientes, pero mi coraje de hace rato se había desvanecido totalmente.
Me quedé sin reacción y solo escondí mi cara en el pecho de Samuel. No tenía ni la más mínima idea de por qué lo hacía. Ni debería estar allí. Pero de cierta forma necesitaba el contacto. Me sentía avergonzado, triste y confundido. En esos momentos sólo quería un poco de apoyo. Infelizmente no lo obtendría. No tenía suficiente confianza con nadie para contarle lo sucedido ni nada por el estilo...Sorpresivamente sentí la mano que sostenía mi espalda alejarse, y en esos momentos empezaron a acariciar mi cabello. "Era justo lo que estaba necesitando" pensé pero sabiendo quien lo hacía me sonrojé aún más. ¿Por qué continuaban actuando así? Para ese entonces tenía los ojos cerrados así que un nuevo toque me sorprendió. Alexander estaba sobando mi espalda.
Definitivamente no podría quejarme con ellos. Quería contarle a Alexander todo lo que pasó con Samuel. Pensé que nos estaría engañando los dos, pero realmente no había pasado absolutamente nada en concreto. Él solo estaba siendo amable, supongo... Los dos parecían quererse mucho. Así que no diría nada. Además ya tendría que explicar mi forma de actuar al instante. No sería fácil.
- ¿Corazón? - Alex me sacó de mis pensamientos. Me sorprendí un poco. Vale, ¿qué les digo? Le miré un poco, pero antes que pudiera formular una excusa él continuó - No te duermas príncipe. - Eso sí que me sorprendió todavía más, pensé que al menos iba a regañarme por mi actitud, que incluso yo extrañaba. - Ya es casi la hora del almuerzo. - Se explicó finalmente.
- Si, y bueno, si te parece, nos gustaría hablarte igualmente. - Siguió diciendo Samuel con seriedad. ¿Era demasiado bueno para ser verdad no? Alexander lo miro igual de serio. Y luego fijó sus hermosos ojos verdes en mi, parecía algo nervioso.Pero como de costumbre el personal del lugar tenía la increíble facultad para interrumpir en los peores momentos. Así que al oír los golpes en la puerta nos miramos entre nosotros, y Alexander se levantó para abrirla. Apaciguando así la tensión del momento. Al abrirla cumplimentó a la mujer y se hizo hacia un lado para que pasara. Efectivamente era la hora del almuerzo. La chica dejó la bandeja de comida y después de un pequeño diálogo con Alex se fue, dejándonos de nuevo a solas.
En eso Samuel se levantó conmigo en brazos. Me dio mucho miedo de caerme así que me aferré un poco al el. Cuando me di cuenta de mi gesto quise morirme, por al menos cuarta vez en el día. Mi cara estaba ardiendo. Pero ninguno de los dos pareció percatarse. Samuel me llevó a la camilla, y Alex subió el respaldo y me acercó la bandeja para que comiera, pero no tenía ganas. El más bajo de los dos pareció leer en mis pensamientos y se apresuró a informar:
- No necesitas comerlo todo, solo lo que puedas. - Realmente la comida sin sabor del lugar me tenía muy arto, y en ese momento no era mi principal preocupación. Por lo que pensaba comer solamente la compota esa, la típica de manzana que sirven en el hospital. Sin embargo él se adelantó, aproximando el plato con una cosa verde y un poco de carne hacia mi. - Pero igual inténtalo ¿bien? - No me quedó otra. Comí un poco de carne y de verduras. Lo que no era verdaderamente difícil puesto que simplemente no tenía el gusto de nada. Pero rápidamente seguí con mi plan inicial.Mientras comía los dos se sentaron a mis costados, Alexander en una pequeña silla, y Samuel medio sentado a mi lado en la camilla. Al tiempo, ellos se daban pequeñas miradas, y Samuel acariciaba mi espalda y cabello durante todo el proceso. El silencio no era incómodo, y las caricias tampoco. Incluso para ese momento ya no estaba molesto con ninguno de ellos. Muy avergonzado si, pero no molesto.
De igual modo tenía curiosidad de lo que me iban a decir. Si bien entiendo que estén casados y así, no sé porqué están los dos aquí; normalmente un médico no debería actuar de esa forma con un paciente y no hay ninguna razón para que traiga a su pareja al trabajo tampoco...Al terminar no sabía como empezar con la conversación, así que solo alejé la bandeja, esperando a que Alex siguiera leyendo mis pensamientos. ¡Lo que increíblemente sí sucedió! Él se levantó y me quitó el plato de delante mientras ambos me felicitaban, lo que me pareció raro, pero igual se sentía tierno.
Por fin el ojiverde se volteó a verme, y acercó su asiento. Y Samuel empezó con la tan esperada charla. Todos estábamos impacientes.
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...