Realmente, no importa cuánto tiempo pudiera pasar, me encanta cuidar de mi bebé. Mientras Alexander se aferraba a mi, viendo atentamente como cuidaba de nuestro hijo, yo me centraba en mi tarea. El pequeño, ya bañado y medio dormido sobre el cambiador, ni siquiera se dio cuenta de que lo estaba vistiendo.
Con el mayor cuidado de que era capaz, me dispuse a ponerle su body, pasando primero su cabecita, y luego sus bracitos por los huecos de la prenda, para finalmente cerrarla entre sus piernecitas. También le puse un par de medias en sus piececitos: ese día hacía frío... para terminar le puse sus pantaloncitos de pijama, que eran igual de esponjosos que el abrigo del mismo. Mi niño estaba limpio, séquito, ¡y listo para dormir un rato!
Con suavidad, lo tomé en brazos y lo llevé hasta su cuna, pero, inesperadamente, mi angelito abrió rápidamente sus ojitos al sentir el toque de la almohada. Un llanto de bebé se hizo escuchar al instante.Así que, sin demasiado remedio tuve que levantarlo de su camita y esperar a que se durmiera de nuevo... infelizmente, el segundo intento no fue más fructífero que el primero, y una vez más, Marquitos se terminó despertando... Aún así, parecía estar a medias en su espacio. Por lo cual, no era fácil comunicar con él para intentar comprender el problema...
Por ello, y antes de que el chico se despertara de forma definitiva, decidimos llevarlo a nuestra habitación. Una vez en el cuarto, nos terminamos por acostar todos, juntitos. En esta ocasión el bebé no se inmutó por el toque del colchón: supongo que inconscientemente sabía que estábamos allí con él...Infelizmente, el día anterior me había llegado bastante papeleo del trabajo, así que estaba realmente ahogándome en él... Sin más remedio, y después de algunos minutos con mis dos pequeños, los terminé dejando dormiditos en la habitación, para dirigirme finalmente al salón, donde mi ordenador me esperaba todavía encendido...
La pequeña pausa había totalmente regenerado mis energías: haría todo lo posible para poder estar con mis nenes cuando estos despertaran.
Después de más de una hora de haber retomado mi trabajo, escuché como un trueno hizo un ruido tremendo afuera. Generalmente no me importaba, a Alex y a mi nos encantaba la tormenta; pero no se podía decir lo mismo de Marquitos, a quien realmente le asustaba todo el ruido y las luces blancas... Paré unos segundos para escuchar a mi entorno: todo estaba tranquilo, solo se escuchaba el vendaval en el exterior. Internamente, rezé para que el niño no se despertara ahora. Y para mi suerte, eso no pasó... Eso si, al levantarme rumbo a la cocina para hacerme un café, escuché otro ruido, estridente. Miré a todos lados, era un poco raro...
Con el café en mano, di la vuelta a toda la parte baja de la casa, mirando por cada ventana. Era un ruido bastante curioso...
Finalmente, me volví a parar en la cocina, era allí que el chillido era más fuerte... Miré un tiempo hacia fuera...
En un determinado momento mi mirada se posó bajo el cerezo del jardín, donde anteriormente había encontrado a Marcos...
En aquel preciso instante, mientras salía al jardín, bajo la fuerte lluvia, me estaba golpeando mentalmente. Tal Vez no era la mejor idea: no sabía porque lo hacía, no sabía si Alex realmente estaría muy contento con aquello, ni si era bueno para mi niño... ni siquiera sabía lo que haríamos con él...
Al aproximarme de donde venía el ruido, lo vi, bajo el temporal: un gatito gris... probablemente, el que había visto mi nene hace pocas horas. Tuve una pequeña hesitación:
- Mierda... - Exclamé en un susurro, antes de bajarme para recoger al gato...
Claro está, sería demasiado fácil si se dejase hacer de buenas a primeras: al momento de alcanzarlo, el pequeño animal se fue a esconder del otro lado del árbol, lo seguí. Evidentemente, tuve que pasar por encima del charco de lodo, que se formó de ese lado... "Bueno... está bien.." pensé, todavía tranquilo. Pero de nuevo, hubiera sido demasiado fácil. Así que, al momento en que lo iba a agarrar de nuevo, él se asustó con un trueno, y subió al árbol. "Genial" pensé, un poco menos convencido por la idea de llevarlo conmigo adentro... aún así, le di una última oportunidad: el cerezo era y'a bastante grande, pero sus primeras ramas se podían alcanzar con facilidad... Por lo tanto, me dispuse a trepar hasta poder llegarle. Extendí mi mano, y al momento de lograrlo, el muy estupido del gato se fue más arriba, hasta un sitio difícil, sobre todo para mi, que no era propiamente pequeño para apoyarme en esas ramas... "Bueno, al carajo", pensé, yéndome de allí ya molesto...Probablemente había caminado la mitad del recorrido hacia la casa, cuando el pinche gato empezó de nuevo su gritaría. "Imbécil", pensé. Pero quizás el imbécil era yo, por volver hacia el cerezo... Esperé un momento, de forma bastante impaciente, todo hay que decirlo, para ver si el gato se movía, pero no...
- Te odio. - Dije, insistiendo bien en la última palabra, antes de volver a subir al árbol... En esta ocasión, después de trepar a las ramas de las cuales no estaba muy seguro antes, lo atrapé con un gesto rápido y preciso. "¡Por fin! Idiota..."Como pude, bajé de allí, y volví a la casa, dejando mis zapatos en la entrada, de todas formas tendría que cambiarme totalmente. Sin hacer ruido, dejé el gato en el baño del primer piso, y fui hacia mi habitación. Lancé una breve mirada hacia mis hombrecitos, que todavía dormían plácidamente, sonreí medio divertido, medio fastidiado, y me fui...
Me bañaría abajo para no despertarlos. Al llegar al baño, tomé una ducha, mientras el gato me miraba con desconfianza.
- Ya me las pagarás no te preocupes. - Dije hacia él mientras me quitaba el shampoo, pensando en el baño que me preparaba a darle...Después de mi venganza, y de un felino poco complacido claro está, me fui a buscar algo para que comiera: finalmente, le dejé una lata de atún que había por allí... "¿Por qué tenemos eso?" pensé, acordándome de la alimentación un tanto dudosa del supuesto médico de la casa...
Sin realmente comprender porque había hecho todo aquello, y un poco receloso de lo que pediría pensar mi maridito al respecto, volví, como no, a mi trabajo... Pocos minutos después, el gato se vino a acostar en el sillón, no muy lejos de mi, volviéndose a limpiar con su lengua... Quizás no era tan malo...
- Idiota...
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...