📓 Capítulo 45 📓

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Marquitos terminó despertándose de su siesta mientras yo trabajaba un poco. Alex se había ido a hacer algo en la cocina, y el chiquito estaba acostado en una manta, sobre la alfombra del salón. Mi niño estuvo gran parte de la tarde en su espacio. O al menos no muy lejos. Como me lo imaginaba, debía tener unos tres añitos, tal vez menos, y aunque su parte de niño grande siempre estaba cerca, podíamos ver como se dejaba llevar. Rápidamente demostró interés por algunos juegos, sobre todo los que hacen ruido. Eso igual supone un problema para el futuro, pero creo que de momento lo hemos disfrutado tanto como el.

- Hola bebé. - Le sonreí un poco mientras alejaba un mechón de cabello de su frente. Él se ruborizó un poco, y respondió con un pequeño "hola" también. - ¿Dormiste bien? - Pregunté, todavía acariciando su cabecita. Solo obtuve un pequeño asentimiento. Al parecer el niño grande había vuelto. Aún así no lo cuidaría diferente.
Al ver que estaba un poco melindroso, y adormilado todavía, terminé tomándolo en brazos, para acto seguido levantarme del suelo. Una vez estuvimos cómodos en el sillón, lo senté sobre mi regazo, con su pecho contra el mío, mientras lo sostenía con una mano bajo su cintura y la otra en su nuca. Mi niño tenía su carita escondida en mi cuello, y podía sentir sus mejillas arder. Estuvimos así un instante, hasta que lo sentí jugar con los botones de mi camisa. Iba a explicarle que ya no faltaba casi nada para la cena, que se había portado muy bien estos días, pero que ahora tendría que empezar a comer en su sillita, cuando Alex llegó con varios platos con pollo y papas fritas. Me quedé mirando, mientras se dirigía hacia los DvDs.
- ¿Dormiste bien principito? - El niño asintió, todavía con su cabecita sobre mi hombro. Alex sonrió tiernamente por el gesto. - ¿Quieres escoger la peli? Hice pollo. - Cuestionó, alegremente. Y tan rápido como lo dijo, mi bebé salió corriendo hacia su dadá.
- ¡SIII! ¡Quiero ver a Kiki!
- ¿Como? - Pregunté sorprendido. - ¿Pero qué hacéis?
- ¡Es noche de pelis papá! Dadá me lo prometió. - Me respondió con máxima naturalidad, ya sin ninguna pizca de vergüenza, girándose para buscar su película.
- Pero... - Voltee a ver a Alexander. - Creo que mejor nos vamos a...
- Cállate Samy. - Dijo divertido, empujándome un poco. Si fuera por él, lo haríamos todos los días. Pero a mi realmente no me gustaba, no quería que el niño heredase esa mala costumbre.
- ¡Amor! - Los dos me miraron con una expresión de burla. Realmente intenté ponerme serio, cruzarme de brazos y no ceder. Pero mi bebé tenía esos ojitos de gatito hambriento, y Alex, bueno Alex era el mismo, y probablemente estaba maquinando un terrible plan para acabar con mi vida, si no decía que si. - Limpias tu. - Refunfuñe finalmente resignado.
- Si, lo que sea... - "Ok, limpiaré yo" pensé.
- Y quiero otra peli.
- Peroooo... no papá, me gusta Kiki. ¡Por favooor! - Mi niño se había sentado de nuevo en el suelo, hasta entonces no me había dado cuenta de que se había ido caminando hasta su dadá. De nuevo esa carita angelical me estaba haciendo derretirme. Mi bebé estaba en el piso, dando pequeños brinquitos mientras jalaba un poco de mi pantalón. Era tan mono.
- Pero mira cariño... - Intentaría ganar al menos esa discusión: todavía no me terminaba de recuperar de las últimas quinientas veces que la vi. Lo tomé en brazos para que pudiera ver mejor las estanterías. - Seguro hay alguna que todavía no has visto, ¡dadá tiene muchísimas!
- Pero me gusta el anime. - Respondió bajito, llevándose inconscientemente su dedito a la boca. Era muy lindo, se estaba acostumbrando al chupete creo... Aún así lo quité rápidamente, para continuar la negociación: a mi también me gustaba, pero no ese...
- Si, a papá también, pero podríamos ver otro diferente, ¿si? Seguro que podíamos ver uno distinto cada noche con todo lo que hay ¡mira! - Intenté llamar su atención, enseñándole la estantería correspondiente.
- Hum... no sé... - Alex nos miraba juguetonamente, mientras robaba una papa en el plato, con su mueca de superioridad, porque al niño le encantaba su peli favorita. - ¿Cuál te gusta papá? - Preguntó con algo de duda. Estuve pensando unos segundos...
- Esta me gusta mucho. - Saqué la cajita de su lugar.
- Oh... tampoco la conozco. - Hizo un pucherito.
- No pasa nada, no es tan conocida como las de Miyazaki, podemos ver otra mi rey.
- ¡No! Quiero esta. - Se apresuró a decir mientras tomaba la caja.

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora