Era viernes por la noche, la lluvia afuera caía sin parar desde el día anterior. Y como era de esperarse, mi lindo niño se encontraba bastante aburrido. Además, su papá no se encontraba en casa. Samy se había ido a una conferencia desde el inicio de la semana.
Ese día en particular, mi príncipe se sentía grandecito, y como todo un adolescente rebelde decidió que me haría batallar por cualquier cosa. Entre otras muchas, decidió por ejemplo que no quería que lo bañara en la mañana, cosa que sí terminé haciendo de igual manera; o que le diera su bibi. Incluso tuve que batallar para cambiar su pañalito, lo que nunca sucedía.
- Corazón, ven a comer. - Llamé, pasando mi cabeza por el marco de la puerta. Mi niño se encontraba jugando en su ordenador.
- Voy. - Respondió desinteresado, sin quitar su vista de la pantalla.
- Bebé, hablo en serio. - Dije, recostándome en la pared, cruzándome de brazos.
- ¡Yaaaa! - Su frustración era evidente. - Ya voy... - Lo dejé terminar lo que hacía, mirándolo desde mi posición. Después de unos 5 minutos, terminó su partido, y vi como lanzaba otro. No pude evitar fruncir el ceño.
- ¿Marcos? - Él se giró a verme, con cara de enojo. Si no estuviera haciendo berrinche desde ayer, quizás me pareciera gracioso su gesto. - ¿Qué te pedí?
- Ya... ya voy. - Respondió rodando los ojos, volviendo a lo que hacía.
- Ahora. - hablé serio. No obtuve respuesta. - Ya estuvo bueno.Sin esperar más, me fui hasta él, levantando por las axilas. Mi pequeño se debatió un poco, e iba a empezar a rezongar, cuando sintió una palmada estrellarse sobre su colita. Ya me estaba sacando de quicio.
- Y sin berrinches niño. - Exigí, haciéndolo recostar su cabecita en mi hombro.
- ¡No es justo! ¡Déjame! Estaba...
- A dadá no se le grita. - Le infomé. No necesitó más para empezar a patalear y a hacer escándalo. En serio, tuve que reunir toda mi calma para no castigarlo en aquel momento. - Tu lo que necesitas es un sueñito. - Le dije, propinando un par de nalgaditas más fuertes sobre su pañal.En ese momento, vi como mi muñequito embrujado empezó un llanto lleno de sentimiento. Sí que estaba cansadito mi bebé. Después de la comida, lo llevaría a que se echara una siesta.
- Ya principito mío, shuuu ya pasó... Ya pasó... - Lo arrullé varios minutos, haciéndolo rebotar en mis brazos. Dejando algunas caricias en su espaldita y su cabello.Mi pequeño príncipe no pensaba cooperar, y su llanto silencioso me partía el alma. De cierta manera, no podía enojarme con él, aunque se mereciera unas cuantas nalgadas por su comportamiento.
Sintiéndome impotente, viendo como se atragantaba entre lágrimas y moquitos, decidí no molestarlo más. Ágilmente, todavía con mi niño en brazos, me dispuse a preparar su bibe, para acto seguido llevarlo a que durmiera.Marquitos tampoco pensaba dormir en su cunita, bueno, en realidad no pensaba dormir del todo... Algo me decía, que ni él mismo sabía si era grande o pequeño en aquel momento. Por unos segundos llegué a pensar en lo adorable que era él; y lo blandito que podía llegar a ser yo... Una sonrisa boba se apoderó de mí, pero, para mi gran desesperación, no pasó desapercibida para mi niño. Al contrario, el llanto que ya casi terminaba, volvió aún más fuerte. Si: claramente estaba exhausto...
Ya recostado sobre su cama, con mi espalda en la cabecera de la misma, y mi niño sobre mi falda, intenté, en vano limpiar su carita. Pero lejos de calmarlo, eso lo alteraba más. Me resigné: tendría que escucharlo llorar hasta que solito se tranquilizara. Aquello me dolía tanto...
Con cariño, le iba propinando palmaditas leves sobre su espaldita, para que no se atragantara. Por lo menos, teniendo en cuenta de todo lo que había mejorado mi principito desde que llegó con nosotros, ya no necesitaba preocuparme por su respiración errática, o su corazoncito, que palpitaba más de la cuenta. Eso, lograba transmitirme algo de paz en aquellos momentos tan dolorosos.
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...