Dadá se quedó dormido sobre mi regazo. ¡Hoy lo cuidaría mucho! Hace varios días que no pasamos tiempo solo los dos, y él estaba muy cansado. Así que me encargaría de que descansara, ¡y no lo dejaría ni un minuto!
A decir verdad, no estaba tranquilo. Pensé que había hecho algo mal, que dadá ya no me quería. Pero le enseñaría que podía ser un niño bueno. Mientras pensaba en cómo cuidarlo, le acariciaba su pelo castaño. Él dormía profundamente, eso sí, pude notar como estaba realmente exhausto y sus facciones contraídas. Me preocupaba mucho... Mientras pasaba delicadamente mis dedos por su cabello, veía con interés el pequeño movimiento de sus iris bajo sus párpados. Se movían rápidamente: estaba soñando.Me quedé observando de aquella forma un buen rato. Dadá era más pequeño que papá, pero aún así, tenía un físico bastante imponente. Lo que contrastaba mucho con su personalidad dulce y afable.
Perdido en mis pensamientos, no me di cuenta cuando papá entró a la habitación y se sentó a mi lado sobre la cama.
- Hola cariño. - Me dejó un pequeño beso en la frente, mientras pasaba una mano en mi espalda.
- 'la. - con mi chupete no lograba hablar muy bien a veces, pero me gustaba, así que no me importa.
- ¿Te portaste bien?
- Humhum... - Asentí despacio.
- ¿Que pasa nene?
- Na'a.
- ¿Nada? ¿Seguro? - Papá alejó un mechón de pelo de mi frente.
- Shi. - Me detuve unos segundos. - No hables, dadá due'me. - Le dije ya un poco molesto, porque lo iba a despertar.
- Oh... ya veo. - Sonrió discretamente mientras miraba a dadá. - Aunque creo que tenemos que despertarlo de todos modos...
- Ño... - Me frustraba, ¡quería que se sintiera mejor!
- Nene, dadá necesita comer también ¿vale?
- Hum... - Negué. No quería que se alejara de mí...
- Que si bebé. Luego podéis dormir una siesta los dos. Pero primero hay que comer.
- ¿Lo'dos? - Pregunté medio convencido.
- Si, los dos precioso. - Me respondió rápidamente.
- ¿Y con Félix y Gigi? - Ellos también velarían a dadá.
- Si mi rey, ellos también harán una siesta con ustedes. - De espacio asentí. Yo me sentía muy bien cuando dormía con ellos, ¡así que dadá también se iba a sentir mejor!En silencio papá se desprendió de mí, para acercarse a dadá, y dejarle un beso en su mejilla. Acto seguido, dadá se movió un poco. Papá me miró divertido y me quitó mi chupete, a lo que entendí lo que quería hacer, y decidí seguirle el juego. Me bajé un poco para también darle un besito a dadá, y luego papá, y así seguimos unos segundos mientras dadá emergía de su sueño. Cuando abrió los ojos, todavía sobre mi regazo, dadá tenía una hermosa sonrisa en su rostro.
- Hola mi amor. - Papá habló con más un beso, en esta ocasión en los labios de dadá. Sí que podía ser mieloso... Después de unos segundos de esperar a que dadá me viera, los terminé separando yo mismo. ¡Era mi dadá!
- ¡Hola dadaaaa! - los dos se echaron a reír. No era gracioso.
- Hola cosita. - Dadá todavía acostado sobre mis piernas apretujó delicadamente mi mejilla. Para acto seguido levantarse.
- Que lindo se ve tan celoso. - Papá se burló. ¡Pero eso no era cierto! Solo lo echaba de menos...
- Ñooo... - Por inercia me abalancé hacía dadá, para pedirle que me hiciera upa. Inmediatamente, él me tomó en sus brazos, escondiendo mi cabeza contra su pecho.
- Shuuu bebé shuuu... papá estaba bromeando principe. - Las caricias de dadá en mi espalda me tranquilizaron un poco.
- Aún así se ve lindo. - Miré muy mal a papá.
- Samy, cállate. - No pude evitar una pequeña carcajada involuntaria. Al darme cuenta una nalgada se estrelló en mi trasero. Ni dolió, pero tampoco hacía falta que lo supiera papá...
- Que no me digas así...
- Que no le digas celoso a tu hijo. Es mi principe, ¿verdad? - Dadá me apartó un poco de él, para que lo pudiera ver. Yo asentí feliz.
- Como digas... Trae a tu príncipe y venid a comer. - Papá se levantó de la cama, tendiendo una mano a dadá para ayudarlo a levantar igualmente. Una vez listos nos fuimos a la cocina.Papá pidió pizza para el almuerzo. ¡Me encantaba! Y aún que las de dadá fueran mejores, comí sin rechistar. Eso sí, tuve que convencerlos para que me dejaran comer sobre el regazo de dadá. ¡No me iba a separar de él por nada!
ESTÁS LEYENDO
Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...