🔖 Capítulo 50 🔖

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Mientras terminaba de darle su lechita a un pequeño niño mimado. Su papá se fue a abrir la puerta. Todavía era temprano, así que me preguntaba quién podría ser... Varios minutos más tarde Samuel todavía no había vuelto, así que después de que el chiquitín terminara su botella, decidí ir a ver.

Lo dejé en el sillón con la tele prendida, y le pedí para que se comportara, y me fui hacía la puerta. Samuel estaba hablando con una mujer.
- ¿Quién es chéri? - pregunté al acercarme.
- La señorita ya se iba a... - Antes de que mi esposo terminase su frase, la mujer irrumpió en nuestra casa, como un huracán.
- ¡Aquí estás pequeña mierdecilla!
- ¡¡AAHHH!! - Naturalmente mi esposo y yo corrimos hacia dentro. Al ver esa mujer tirar del pelito de mi niño, mi sangre hirvió.
- ¡Suéltalo! - Samuel rápidamente la agarró fuerte del brazo para alejarla de nuestro hijo pero ella no se detuvo.
- Il t'a dit de le lâcher connasse! - Cuando me di cuenta que estaba dañando más a mi bebé, me abalancé sobre ella, la tomé por los pelos lo más fuerte que pude, tirando hacía atrás. Ella se cayó estrepitosamente en el suelo. Me apresuré a tomar mi niño en brazos, que rápidamente se aferró a mi, como si su vida dependiera de ello. - Shushushu... ça va... Shushushu, todo bien bebé.
- ¡Hijos de puta! ¡¿Qué creéis estar haciendo?! ¡Y tú! - Samuel se puso entre nosotros y ella.
- ¡Cállate, largo de aquí! - Samuel jamás golpearía a una mujer, por mi parte, no estaba tan seguro de ello.
- ¿Largarme? No... Ese pedazo de animal me pertenece y no me voy sin él.
- Entonces se va con la policía. - Ella intentó avanzar, Samuel la empujó.
- ¡Es mi hijo! - En este momento ya no se necesitaban presentaciones, creo...
- Largo... El es mayor y hace lo que le plazca. - Samuel se quedó firme. Mi pobre niño se pegaba cada vez más a mi, como si quisiera desaparecer en mis brazos. Decidí que ya era demasiado para él, y me lo llevé, mientras Samy se encargaba de esa maldita...
- ¡El no es nada! ¡Y tu no te vayas o te...
- ¡FUERA HE DICHO! - Lo último que vi antes de llegar a la habitación, fue como Samuel la arrastraba hacia la calle, con un buen portazo en la cara.

Una vez a solas, mi niño se derrumbó en un mar de llanto. Pero no uno como de bebé, no el pequeño llanto de cuando no sabía qué hacer, o ese con pequeñas lágrimas de cocodrilo que fingía para ganarse algo, y que por cierto nos encantaba de cierta manera. No... Era uno muy dolido, silencioso, como esos que solían pasar al principio, cuando nos hablaba del infierno que le hicieron vivir. Uno que me destrozó el alma.

Yo no pude más que sostenerlo en mis brazos y apoyarlo. Pero realmente, no supe qué decir. Los dos debíamos estar igual de confundidos. Todo fue tan rápido... ¿y porque volvió ahora? ¿Después de casi 7 años sin aparecer en su vida?

En un momento terminé acostándome con el bebé en la cama, él todavía escondía su cabecita en mi cuello, y lloraba sin hacer ruido. Cómo sabía que lo calmaría bastante, procedí a darle pequeñas nalgaditas sobre su colita, esperaba a que tal vez se durmiera o algo. Al hacerlo, me di cuenta que mi principito se había hecho pis. No dije nada, lo cambiaría más tarde.
Eventualmente, mi pequeña técnica, como siempre, había funcionado. Mientras mi niño se tranquilizaba le cantaba una canción de cuna, eso permitió que se terminara durmiendo. Escondido entre mi cuello y la almohada, supongo que no logró escuchar las sirenas de policía, que rezaba (sin mucha esperanza) no fueran por nosotros.

Unos cuarenta minutos más tarde, mi esposo entró a la habitación. Se veía más calmado, pero molesto. Yo estaba de espaldas hacia la puerta, por lo cual tuvo que darle la vuelta a la cama, antes de que pudiera verlo. En silencio, él se agachó cerca de nosotros para besar la cabecita del niño, y me dejó igualmente un corto beso en la frente, antes de acostarse a medias, al otro lado de la cama.
Yo estaba demasiado curioso, por lo cuál no tardé mucho en preguntar lo que pasó.
- Se la llevaron. - Le miré un poco sorprendido. - Estaba gritando como loca afuera del jardín. Le dije que saliera, no lo hizo, llamé a la policía. Ella les gritó y amenazó a toda su familia y más, así que la esposaron y la llevaron. - Al escucharlo, yo solo me preguntaba cómo alguien puede estar tan calmado en una situación así. Yo le hubiera quitado la grandeza a golpes... - Así que estuve con ellos explicando mi versión... ¡Ah! Y les di el contacto de Leo por si acaso se le ocurre molestar de nuevo... - "Sip, eres el mejor" pensé. Y un punto más para mí maravilloso hombre. - ¿Y el niño? - Preguntó finalmente más tranquilo, acariciando su bracito con mucho cuidado.
- Muy mal... estuvo llorando mucho. - Asintió tristemente. - Sabes, no podemos permitir que la vea de nuevo, le aterroriza demasiado...
- Ya, lo sé...
- Estuvo llorando en silencio, como antes. - Mi esposo puso toda su atención en mí, sus ojos se abrieron como platos. - Creo que incluso hizo del baño por el miedo...
- Ya veo... - Samy apartó la mirada, de verdad estaba molesto. - Déjalo que duerma un poco más, hablamos con él luego... - Estuvimos en silencio un rato.
- ¿Chéri? - Samy me miró. - Te amo. - Él tomó mi mano y la besó.
- Y yo a ti.
- Chéri... - Él hizo un pequeño ruido de afirmación. - Hay que cambiarlo. - Samy, que ya estaba totalmente acostado, mirando el techo, se giró hacia nosotros, y jaló con cuidado los pantalones del niño, para revisarle el pañal.
- Todavía aguanta, déjalo que descanse un poco más. - Bueno, no me gustaba dejarlo mojado mucho tiempo, pero igual si que no me gustaría despertarlo. Luego lo bañaría y cuidaría bien su pielecita, para que estuviera cómodo.

Nuestro pequeño se terminó despertando casi a la hora del almuerzo. Pero como era de esperarse no muy bien. Desde que empezó a vivir con nosotros, Marquitos demandaba mucha atención: Hablaba mucho y su sonrisa era lo más bello del mundo. Al final era un chico muy alegre; y aún que tuviera un muy mal despertar, la mayor parte del tiempo era suficiente una pequeña sesión de mimos para que estuviera bien.
- Hola corazón. - Susurré al ver que iba abriendo sus ojitos. Solo escuché un pequeño hola, puesto que todavía no se había desprendido de mí. Con mi mano libre pasé unos minutos haciendo caricias en su pelito: le hubiera cantado una nana pero tampoco quería que se durmiera de nuevo. Samy ya no tardaría en llegar con la comida. Aún así mi bebé no pareció muy resuelto a quitar su pequeño refugio, entre mis brazos.

En un momento la manita que sostenía mi camisa se aflojó, para detener mis caricias. Me sorprendí un poco, cuando vi lo que estaba intentando hacer: Lo dudó un instante, pero luego llevó mi mano hasta su traserito. No dijo nada, pero sus mejillas se veían muy rojitas. Me tomó una fracción de segundo comprender lo que realmente quería. Pero ya lo conocía demasiado bien como para no entenderlo. Así que delicadamente le fui propinando pequeños golpecitos sobre su colita. También quise decirle cositas bonitas en su oído para que se relajara aún más, pero mi niño no necesitaba hablar para hacerse entender: Con mucha ternura, llevó su mano hacia mi rostro, para que dejara de hablar. Era tan lindo. Yo casi brincaba por la emoción. Me hubiera encantado que Samy estuviera allí.
- Gracias. - Escuché en un susurro casi inaudible.
- Por nada bebé. - Lo dije casi por inercia, realmente no entendía muy bien lo que quiso decir... Nos quedamos en silencio un buen rato, hasta que Samuel volvió de la calle

———📌———
Nota de la autora:

¡Buenos días, tardes, noches! ¿Que tal?

¡Estoy de vacaciones! ¿Y ustedes? Espero que les haya gustado el capítulo, aún que sea corto.

Les cuento un poco de mi vida, me vine a Portugal por una boda, ¡y la semana próxima me voy à Barcelona! Así que, no habrá capítulo, pero si, una historia paralela: Les enseñaré algunos de los apuntes de Marcos.

Sus borradores serán publicados en mi perfil, como pequeños extra.
Y así igual se queda la tensión en el aire, en lo que toca a esta historia... 😈😈😈

¡Buenos días, tardes, noches et à bientôt!

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