📔 Capítulo 21 📔

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- Bueno yo... - Ambos hombres esperaban mi respuesta, realmente parecían angustiados. Por mi parte tenía aún más dudas, o mejor, miedos, y no quería decepcionarlos. - Que se supone que tendría que hacer?
- Bueno, lo principal sería que te la pasaras bien, descanses, juegues y básicamente eso. Nosotros haríamos todo el resto. - Explicó Samuel, me hacía mucha gracia, esos dos se complementan de maravilla, hablaban uno de cada vez pero siempre con un objetivo común, era muy lindo, realmente se amaban.
- ¿Todo? - No sabía muy bien lo que me pasaba en ese momento pero solo podía repetir lo que decían, ¡me urgía saber más!
- Si corazón todo. - Dijo Alexander destacando bien la última palabra. - Te daríamos de comer, te bañaremos, te llevaremos a la cama, te cambiaremos, jugaremos contigo. También nos ocuparemos de tus tratamientos y tus horarios. Te ayudaríamos con todo lo necesario... básicamente, como un verdadero bebito. -  No sabía como explicarlo pero oír todo aquello me ponía los pelos de punta, no en el mal sentido, sino que aparte algunos detalles, se escuchaba bien. Yo nunca tuve esas cosas, y tal vez me las pudiera permitir ahora. De todas formas ya no tenía nada que perder, o tal vez si...
- ¿Me cambiarían? - Los dos afirmaron con la cabeza. -  ¿Y si yo no quiero? Que... que me cambien digo...
- Bueno, como te dijimos esperaremos a que estés más cómodo para ponerte en pañalitos. Pero igual nos gustaría que lo intentes nene. - Lo de los pañales no me tenía muy seguro, pero el apodo ese terminó de convencerme.
- Y... si si lo quiero, que tengo que hacer. Y... y... yo no tengo trabajo y no puedo ayu...
-Calma, calma cosita, no te preocupes ¿no? Mira te explicaremos todo de a poco. - Me tranquilizó Alex. - Todo lo que necesitas por ahora es pensar si lo quieres, y...
-¡Lo quiero! - Dije más emocionado de lo que creí. Los dos se me quedaron viendo con los ojos como platos.

    Alex, que tenía lágrimas cayendo por sus mejillas, se levantó con rapidez y me tomó en brazos. El no era tan grande como Samuel pero igual me sentía pequeño recostado en su pecho, con mi cabeza en el espacio de su cuello. Se le veía realmente feliz. Samuel no tardó en venir con nosotros, juntándose al abrazo. Los dos tenían una hermosa sonrisa.
   
    Nunca me había sentido así, ni siquiera pensé que pudiera hacer a alguien tan feliz con tan poco. Para colmo de mi felicidad, nos quedamos así un rato. En silencio, mientras me acariciaban mi espalda y cabello. Los dos hombres eran muy grandes Alex tenía al menos una cabeza más que yo, y Sam posiblemente dos. Ambos me abrazaban e incluso si me sentía pequeño en sus brazos ya no tenía la desagradable sensación de estar desprotegido, sino todo lo contrario. El momento era realmente maravilloso, solo escuchaba sus respiraciones. En algún momento Sam quitaba una que otra lagrimilla del rostro de Alexander. Y me pareció que daba uno que otro besito muy delicadamente en mi pelo. Me encantaba. ¡Me encantaba todo aquello!
-Que lindo, mira Samy, ¿nuestro niño no es el más hermoso? - Dijo Alex haciéndome rebotar un poco, seguro me sonroje muchísimo.
- Sin duda lo es - Respondió el nombrado besando Alexander. ¿Espera, que clase de apodo es esa?
- ¿Samy? - Cuestioné divertido.
- ¡Amooor! Que no me digas así, ya... - Alex puso los ojos en blanco riendo frente al puchero que hizo Samuel. Al parecer ese apodo era su punto débil.
- ¿Sino que? - Amenazó el contrario.
- Hum... luego hablamos. - Respondió muy serio el mayor. Me daba miedo. Definitivamente no le llamaría así jamás. Pero fatal, imaginaba que en mi nueva condición igual tendría que llamarlos de alguna manera específica, a lo que sería mejor preguntar.
- Y... ¿y yo?
- ¿Hum? - Se voltearon a mirarme de nuevo. Ser el centro de la atención se me haría muy difícil.
- ¿Co...como debo decirles? Tartamudeé un poco mirando mis manos...
- Awww mi principito, como te guste mi amor. A nosotros nos encantaría papá, daddy, dadá, papi o así, porque nos vamos a esforzar mucho para que nos veas lo más posible de esa forma. - Bueno, puestos a elegir, lo haría de inmediato.
- ¿Papá? - Dije apuntando a Samuel.
- Sí cariño ¡eso es! - me dijo muy conmovido revolviendo mi cabello.
- ¿Y dadá? - Creí que sería lo mejor, no sé porque pero ya me imagino quién será el más blandito conmigo, así que le quedaría bien. Además pareció gustarle: de inmediato me dio un gran beso en la mejilla. Si, de verdad podría acostumbrarme a eso...
- ¡Me encanta corazoncito! - dijo Alex, bueno... dadá.
- ¡Está para comérselo a besos mi bebé! - Al decirlo, mi nuevo papá empezó a jugar. Era algo muy nuevo para mi, y aunque estuviera un poco avergonzado, no pude parar de reír, mientras él fingía morderme mis brazos, y me hacía cosquillas.
- ¡Ay no! ¡No! ¡Nece... necesito ir al baño! ¡No! - Se me habían olvidado totalmente las ganas, ¡pero con tantas risas ya no podría esperar más! Al escuchar mi desesperación detuvieron los juegos. Y me miraron fijamente.

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora