📓 Capítulo 59 📓

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    ¡En unos días nos íbamos de vacaciones! Como lo habíamos prometido al principito de la casa, nos iríamos a París. Todos estábamos emocionados arreglando los últimos detalles. Y Marquitos no hablaba de otra cosa: era la primera vez que iría a otro país, la primera vez que tomaría el avión, la primera vez que nos íbamos de viaje juntos, la primera de muchas cosas, el niño se acostaba pensando en ello, y se levantaba pensando en ello. Incluso cuando estaba más pequeñito, hacía "grandes" torres con sus bloques, y jugaba, imaginando que sus peluches iban a visitar la Torre Eiffel. Ahora que lo pensaba, habría que decirle que, normalmente, no debería haber un gato gigante muy malo que viniera a derribar la Torre cuando fuéramos a verla: no me gustaría desilusionarlo...

    A decir verdad, ver a mi niño jugar era mejor que leer cualquier libro o ver cualquier película de acción. Él tenía mucha imaginación, y realmente era muy entretenido verlo. Pero bueno, nadie necesitaba saber que lo hacía. Que a veces fingía leer un libro por segunda vez, pero realmente me quedaba escuchando sus historias...
    Sin embargo, no podía detenerme de momento, a ver qué inventaba el pequeño: hace un rato, lo habíamos dejado jugando en su corralito, mientras organizábamos la casa y las maletas. El niño se encontraba a medias en su espacio, así que preferimos garantizar su seguridad.

    No hace falta decir que al bebé no le agradaba para nada quedarse allí. Aunque después de un pequeño soborno haya aceptado entrar, no terminaba de querer llamar la atención. Su corralito estaba a un lado de nuestra cama, puesto que arreglábamos todo en nuestra habitación. Lo hacíamos lo más rápido posible, porque en la tarde tendríamos que ir a nuestros respectivos trabajos, todavía quedaban unas dos semanas, pero había muchos trámites que hacer...

    Por al menos la séptima vez, el niño dejó caer "accidentalmente" uno de sus juegos fuera del cercadito, lo que logró empezar un nuevo berrinche. Rápidamente, Alex le alcanzó el rompecabezas de madera, y cada pieza que se le había caído. Menos mal, porque la paciencia me estaba abandonando lentamente.
- Aqui bebé shuuu mira, mira, aquí está. - Alex calmaba sus lagrimillas, tan falsas como los sentimientos de mi ex, y le devolvía el juguete. - Ten corazoncito, ten cuidado vale. No dejes que se te vuelva a caer, ya no te lo vuelvo a recoger ¿si? - El niño asintió todavía lloriqueando, después de unos mimos, Alex se fue de nuevo a por su ropa.

    Pocos minutos después, y al darse cuenta de que estaba "solo" Marquitos decidió volver a intentarlo. En esta ocasión lo detuve.
- Marcos, no. - El pequeño se quedó mirándome sorprendido. - No te lo voy a recoger. - Esta vez, el niño lo pensó un poco, y volvió a jugar tranquilo. Sin embargo, al momento en que me volví hacia mi esposo para contestarle algo, el pequeño travieso no perdió ni un minuto: el rompecabezas hizo un ruido estrepitoso al impactar con el suelo. Al instante mi esposo y yo lo miramos. Inocentemente Marquitos pidió a que le alcanzáramos su juego. Se lo negué. Y Alex tampoco lo hizo. El niño se había quedado advertido.

    Mi nene estuvo llorando un buen rato. En cierto momento Alex quiso ir a buscarlo, pero acordamos que a veces, habría que imponer límites. Aún así, y para no castigarlo, decidimos que mejor lo dejábamos pensar un poco. Después de unos minutos, Marquitos había dejado de llorar, y se estaba medio durmiendo en su corralito. En ese momento le fui a dejar su chupete, y aproveché para hacerle unas caricias en su pelo. Tampoco quería que se sintiera abandonado. Se estaba portando mejor...

     Unos veinte minutos más tarde, estábamos escogiendo la ropita que llevaría nuestro niño de vacaciones, cuando un ruido fuertísimo nos hizo volver hechos humo a nuestra habitación. A esas alturas, nuestro bebé lloraba a mares. Al ingresar en el cuarto no lo vi de inmediato, pero su llanto nos hizo encontrarlo rápidamente. Nuestro bebé se había caído entre la cama y el corralito. Justo encima del puto juguete de madera.

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora