📓 Capítulo 79 📓

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- ¡NOOOO! - No eran ni las ocho de la mañana, y mi nene ya andaba gritando a pleno pulmón. Habían pasado dos días desde que me confesó la razón de su mal comportamiento. Y, si de cierta forma me disgustaba la idea de que mi bebé tuviese un novio, o una novia tan pronto, tampoco me gustaba verlo desilusionado.

Después de hacerme su pequeña confidencia, mi niño estuvo mucho más apegado a nosotros. Ya no le importaba para nada verse tan chiquito frente al resto de la familia, e incluso aprovechó para ponerse al día con los mimos y los juegos... Nuestro niño bueno había vuelto, y más meloso que nunca. Y, el pequeño episodio de los días anteriores se quedó como un secreto de padre e hijo: ni siquiera Alexander estaba al corriente de la pequeña desilusión amorosa de su principito...

Pero, para estas alturas, nuestro querido retoño había dejado su aparente tranquilidad, para rompernos los tímpanos a gritos: ese día llegaba mi suegro. Pero el resto de los mayores no estarían disponibles para recogerlo, y nosotros queríamos hacerle la sorpresa.
Marquitos estuvo muy contento de volver a ver a su abuelito, al menos hasta que supo que lo iríamos a buscar al aeropuerto...

- Vamos mi vida... - Alexander intentaba calmarlo lo mejor que podía, paseándose de un lado a otro del cuarto. - El abuelo estará muy feliz de que lo vayas a buscar ¿si?
- ¡Noooo! No quiero... - Ya estábamos listos para irnos, el aeropuerto todavía estaba un poco alejado, eso sí, ya íbamos con retraso. El niño no dejaba de llorar y patalear, y sus ojitos ya se veían bastante rojos.

De todas formas no hubo opción: nos lo tuvimos que llevar; aunque dejarlo en su asiento fue una dura prueba. Marquitos no dejó de llorar hasta que varias veces le prometimos que no lo quitaríamos de vista, y que se quedaría en nuestros brazos siempre... Finalmente un grato silencio se instaló en el habitáculo del coche.

- Le diré al abuelo... - Anunció finalmente, desanimado, después de sorbarse su naricita.
- ¿Ah si? ¿El que? - Pregunté divertido, pensando que se refería al berrinche de hace unos minutos...
- Que me dejaron solo, y me dió miedo... - Respondió fingiendo desinterés. Mi esposo y yo nos miramos incrédulos.
- No, ni se te ocurra. - Alex se giró hacia atrás, medio paniqueado, para ver al niño. Marquitos se cruzó de brazos.
- ¡Pero es cierto! Y yo ni quería volver allá...
- Si pero... bueno, solo vamos a buscar al abuelo, y volveremos rápido ¿vale? No hay que preocuparlo con eso... - Mi maridito estaba realmente tenso, y lo entendía, si se enteraba, Jaime nos cortaría el cuello. Especialmente a mi... Este pensamiento me hizo tragar saliva.
- Si, no hay necesidad de preocupar al abuelito. - Repetí. - Si te portas bien, incluso puede que ganes un premio, ¿te parece? - Continué, esperando comprar su silencio...
- Hum... ¿un premio? - "¡Eso!" Mi pequeño manipulador tampoco se podía resistir a un buen soborno.
- Si. Si te portas bien, te damos un premio. Hum... ¡Un juguete! - Intentó Alexander disimulando su desesperación. Mi nene reflexionó unos segundos en silencio.
- No, ¡quiero un dulce! - Respondió animadamente, dando pequeños brinquitos en su lugar.
- Vale. - Los adultos asentimos a la vez.
- ¡Un pastel!
- Está bien. - Alex accedió a regañadientes.
- ¿De fresa?
- Si mi vida, ¿pero es secreto vale? - Preguntó ya más sonriente. El niño asintió.

⏳⌛️

El resto del viaje se pasó en relativa calma, mientras mis hombrecitos jugaban al «veo veo». Marquitos estuvo demasiado entretenido, y ni se dió cuenta que ya habíamos llegado. Cuando sintió el auto detenerse, mi bebé se tensó un poco. Eso sí, Alex pudo recogerlo sin problema, el pequeño se quedó echo bolita sobre el pecho de su dadá. Mientras caminábamos, mi esposo iba dejando algunas caricias tranquilizadoras por la espalda de nuestro muñequito. Inesperadamente eso lo tranquilizó mucho.

Rápidamente, su pavor se transformó en excitación: ya no podía esperar a ver a su abuelito. Y no era para menos, Jaime era el típico abuelo consentidor, que a todo le decía que sí. Su tristeza, en aquel momento se resumía en unos lindos ojos azules, un poco enrojecidos por el llanto. A veces me preguntaba si no era algo bipolar el niño...

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