Si un dia me dijeran que me convertiría en ama de casa, no me lo creería. Pero ahí estábamos: una semana después de que Mike intentara someterme, y de que, junto con Samuel, decidiera dedicarme totalmente a nuestro hijo.
Mís energías habían vuelto a mi cuerpo, y me sentía mucho mejor. A veces, pensaba en ese momento tan angustiante, en el cual no tenía fuerzas, en el que mi cuerpo estuvo a la merced de quien fuera... Una corriente eléctrica recorría todo mi ser, hasta mis extremidades al imaginarlo.
Pero, en la noche, Samy impedía esas imágenes: le pedía mucha más atención de lo habitual y él parecía encantado en dármela... Dormíamos en cucharita todas las noches, y todas las noches me dejaba una hermosa marca rojiza en mi cuello. ¿Parecía contraproducente? Igual sí... Pero así era Samuel: sorprendente, y lo suficientemente único como para convertir un mal recuerdo en una linda rutina.
Pero dormir en cucharita tenía sus inconvenientes: el muy egoísta se levantaba demasiado temprano en las mañanas. No eran ni las seis, y un frío de muerte golpeaba mi espalda. Estábamos en invierno. Odiaba el invierno, y odiaba que mi lindo esposo me despertara tan temprano...
Sin sueño, me levanté a las seis y media. Al mirar por la ventana de nuestra habitación, vi como Samy hacía abdominales en el pasto, aprovechando que en el día anterior no había llovido. Iría a hacerle compañía, y quizás, vengarme por haberme despertado...
Rápidamente me vestí y cepillé mis dientes, para luego bajar al jardín. Intenté no hacer mucho ruido: mi esposo descansaba, tendido en el suelo, con los ojos cerrados, todavía en posición para hacer abdominales.
Al llegar a su nivel, me senté sobre él, dejando mis manos sobre su pecho. Mi lindo esposo abrió los ojos con una linda sonrisa.- Vamos, quiero verte hacer deporte ahora. - Pedi, con burla.
- Justo iba a empezar con el Hip Thrust. - Sonrió pícaramente.
- ¿Qué es eso? - Pregunté. No me interesaba, pero su reacción me dió curiosidad. El solo me tendió su móvil, con el internet abierto. Rápidamente miré lo que era. Me sorprendí cuando sin previo aviso Samy empezó a mover sus caderas, conmigo arriba. - ¡Cochino imbécil! ¡Bájame! - Él rió profundamente, pero no me hizo caso. - ¡¡Bájame Samuel!! - El me aseguraba por las caderas para que no me cayera. Yo me sostenía de su pecho para no ir de frente.
- Pensé que querías verme hacer deporte... - Sonrió, dejándose caer al suelo.
- Ya... - Respondí con un sonrojo. - El... el niño puede vernos...
- Son las siete de la mañana, el niño está durmiendo. - Sonrió divertido. - Y después de su último castigo, no creo que salga solo de la cuna. - Añadió.
- Como digas... voy a preparar el desayuno... - Rápidamente Samy nos dió la vuelta. En un abrir y cerrar de ojos, él estaba arriba, entre mis piernas, y mi espalda tocaba el césped.
- Te amo. - Susurró en mi oído. Eso era tremendamente tentador. - Que lástima que tengas que irte...
- Hunf... - Me estaba excitando el muy traidor... - Quizás tenga 5 minutos...
- No, el niño nos puede ver. - Respondió con sorna. Yo puse los ojos en blanco.
- ¡Samueeeel!
- Es mon chéri...
- Si, si... mon chéri... - Pedí desesperado... después de lo ocurrido, no habíamos vuelto a hacer el amor. Porque yo no lo pedí, y mi esposo no me forzó, pero ahora... Me estaba calentando con mucha facilidad... Para mi gran desesperación mi cruel esposo se alejó, saliendo de entre mis piernas.
- En la noche... ¿Vale? - Cuestionó ayudándome a levantar. Tuve que aceptarlo, tenía un hombre muy ocupado...Después de un apasionado beso, volví a la casa, él todavía se quedó unos minutos más. Los suficientes para que pudiera darme un poco de amor propio bajo la ducha: se me había complicado un poquito...
⏳⌛️
Mientras mi esposo se arreglaba para su trabajo, yo me entretuve preparando el desayuno. Era nuestra rutina todas las mañanas, desde siempre, y más ahora. Me gustaba la idea de cuidar de mis chicos, así que lo hacía encantado. Por lo general, después de ducharse, Samy iba a por el niño, lo cambiaba y lo traía para desayunar en familia. Pero al parecer, esa mañana el bebé todavía dormía plácidamente. Así que su papá no tuvo el valor para despertarlo.
ESTÁS LEYENDO
Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...