Estaba sudando como nunca. La corbata me apretaba la garganta y los nervios no me dejaban pensar con claridad. Mi esposo, al lado mío, tampoco parecía muy cómodo, y mientras tanto, escuchaba como su amigo defendía nuestra causa: Era el día del juzgado.
La supuesta madre de nuestro bebé, nos había hecho llegar hasta ahí, después de semanas de negociaciones fallidas con su abogado. Al final descubrimos el porqué de todo esto: los libros de Marcos. Al verlos a la venta, esa zorra aprovechada decidió poner una demanda: si se quedaba con el niño, se quedaba con las ganancias que generaba.
Saber eso me dió demasiado coraje, pero no podía hacer más que esperar. Así que ahí estábamos, atados de pies y manos, viendo como terceros se ocupaban de decidir el futuro de nuestro principito.
El niño no estaba con nosotros, el miedo que le tenía a esa mujer nos preocupaba, así que lo terminamos dejando con mi papá. Al principio no estuvo muy de acuerdo, pero luego de un ratito, y de la promesa de ir a por un helado con el abuelito, mi pequeño se animó y se terminó quedando.Estos días mi padre vino a visitarnos varias veces, para que el bebé se acostumbrara a él también. Pero Marquitos siempre andaba aferrado a uno de sus papis. Eso sí, le encantaba jugar con el abuelito; pero siempre con la compañía de uno de nosotros dos. Creo que debió sentir que algo no andaba bien, puesto que siempre que no nos veía, tenía una pequeña crisis de pánico. De hecho, me sorprendió que se quedara en la mañana...
Con estos pensamientos, intentaba tranquilizarme. Pensaba en mi criaturita, en cómo me haría feliz que fuera oficialmente nuestro hijo, y todo lo que podríamos hacer con él en un futuro. Samuel le había prometido que nos iríamos una semana de vacaciones fuera del país. Nos gustaría llevarlo a que conociera mi familia, y mi padre ya se había alistado al viaje. Hacía mucho que no veía a sus cuñados, y suegros que ya estaban viejitos... A decir verdad la idea me encantaba. No veía a la familia de mi madre desde hace tiempo, y el pequeño estaba sobreexcitado a la idea de subirse a la torre Eiffel, o de hacer un paseo en barco... con mi esposo ya habían hecho todos los planes para el tiempo que duraba el viaje.
- ¿Amor? - Samuel me quitó de mis pensamientos susurrando.
-¿Hum? - Me acerqué un poco a él.
- ¿Estás bien? - Me encogí de hombros, tampoco quería mentirle. Él tomó mi mano. - Van a deliberar, ven. - me llamó y salimos de la sala.Afuera Léo pareció no muy contento de cómo iba todo: Según él, un claro favoritismo se dirigía a la madre del niño, y no lo dejaban desarrollar correctamente su defensa. Eso nos dejó bastante nerviosos. Mientras los dos tomaban un café, gruñendo cual animal herido, saqué mi teléfono para ver si el chiquito estaba bien.
Mi padre había enviado una foto del niño, muy contento comiendo su helado. Uno demasiado grande para él, y que de seguro no terminaría. Eso me hizo fruncir un poco el seño. Aún más porque era la hora de la siesta del bebé. ¡Y se lo había repetido al menos 30 veces antes de irme! El pequeño siempre se quedaba bastante refunfuñón sin su siesta.
Pero bueno... Hoy era diferente. Aún que no estuviera con nosotros, sabía que también estaba preocupado mi pobre bebé... Por ello solo respondí con un pequeño "lo echo de menos". Lo que realmente era verdad, solo quería tenerlo en mis brazos en aquel momento. Mi pequeño, mi adorado niño... Yo estaba realmente nervioso por él...Samuel, me sacó de nuevo de mis pensamientos, con una mano en mi espalda. Realmente estaba en piloto automático: solo iba donde me decían que fuera, respondía lo a lo que me preguntaban, y me quedaba mirando la nada sin realmente escuchar los demás... Mi entorno se sentía pesado, desagradable, tenía la boca seca, y al entrar en la sala mis nervios redoblaron. Tenía un mal presentimiento.
Como si el cielo me fuera a caer en toda la cara, me senté pesadamente. Los abogados de ambas partes fueron llamados a hablar con el juez. Se quedaron así casi una hora. Léo lucia enfadado... Samuel, que tenía su mano en la mía, me decía cosas que realmente no escuchaba, quería vomitar por el estrés. Esa perra tenía una sonrisa detestable en la cara, me hubiera encantado hacérsela tragar a cachetadas.El juez iba a dar el veredicto. En pocos segundos la sala se quedó en un silencio de muerte. Un zumbido se hizo escuchar a lo lejos.
De repente salí de mi transe, reconocería aquella vocecita entre miles. ¡Mi niño estaba allí! ¿Pero, qué hacía allí? Me giré sorprendido hacía la puerta, para ver como mi pequeño caminaba hacia nosotros, mientras mi padre solo ponía una cara de "No se lo pude negar", que de verdad me molestó: No quería que estuviese allí, sabía que tenía miedo, y eso solo se confirmó, cuando llegó a mi lado, y me dio un abrazo temblando, cual una hojita al viento.
- ¿Pero cosita que haces aquí? - Era una pregunta tonta, pero fue la única que se me ocurrió.
Antes de que mi pequeño pudiera responder, el juez pidió que lo quitaran de la sala. El bebé se resistió. Estaban por llamar a los de seguridad cuando Léo intervino.
- Señoría, espere. Me gustaría llamar a testificar a Marcos, puesto que el interesado está aquí. - Todos nos quedamos mirando a Leonardo, sorprendidos. "Te odio" pensé. No quería exponer mi bebé a esto...Felizmente después de un rato en que estuvieron negociando algo con los demás miembros del tribunal (al parecer, ya se iba a dar la sentencia antes de que llegara el niño), los jueces aceptaron escucharlo. Aún así mi bebito pidió él mismo a que la sacasen, un poco extrañados, accedieron también: lo escucharían en una sala a parte. La sonrisa cínica de esa perra mal parida se fue al instante.
Creo que nunca había visto a mi muñequito ser tan valiente. Además de esa petición, también exigió a que lo acompañáramos. El juez estaba perdiendo la paciencia, pero el niño insistió en que no hablaría sin sus padres. Eso pareció picar la curiosidad del mayor...
Una vez en la pequeña sala, nuestro chiquito, se sentó en mi regazo sin ningún tipo de vergüenza, y se quedó sosteniendo mis manos durante todo el proceso. Los jueces le hicieron un sin fin de preguntas, pero nada de realmente importante, hasta que le preguntaron con quien se quería quedar. Nuestro niño no dudó. Al preguntar el porqué, Marquitos tomó todo el valor que tenía, para por fin contar cada cosa que le hizo su madre.
Nadie lo interrumpió, era demasiado aterrador. Nada de lo que contó entre aquellas paredes podría ser mentira, nuestro pobre bebito temblaba al acordarse de cada detalle.
En un momento, Léo salió del lugar, creí que no se sentía bien con el horrible relato. Yo no me sentía bien. Me revolvió el estómago de una manera, ya ni me daban ganas de vomitar, ya no me sentía perdido: era como recibir un balde de agua fría encima. Si que el cielo me había caído en toda la cara...En un momento, Léo volvió, no sé de dónde lo sacó, pero tenía el expediente médico de Marquitos. Se lo dio al juez, que lo hizo pasar a cada persona del jurado. Luego lo miraría por mi cuenta...
Después de más de una hora y media, mi niño expresó su clara voluntad. Se aferró a mí, y se recusó a decir una palabra más. Yo le consentí. Aunque los jurados nos miraran un poco extrañados por su comportamiento infantil, no nos importó. Mi príncipe quería quedarse en mis brazos, quería mimos ¡y lo tendría! Por lo cual lo terminé llevando hasta la sala, ahí se quedó sobre mis piernas, ganándose muchos mimos de su papá y míos. Le contamos lo que pasó al abuelito sin muchos detalles, ya discutiríamos... Mientras eso, Marcos no miró una sola vez a la señora que le trajo al mundo.Al final llegó el momento: mi niño se sentó bien, ahora en el regazo de su papá. El juez se quedó de pie, y tomó en manos el dichoso veredicto.
Lloré...
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Nota de la autora:¡Buenos días, tardes, noches! ¿Como va todo?
Bueno, primeramente, perdonar el capítulo un poco más serio. Espero no les moleste, pero lo necesitaba.
Igual quería disculparme por haber tardado tanto. Es que inicialmente, iba a ser muy distinto, bueno, iba a ser el exacto contrario en realidad... pero no me gustó como quedó, así que lo reescribí, hasta que me pareció suficiente.
Ahora si, ¿que les pareció? Hagan sus apuestas: ¿que va a pasar? ¿Porque llora Alex? 🤔🥺
Vuelvo en breves con la respuesta...¡Buenos días, tardes, noches et à bientôt!
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...