"¡¿Pero qué mierda les pasa?!" pensé. Desde que me había levantado nada hacía sentido. Actualmente estaba sentado en una camilla en una recámara desconocida, mirando fijamente a Samuel. Él también tiene sus ojos fijos en mí, y el ceño fruncido.
No sé decir el porqué, pero eso me da algo de miedo. Aún así ¡estoy tan enojado que me da igual! No sé lo que está haciendo aquí. No sé porque se anda besando como si nada con el otro traidor. ¡Y menos aún lo que les pasa en la puta cara para hablarme como si fuera un jodido niño! Que fastidio... pero igual... hum... no me gusta que esté así... tal vez solo me hablen de esa forma por costumbre o porque tuve una nueva crisis. Pero bueno, de cierta forma fué su culpa, y todavía me duele. Me gustaría tener una explicación, pero el ambiente estaba tan tenso que no me atrevía siquiera a decir una palabra.
Finalmente Samuel sacó su teléfono y mirándolo con desinterés me dijo:
- Ya sabes, cuando estés listo, avísame. - Su tono serio me puso los pelos de punta, pero igual no le daría el gusto...
- No, iré solo. - Dije empezando a levantarme.
- No. - Su tono tajante me hizo voltear a verlo, mientras se levantaba y venía hacía mi. No podía explicarlo, pero me dieron ganas de llorar. Tenía rabia y miedo a la vez. Su figura imponente se acercó y me quedé paralizado. Durante unos instantes creí que me haría daño. Algunos recuerdos empezaron a florecer, para cuando se paró frente mío, yo era todo un mar de lágrimas. Me quedé estático esperando el golpe, pero no vino.- Ya... Ya mi niño... shuuu...- ¿Espera? ¿¡Me estaba cargando!? Cuando abrí los ojos él estaba sentándose de nuevo en el sillón y poniéndome en su regazo. Me sentó de manera que mis piernas se quedarán a un lado y mi brazo recostado en su pecho. Con una mano sostenía mi espalda y con la otra estaba limpiando mis mejillas. En esa posición podíamos vernos fácilmente.
Ahora parecía mirarme con inquietud. Su enojo parecía haber desaparecido y todo estaba más tranquilo, pero igual no pude parar de llorar.
- ShuuuShuu... todo bien cariño, no pasa nada. Mírame. - Pidió gentilmente Samuel. A lo que me negué, así que tomó mi barbilla, y me hizo mirarlo a los ojos. - Mira, tranquilo ¿si? - Continuó - No estoy enojado contigo, solo te quiero ayudar, y Alexander también, así que no me gusta que nos hables de mala manera. No quería regañarte, pero tampoco debes decir groserías. Es muy feo, sobre todo para un chico lindo como tu ¿vale? - Al escuchar lo último me quedé sonriendo como bobo, ¿le parecía lindo?, pero enseguida caí en cuenta de que lo estaba haciendo de nuevo. Me estaba dejando llevar. ¡Y después de lo que ocurrió ayer no me lo podía permitir!
- ¡No! ¡Déjame! - empeze forcejeando un poco para salir de su regazo pero fue en vano. El solo me acercó un poco más a su pecho, y empezó dándome unas palmaditas en el muslo. Ya no aguantaba más, así que terminé llorando de nuevo. Odiaba ser tan sensible, ni siquiera sabía exactamente porqué lloraba, aunque de igual forma terminé dormido.Al despertar sentí un calorcito bajo mi cuerpo, era muy relajante. Sentí como me acariciaban el muslo. Y tenía mi mano en la de alguien. Se escuchaba también un corazón latiendo, ¿espera que? El ritmo constante del sonido me hizo abrir los ojos poco a poco.
Allí me di cuenta de que estaba recargando en el pecho de Samuel, y que él me estaba acariciando, mientras tenía mi mano envuelta en una mucho más grande. Si comparábamos tamaños casi parecía la típica escena de la manita de bebé en la de su padre o algo así... Cuando empecé a entender la situación levanté mi mirada, Alexander y Samuel estaban sonriendo, parecían lo más felices del mundo. Me quedé viéndolos un rato, hasta que de nuevo lo hacían...
- ¿En serio siguen haciendo eso? - Pregunté no muy fuerte, pero molesto. Ellos finalmente me miraron y sonrieron de nuevo, se sentía bien, me arrepentí un poco de hablarles así otra vez...
- ¿El qué? - Preguntó Alexander, parecía divertido.
- Eso, de... ya sabes... besaros... - Me sentía tan tonto ¡por dios! Pero ellos solo se rieron a carcajadas. ¿Qué? ¿Me perdí algo? ¿Qué hay de tan gracioso? No pude evitar fruncir el ceño, esperando una respuesta.
- ¡Ay cosita! -"No me gusta ese apodo" pensé al instante en que empezó Alexander - Verás, es algo normal entre pareja. ¿Te molesta? - Preguntó muy preocupado. ¡Pero eso no me importa! ¡¿Cómo qué pareja?!
- ¿Qué? Hum... ¿ustedes son?...
- Casados mi rey - Dijo Samuel sonriendo, ¡como si fuera lo más normal del mundo!
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...