🔖 Capítulo 81 🔖

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    Papá se encontraba cuidando a Marquitos. Mi bebé estaba un poco nervioso, hoy era un gran día, y nuestro pequeño tenía una tarea muy importante que cumplir.

   Los tres estábamos en la habitación: cuando salí de bañarme papá apenas había logrado secar al niño, que yo había aseado justo antes. El menor se encontraba haciendo una rabieta, que más parecía una petición de cachorrito desesperado.

- Vamos cielito mio, hay que cambiarse. - Papá intentó sin demasiado éxito. - Para que vengan a hacerle las fotos a dadá, ¿de acuerdo? - Marquitos negó.
- Ven cosita. - Todavía envuelto en mi bata de baño tomé a mi terco y desnudo hijo en brazos. El vino sin rechistar, escondiendo su cabecita en mi cuello. - ¿Qué ocurre, he? - Pregunté, dejando un golpecito juguetón, con mi índice, sobre la puntita de su nariz.
- No quiero usar pañal... - Admitió bajito.  "¿De nuevo?", pensé un poco preocupado. Eso casi no le pasaba. Solo cuando se sentía un poco cohibido por la gente. Y desde que volvimos de vacaciones era la primera vez que lo volvía a hacer, así que me armé de paciencia para hablar.
- Lo entiendo... - Él me miró confundido. - ¿Pero, te acuerdas? Cuando probamos tu ropita tenías pañal. - Él asintió. - ¿Y se notaba? - Negó un poco dudoso. - No... no se veía nada mi vida. - Continué. - Además sólo serán familia, y... algunos conocidos ¿vale? - Asintió, apretando su abrazo, estaba muy melosito mi niño... - Muy bien, ¿dejas que te cambie el abuelito entonces?
- No... tu... - Pidió bajito.
- Está bien. Espera un segundo. - Lo dejé de nuevo sobre la cama, y fui a por mi camisa y mi bóxer. Me medio vestí, y luego volví a su lado. - Lo cambio y luego puedes llamar al fotógrafo para que lo vistamos. - Me dirigí hacia mi papá, él asintió mientras que el pequeño puso una carita de pánico. Rápidamente lo miré. - No te preocupes cosita. Es sólo el hermano de Leonardo. ¿Te acuerdas? ¿El amigo de papá? - Mi bebé asintió, no muy convencido por mis palabras. - Nos hará muchas fotitos para enseñarselas a papá ¿si? Solo para nosotros mi príncipe.

    Finalmente, el chiquillo se dejó hacer. Con suavidad lo tomé por las axilas, para posicionarlo mejor sobre la cama y ponerle su pañalito. Definitivamente no podría quedarse todo el día sin él, no nos gustaría que hubiera ningún tipo de accidente...

    Con ternura, tomé sus piernecitas, para levantar un poco su traserito y dejar la protección bajo él. Ignoré la foto que papá tomó sigilosamente, y puse cremita y talquito en la colita de mi hijo, para luego cerrar bien el pañal con las cintas. Dí mi labor por concluida cuando pude verificar que estaba bien ajustado, pero sin apretarle a mi bebé: quería que estuviera lo más cómodo posible.

    Finalmente pudimos dejar entrar al hermano menor de Leonardo: Arián. El se quedaría conmigo y mi hijo, mientras la novia de Leo, que también era fotógrafa, se quedaría con mi esposo y su mejor amigo.

    El chico, de pelo negro y ojos azul verdoso, era increíble en lo que hacía, y sobre todo, era discreto. Al entrar a la habitación del pequeño hotel, después de mirarla unos segundos, empezó a sacar su material.
    Yo tenía a mi bebé en mis brazos para que se acostumbrará con quien, para él, todavía era un extraño. Sin tardar mucho los presenté. Mi muñequito era bastante tímido, pero la buena vibra del fotógrafo pareció tranquilizarlo un poco.

- Muy bien, empecemos. - El chico tomó el control de la situación. - Quizás pueda ponerse una parte de su ropa y los zapatos, y al final su padre le puede ayudar con el abrigo y los accesorios que quiera ponerse. - Sugirió. - Entre tanto podemos hacerles algunas fotos vistiendo al pequeño. - Asentí, me parecía un buen plan.

    Empecé a ponerme mis pantalones, los zapatos, y terminé de abotonar mi camisa. Arián me tomó un par de fotos solo, y algunas fotos conceptuales de los accesorios, las flores y esas cosas... 

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