🔖 Capítulo 17 🔖

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    Todavía no lo podía creer. Samuel había conocido a Marcos, y quería que fuera nuestro bebé. No puedo decir que no sea algo tentador; él es realmente lindo, muy pequeño, y de lo que sé, no tiene a casi nadie. Era el candidato perfecto.
    Aún así era una enorme responsabilidad, más que cualquier otro niño. El necesitaba muchísima atención y sobre todo cuidados. Nuestras vidas cambiarían totalmente y los riesgos de perder al niño serían demasiados. Me encanta Marcos, papá siempre me hablaba de él, seguro le gustaría que formara parte de la familia, Samuel estaba encantado con el chico, y no era para menos, pero yo no lo podía. No me siento capaz de ello. Sería demasiado, y las consecuencias también. ¿Y si nos encariñamos con él pero no le guste la idea y nos abandone? ¿Y si no podemos cuidarlo bien? ¿Y si le sucede algo fuera del hospital?

     Mientras pensaba en ello mi cuerpo se movía casi en piloto automático, Marcos había sufrido una crisis más y tuvimos que llevarlo a reanimación. Mientras hacía las maniobras mi cabeza explotaba. Sin embargo no podía dejar las emociones que sentía en ese momento ganar la batalla. No lo podía ni por Marcos, ni por Samuel, ni por mi, no me lo perdonaría.

    Cuando lo tuvimos estable pude finalmente tranquilizarme. Me dejé caer sobre una de las sillas del pasillo, con mi cabeza entre mis manos, quería llorar. En ese momento sentí una mano en mi pelo. Cuando vi la mueca de preocupación de Samuel solo quise esconderme y que no me encontrasen jamás. ¿Cómo le iba a explicar todo?

    Pues... Al final mi lindo esposo siempre tiene el don de tranquilizarme, luego de unos minutos terminé contándole todo. Mientras no terminé no me deteni, ni para mirarlo, ni para que hablara, ni para respirar. Era demasiado para mi, y si no lo contaba de inmediato terminaría llorando allí mismo. Después de que supiera de todo, Samuel simplemente me abrazó un rato, y pudimos hablar más tranquilamente. Me encantaba como siempre ese hombre me comprendía y me apoyaba. Pero luego de varias horas terminamos tomando nuestra decisión. Estaba amaneciendo cuando Samy y yo nos dirigimos al cuarto de nuestro bebé.

    Samuel se quedó muy impactado de ver así al pequeño, pero creo que eso le dio más ganas de protegerlo. Al rato nos fuimos a sentar en un sillón cerca de la cama, yo sobre el regazo de él. Y pasamos un momento imaginando cómo serían nuestras vidas en el futuro. Imaginando cómo sería su habitación, como sería llevarlo a la casa por primera vez, y todo y cada uno de los detalles. Incluso encomendamos los muebles y algo de ropa, además de una cantidad impresionante de juguetes y de cosas que íbamos a necesitar para cuidarlo debidamente.
    Aunque todavía el niño no hubiera realmente aceptado todo esto, estábamos convencidos que si lo haría. De todas formas era demasiado frágil para quedarse solo, así que nos encargaríamos de que lo aceptara.

    Unos minutos después de que pagáramos las cosas, escuché el monitor cardiaco acelerarse un poco. Mi niño estaba acordando. Así que bajo la mirada de Samy me levanté y fui a verlo. Cuando empezó a abrir sus ojitos se veía algo asustado y confundido. Como es algo que suele pasar, le hablé para que se tranquilizara:

- Que bueno que despertaste corazón, ¡nos diste un gran susto! - le dije sonriendo con sinceridad. Al menos parecía recuperarse bien.
- ¿Qu... Qué pasó?  - Preguntó bajito, estaba todavía bajo el efecto de los medicamentos, pobre niño...
- Alguien tuvo una pequeña recaída, pero ya estarás bien. - Él me miraba todavía desorientado, pero igual parecía molesto. Eso me preocupó de inmediato. - ¿Necesitas algo corazón?  - Creo que el apodo fue demasiado, se quedó rojito de inmediato y apartó la mirada al otro lado.
- Necesito ir al baño... - respondió entre dientes, pero algo tímido. Ya, creo que para ese momento mi instinto paternal no se aguanto más. Le acaricié delicadamente su mejilla, se veía muy tierno, no pude evitar hablarle de forma un poco más infantil.
- Si, en un ratito apagaré esas máquinas feas y podrás ir ¿si? - Al verlo tan sonrojado no pude evitar sonreír un poco, a lo que me hizo una pequeña mirada de desaprobación, ¡qué tierno!
    Al instante que empecé a apagar los monitores Samuel se aproximó un poco de la cama. Para que no lo tome de sorpresa anuncié:
- Mira quien vino a verte corazón. - Marcos me miró sorprendido y al ver a mi esposo sus ojitos se abrieron como platos.
- Hola cariño. - Dijo sonriendo tranquilo. Marcos no hizo ni dijo nada, hasta que Samy le empezó a acariciar su cabecita, el niño solo cerró un poco sus ojos. Nosotros cambiamos miradas de ternura, ¡estaba para comérselo a besos!

    Cuando terminé de quitar los aparatos volví a ver al pequeño, que seguía en la misma posición.
- Listo - anuncié, ambos me miraron. - ¡Así que al baño se ha dicho! - continué, pero eso no pareció gustarle mucho a mi niño.
- ¡¿Qué?! - Exclamó casi levantándose, a lo que le puse la mano sobre el pecho para recostarlo de nuevo.
- Si, pues ¿no tenías ganas? - Pregunte tranquilo. A lo que recibí un rápido asentamiento.
- S si... voy - Dijo intentando levantarse de nuevo.
- No, solo no. - Me miró con una expresión de molestia, que me pareció casi de rabia podría decir. Pero no le hice caso. Era normal que eso no le agradara. Aún así estaba muy débil. - Necesitas descansar y no debes hacer esfuerzos. Y levantarte mucho menos. Si gustas te ayudamos ¿si?
- Pero qué caraj...
- ¿Marcos? - Samuel interrumpió antes de que terminara de decir su grosería. - Que ya te había avisado, eso no se dice cariño. Alex solo te quiere ayudar, así que hazle caso ¿bien?
- ¿Y tu que? - Demandó ya enojado, y terminó sentándose con bastante esfuerzo. - ¿Qué haces aquí? Yo hablo como me dé la gana ¡¡no soy un puto crio!! - Para ese momento Samuel y yo debimos tener la misma cara de sorpresa. Nunca había visto al pequeño así de tenso, y mucho menos hablando de esa manera.
- Bueno está bien. - Samuel dijo calmado. Para esas alturas ya le había contado que el pequeño no podía alterarse demasiado, por su salud. - De todas formas ya escuchaste, no te puedes levantar solo, así que si gustas, cuando te tranquilices te llevaremos. - Al terminar de decir eso se sentó de nuevo en el sillón mirando a Marcos fijamente. Incluso a mi me daba algo de miedo esa expresión. Sabía que se estaba reteniendo por el niño, y lo hacía muy bien. Estaba orgulloso de él. En otras circunstancias probablemente Marcos ya hubiera tenido un castigo por sus palabras.
    En el momento en el que mi niño iba a responder la puerta se abrió; era una de las enfermeras buscándome, era hora de cambiar de turno.

    Así que le sobé un poco la espalda, a lo que él solo me miró extrañado, pero luego se acostumbrará, supongo... Le di un beso a mi esposo y me fui, advirtiéndole discretamente de que no fuera muy duro con el bebé

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora