📔 Capítulo 26 📔

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    Hacían unos minutos de estar admirando al peluche que me dió el abuelo, cuando me di cuenta de que papá tenía al chupete en su mano.
- ¿Quieres cariño? - Me preguntó muy tranquilo, mientras yo me ruborizaba miserablemente y miraba fijamente el suelo...
- ¿Cosita? - No... todavía no estaba preparado para aquello. Al ver que no tomaba el objeto, el abuelo se levantó diciendo que haría el almuerzo. Aunque creo que principalmente lo hacía para darnos algo de intimidad...
- Mira nene, vamos a hablar un poco, ¿quieres? - Preguntó papá unos minutos después, yo solo negué con la cabeza, lo que les hizo reír. - ¿No? ¿Estás seguro? - Demandó dejándome en el puff que ocupaba Jaime hace rato. Yo apenas pude ver su sonrisa juguetona, cuando ambos empezaron un ataque de cosquillas. Era demasiado, yo no podía hacer más que intentar escapar y reírme ¡Por dios! ¡Ayuda! Definitivamente yo no podía ganar aquella batalla, así que terminé por rendirme pidiendo clemencia.

    Mis "contrincantes" accedieron, ayudándome a sentarme mejor y tomando mis manos haciendo mimos en ellas.
- Mira chiquitín - empezó de nuevo papá - te hemos dicho que iremos de a poco ¿cierto? - Yo asentí, mientras él sostenía mi barbilla con la punta de sus dedos. - Y eso haremos te lo prometo. Pero para ello vamos a poner algunas reglas ¿vale? - Me lo esperaba así que asentí de nuevo.
- ¿Puedes decirlo con palabras mi vida? - Fue el turno de dadá mientras quitaba un mechón de cabello de mi frente.
- S si... - Musité no muy seguro.
- Muy bien campeón - Elogió papá acariciando mi sien, me gustaba ese gesto tan suyo, y me gustaba cargar mi cabeza en su mano cuando lo hacía. - Entonces las reglas, por el momento serán las siguientes:

    1) Respetar siempre a los demás.
    2) No malas palabras. - Esto sería difícil, y por su mueca de seriedad, él también lo sabía...
    3) Tu salud pasa primero, debes siempre hacer caso cuando dadá te lo pida.
    4) Debes hacer caso a los papás en general, y ser un niño obediente.
    5) Las comidas y los horarios no son negociables: Cuando te mandemos a la cama no hay discusión. Cuando algo de comer no te agrade igual lo pruebas, si de verdad no te gusta, nadie te obligará a comerlo. - Bueno... me parece justo...
    6) Si hay algún problema, no importando cual sea, habla con al menos uno de nosotros, estamos aquí para todo lo que necesite mi niño.
    7) Sin gritos y sin berrinches.
    8) Si haces una travesura o incumples las reglas, aceptas el castigo. Aunque sé que mi cariñito no hará nada malo.
    9) Las reglas anteriores valen también cuando seas un niño grande.
    10) Esta no es exactamente una regla, pero si estás de acuerdo, cada vez que te propongamos algo nuevo, como alguna cosita de bebés, nos gustaría que lo intentes probar. Unas pocas veces o unas horas antes de decirnos que no te gusta ¿si?

    Terminé asintiendo con la cabeza, en verdad no parecía tan malo. Además me sentía tan indefenso por la manera dulce pero autoritaria en como me hablaba. Me sentía como un niño de 4 o 5 años no más, a quien se le recordaban las reglas antes de salir de la casa.
- Muy bien principito. - Me arrulló dadá tomándome en sus brazos y sentándose en mi lugar. - Así que hay que ser un niño bueno para que no hayan castigos ¿vale? - Si claro no sería difícil. Sin embargo tenía curiosidad en saber como me castigarían a mi edad...
-¿Y los castigos? - Pregunté, tan elocuente como acostumbraba (es decir no mucho...).
- Pues creo que no los habrá, porque mi nene se va a portar muy bien. Pero por si acaso, dependerá de lo que hagas. - Dijo haciendo una pequeña pausa papá. - Puede ser ir más temprano a la cama, quitarte algo como el ordenador si eres grande, o algún privilegio, también puede ser minutos en el rincón. Y evidentemente espero que no lleguemos más lejos, porque no me gustaría para nada que mi mano tuviera una charla con esa colita. - Afirmó casi de manera cariñosa, sobando un poco mi muslo, - Mi niño no quiere ir a dormir con su traserito calientito ¿no es así? - "Mierda... no me hables así..." creo que jamas en mi vida podré ponerme tan rojo de nuevo... me sentí... muy impotente, tenía vergüenza y al mismo tiempo algo de nervios... - ¿No es así mi rey? - Insistió papá, dándome una palmadita amistosa en el lugar que acariciaba segundos antes.
-Si si... - Respondí tímidamente agitando la cabeza de arriba a abajo.
- ¡Eres tan hermoso cosita! - Dijo aligerando el ambiente dadá. Poniéndome de manera a que mis piernas se quedaran a un lado suyo. Papá se aproximó un poco más de nosotros, abrazándolo por la espalda.
- Mira mi vida, creo que a Félix le gustaría mucho que probaras esto. ¿No es así papá? - preguntó sonriente, señalando el chupete que había tomado de la mano del contrario. Papá asintió muy emocionado, así que no me quedaba otra.
   
    Quería que me viesen como al rato. Que me mimaran y me digan que lo hacía bien... Delicadamente dadá puso el chupete cerca de mi boca, lo miré un instante hasta que tocó mis labios. Iba a resistirme, me sentía tenso, pero terminé accediendo y abriendo mi boca. Me sonrojé un poco, pero obtuve todo lo que necesitaba. Sus miradas de cariño eran el mejor regalo que jamás me podrían dar. Poco a poco sentí como dadá me echaba de espacio hacia atrás, poniéndome medio acostado, apoyando mi cabeza en su brazo, y pasando su mano por mi trasero, sosteniéndome y dándome palmaditas de manera constante. Las primeras me parecieron algo desagradables, pero al rato terminé acostumbrándome a aquella sensación tan peculiar. Dadá lo hacía con mucha ternura, no era tan malo... Mientras, papá me hacía caricias en mi brazo, pero se dio cuenta de que me costaba todavía lo del chupete. Así que puso suavemente su indicador sobre el mismo empezando a dar toquecitos muy suaves. Al darme cuenta estaba succionando el chupete. Y eso me estaba tranquilizando. La sensación de calidez en mi cuerpo y mi corazón era agradable, sus miradas de cariño y los mimos también. Cada toque por su parte me llenaba el alma de paz. Y podría mirar sus hermosos ojos durante horas en aquella posición tan arrulladora. 

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora