🔖 Capítulo 46 🔖

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    Hoy nuestro niño completó su segunda semana con nosotros. Infelizmente no pudimos celebrarlo, puesto que tuvimos que llevarlo a la clínica, a que hiciera distintos exámenes. Fue un día muy agotador para todos, pero los exámenes estuvieron bien, y el pequeño se encuentra estable.
    Marquitos igual se cansa muy rápido, así que todavía no eran las 9:30 p.m. cuando ya se encontraba dormidito en su cama. Nuestro muñequito tenía la costumbre de dormir su siesta en la cuna, y en la noche se iba a su cama de niño grande. Pero igual siempre se llevaba con él, su chupete y sus peluches, y siempre le subíamos las barras de su cama, para que no se cayera. Lo que realmente, sí, podría llegar a pasar, puesto que siempre se le ocurrían las peores posiciones para dormir. En su cuna no tenía ese problema, pero creo que todavía no era el momento.

    Mi bebé pasó, en estas dos semanas, varios días en su espacio. Y lo más pequeño que llegó a sentirse fue una mañana, donde se despertó bastante risueño, y con mucha más energía de lo que acostumbraba. Debió tener no más de un añito y medio, y era la cosita más tierna del mundo. Realmente no se podía expresar muy bien, solo con algunas pequeñas palabras como bibi, papá, dadá, si, no... pero aún así estuvo muy parlanchín. Toda la mañana lo estuvimos viendo jugar con sus "amiguitos" como les decíamos, mientras tenía grandes conversaciones con ellos. Realmente no eran más que balbuceos y ruiditos típicos de bebés, pero se nos hizo lo más entretenido del mundo. Marquitos, además de Félix, también adoptó como su amigo al gatito negro de peluche, a quien llamó Jiji.
    En esa mañana también descubrimos que al bebé Marcos le gustaba demasiado llevarse lo que fuera a la boca: Nosotros estábamos sentados en el sillón, disfrutando un poco el uno del otro, mientras el chiquito jugaba unos minutos sobre la alfombra del salón, y cuando nos dimos cuenta, el bebé se estaba divirtiendo con el mando de la tele. También en esa mañana, se le antojó probar la portada de un libro que mi esposo había tirado por ahí. Después de eso, decidimos que ya había jugado lo suficiente solo y lo llevamos a fuera, para jugar con él, y que tomara un poco el sol de la mañana. En la tarde revisamos toda la casa durante su siesta, para asegurarnos que ya no había ningún tipo de peligro para nuestro niño travieso.

    Ese día también fue la primera vez que mi bebé tuvo un accidente. Eso pasó poco antes de su siesta, por lo cual terminó saliendo de su espacio. Lloró bastante, hasta terminar casi dormido. E incluso si le hablamos de los pañales, nos rogó llorando, todavía más, a que no lo obligáramos. Así que no nos quedó otra, que esperar un poco más.
    Me dolió tanto verlo llorar así, él se sintió muy culpable, y aunque hubiera sido lo mejor para él en el momento, no lo quisimos presionar más. Solo le explicamos lo que había pasado, le tranquilizamos y limpiamos el pequeño desastre sin hacer demasiado caso a la situación.
   
    Pero esa no fue la única vez. También le pasó una tarde mientras dormía. Ese día se sintió grandecito todo el tiempo. Sin embargo, durante su siesta no lo pudo evitar. Es muy probable que tuviera una pesadilla, pero no nos quiso hablar de ello. Así que cuando escuchó el llanto del bebé, Samy se fue corriendo a ver, cuando llegó a la habitación mi pobre niño estaba hecho bolita, llorando de nuevo.
   
    Marquitos se encontraba bastante sensible estos días: cada que una situación era demasiado para él, su primer reflejo era el llanto. Simplemente no podía evitarlo, y buscaba a toda costa la protección de sus papás. Era la cosita más bella y hermosa, y al mismo tiempo me preocupaba mucho. Su inseguridad me preocupaba; Igual estaba siendo demasiado sobreprotector con él, pero ni modo, era mi hijo, mi bebé y la cosita más débil y tierna que había visto nunca. Lo protegería hasta en el infierno si fuera necesario.

    Mientras me perdía en mis pensamientos, contemplaba el semblante cansado de mi lindo esposo. Él, al igual que yo, quería mucho al chiquitín, y siempre estaba al pendiente. Marquitos era el hijito consentido de los papis. No había otra. Este pensamiento me hizo sonreír tontamente.
    En esa noche no podía dormir, así que me quedé acariciando los cabellos de Samy mientras él dormía profundamente. Por lo general eso le encantaba, y a mi igual. Había sido un día muy duro, y eso me relajaba bastante.

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora