- Principito... - Escuché una voz a lo lejos, a la vez que sentía un aire frío cubrir mi cuerpo. - Vamos mi vida. - Era dadá... - Despierta. - Poco a poco abrí mis ojos, dadá hacía caricias en mis mejillas, mientras desabrochaba el cinturón de mi asiento. En ese momento, vi como me recibía con una sonrisa, pero sobre todo, vi el edificio detrás suyo. ¡Habíamos llegado!"
Sin pensarlo me abalancé sobre él para que me cargara. Lo que hizo sin problemas.
- Bueno, ¿supongo que dormiste bien? - Preguntó de buen humor mientras cerraba la puerta del coche.
- ¡¡Siiii!! - Sin tardar nada, papá se juntó a nosotros con las maletas en mano, para por fin adentrarnos en el aeropuerto.Sin gran problema, pude negociar para que me dejaran caminar. Y aunque dadá me advirtió que caminaríamos mucho (al menos para mi, supongo), me sentí capaz de hacerlo. De todas formas, mis papis me dijeron que me podrían cargar si les pedía, y ahora, esa idea ya no me incomodaba: por mi tamaño, sobre todo comparado con ellos, y visto que era flaquito, la gente creía que de verdad era un niño pequeño, quizás un poco más grande que la normal... E incluso si no fuera así, solo ya no me importaba lo que pensaban los demás...
Al entrar en el aeropuerto, dadá me pidió que no dejara su mano. Al principio me reí un poco: él era un exagerado a veces. Pero, al ver la cantidad de gente en aquel lugar, decidí que, en verdad, no dejaría a dadá en ningún segundo. Apreté su mano más fuerte, y luego de un pequeño aliento, entramos en el lugar...
⏳⌛️
Ya había pasado bastante rato, yo y dadá estábamos en la puerta de la sala de embarque, esperando a que papá (que fue a dejar las maletas), nos alcanzara. De allí, se podía ver perfectamente los aviones, llegando y levantándose del suelo, era increíble, y yo tenía algunas maripositas en el estómago, era mi primera vez.
- Eso es la pista de aterrizaje corazón. - Explicó dadá, hablando del sitio donde estaban los aviones. En un ratito, nos iremos por allí, y luego subiremos a uno de esos. - Continuó, enseñando un camino marcado por unas vallas rojas y blancas, y luego dos aviones que estaban parados en el suelo, un poco más adelante. Sonreí, no podía esperarlo.⏳⌛️
Dadá, papá y yo ya habíamos pasado la última puerta, y ahora estábamos en el camino vallado hacia el avión. Al llegar más cerca me causó una gran impresión: el avión era gigante, de hierro blanco brillante, y no pareciera que en ningún momento estuviera hecho para volar. Me sentí un poco intimidado. Mis papis lo notaron y, rápidamente, se ofrecieron para llevarme en brazos por el resto del camino. Yo accepté. Realmente no creía tener la fuerza necesaria para subir las grandes escaleras metálicas que me separaban de mi asiento.
Una vez dentro del avión, mis papás encontraron rápidamente nuestros lugares. Pero yo tenía un dilema existencial: donde sentarme. De verdad quería ver las nubes y el cielo y todo, pero también quería estar en el medio de mis papás. Me hacían sentir protegido... Así que finalmente dadá se ofreció para ir en el medio, y cambiar conmigo cuando y'a no quisiera ver la ventana. Al parecer, como él era más pequeño que papá, no sería demasiado incómodo...
Una vez que dadá me puso el cinturón, y que la chica del avión explicó las reglas de seguridad (que me dieron un poco de mala espina), el avión comenzó a moverse. Según papá, ya iba a más de 200 y pico kilómetros hora en ese momento. Me encantaba sus explicaciones, porque, de lo que pude comprender, ellos solían viajar a menudo. Pero realmente creo que papá se estaba flipando un poco (no lo estaba), el avión ni parecía ser tan rápido como un coche...
De un momento a otro, vi como parecía que mi ventana se alejaba del suelo, y antes de que me diera cuenta, ¡ya estábamos en el aire! Fue bastante raro, pero ¡bastante divertido! En las próximas dos horas, casi solo hablamos de aviones. ¡Yo estaba muuuy emocionado! Además, mis papás me contaron muchas historias de las veces que habían viajado. Y yo les escuchaba con mucha atención...
Una vez que el avión se preparaba para aterrizar, me fui de nuevo al lugar más cercano a la ventana: ¡ni podía creer, que la enorme ciudad bajo nosotros se encontraba en otro país! Mis papis me dijeron que una vez en el suelo, podía ser que no entendiera gran parte de lo que me diría la gente. Que por eso, me habían dado en la mañana el brazalete que tenía. Pero que no me preocupara, que iba a aprender muy rápido porque era un niño inteligente. Eso me hizo enrojecer un poco. ¡Pero si era cierto! Y lo iba a hacer muy bien, ¡para que mis papás se enorgulleciesen de mi!
Mientras reflexionaba en ello, el avión ya se había detenido. Dadá me levantó sin siquiera decir nada, y nos bajamos de la máquina. Al alejarnos de la pista, no pude quitar la vista de aquel espectáculo: sobre el hombro de dadá, pude mirar un ratito más a los aviones.
Después de ello, andamos un rato por unos pasillos enormes. Al final de estos nos separamos. En esta ocasión, papá me tomó de los brazos de dadá, y juntos nos fuimos a una zona de comidas: según tenía entendido, dadá iría por las maletas en otra parte del edificio.Una vez en la gran sala, papá me pidió que me quedara quietecito en una mesa, cerca del lugar donde pediría la comida. Y lo hice. Me iba a portar bien: realmente quería que mis papás descansaran durante sus vacaciones, y haría todo para que eso pasara.
Eso sí, no me esperaba lo que pasó a continuación. De una forma que yo no podría explicar, alguien me agarró fuertemente del brazo, y se echó a correr. Yo me quedé atónito un momento. Sin cualquier tipo de reacción, más que la de mis piernas, que, por un motivo desconocido, solo lo siguieron, bueno... lo intentaban...
No fue hasta ya no lograr ver a mi papá, que empecé a forcejear y a gritar. Pero, al parecer, no fue suficiente: todavía el hombre que me agarró, me hizo alejarme un buen rato, e incluso cambiar de piso. Hasta que, de milagro, logré soltarme de él. En una fracción de segundo, me eché a correr nuevamente. Realmente, no tengo la menor idea de cómo lo hice, mi cuerpo no debería poder aguantar aquel esfuerzo. Pero el miedo de que me fuera a hacer daño aquel hombre, sin duda era mayor.
Sin pensarlo del todo, me alejé, lo más rápido que pude; me alejé mucho. Para aquel momento, ya no veía ni rastro del hombre, y mis piernas empezaron a flaquear. Ya casi no las sentía, estaba mareado, y lo peor, me acababa de percatar de que mis papis no estaban. En ninguna parte, solo... no estaban.
Entonces una gran angustia se apoderó de mí: estaba en el lugar más grande donde había ido nunca, exhausto, perdido, y solo... De inmediato empecé a sentir unas ganas enormes de llorar... Yo solo quería portarme bien, y ser obediente... Porque estas cosas solo me pasaban a mi...
En cierto punto, intenté no dejarme llevar por la desesperación. Pensé que si volvía a la zona de comidas papá estaría ahí, y todo estaría bien. Solo tenía que volver por donde vine... pero... al mirar a mi alrededor, era totalmente incapaz de saber por dónde fue eso... Me asusté... mi corazón me dolía, estaba empezando a entrar en pánico...
En un último intento, probé a preguntar mi camino a la gente que pasaba por allí, pero obviamente nadie me podía entender... las ganas de llorar solo aumentaron. No podía más: me senté junto a una pared, no podía... Estaba exhausto, perdido, mis piernas no respondían, mi pecho me dolía, estaba solo, y vete a saber cómo estarían mis papis en aquel momento... mi mundo, tan tranquilo, se acababa de romper en miles de pequeños pedazos. Lloré, lloré muchísimo.
- Dadá, papá...
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...