Finalmente, después de algunos contratiempos habíamos llegado a nuestro destino. Mi maridito estaba encantado, en pocas horas estaríamos con su familia. Y qué decir del pequeño: el avión había sido una gran experiencia para mi nene, que nunca había viajado... El se pasó todo el trayecto mirando a fuera, o hablando de cómo eran los aviones, cómo es que funcionaban, y luego mi esposo le contó dos o tres aventuras que habíamos tenido juntos. Fue un viaje bastante agradable.
Al salir del avión, nuestro hijo todavía estaba maravillado por lo que terminaba de pasar. Así que sin lograr llamar la atención del niño, Alex lo tomó en brazos para que nos fuéramos.
Al adentrarnos en el edificio, mi esposo me dejó con el pequeño y se fue por las maletas: aquel aeropuerto era gigantesco, pero nosotros lo conocíamos bien. Por ende acordamos de reunirnos en la plaza de comidas, para comer antes de irnos. Como era ya un poco tarde, y que allí se acostumbra a comer al mediodía, o una de la tarde, Alex no quiso molestar a su familia...Al llegar a la zona de los restaurantes, dejé a Marquitos en una mesa, con una increíble vista hacia la pista de vuelo. El niño estuvo muy feliz, y yo lo podía vigilar sin problemas. O al menos eso creí: En ningún momento había quitado mi vista de él, excepto en una fracción de segundo, para teclear el código de mi tarjeta.
En el momento en que tomé la bandeja y giré mi mirada de nuevo hacia el niño, un sudor frío recorrió mi espalda: ¿donde estaba? Rápidamente fui hacia la mesa, pensando que quizás se trataba de un juego, no muy gracioso que digamos. Pero no, nada... no estaba. Frenéticamente, miré a todos lados. Para ese entonces ya había abandonado la comida sobre la mesa y dado varias vueltas al lugar. Me quise morir... mi niño...
Como loco, sondeé toda la planta donde nos encontrábamos. Corrí por cada pasillo. La gente me miraba extrañada, pero ninguno de ellos podía entender mi desesperación en ese preciso instante. Realmente todos mis sentidos se habían puesto en modo alarma y se agudizaron como nunca. ¿Cómo era posible que mi niño, un crío que apenas podía caminar un par de metros sin caer rendido por el cansancio, se haya escabullido con tanta rapidez? No lo sabía, y eso me asustaba... me asustaba imaginar que justamente, él no podía hacerlo... que quizás no estaba solo en aquel momento.
Tuve miedo, muchísimo miedo...
Durante mi tumultuoso recorrido, mi mirada se posó sobre un par de ojos verdes. Quise llorar. Quise hacerlo como un niño pequeño. Quise hacerlo en sus brazos. Pero no me lo podía permitir... Me quedé paralizado unos instantes, viendo como mi esposo venía hacia mí, claramente desconcertado. Probablemente ya podría hasta adivinar lo sucedido...
- ¿Samy? - Para ese momento se había detenido frente a mí, con las maletas a sus costados... Yo no supe qué decir y, creo que un par de lágrimas terminaron por brotar de mis ojos. - ¿Dónde está? - Intenté mantener la calma, pero esa simple pregunta me rompió por dentro.⏳⌛️
Yo todavía podía mantener algo de cordura: no era el caso de Alex. Mi pequeño ángel estaba bañado en lágrimas. Le terminé contando en detalle lo que había pasado. Me costó un poco, pero lo hice lo más rápido que mi boca y mi cerebro me lo permitieron... Tan pronto como lo hice, acordamos que deberíamos buscar ayuda. Velozmente, corrimos hasta el personal del aeropuerto, más cercano que pudimos encontrar.
Varios anuncios fueron transmitidos por los altavoces. El personal se puso alerta. Y la chica que nos atendió, intentó incontables veces llamar a la policía del aeropuerto. Pero debían de estar con algo muy grande al mismo tiempo, puesto que fue bastante complicado contactar con ellos, y al parecer casi no tenían efectivos en el momento.
Incapaces de quedarnos sin hacer nada, mi esposo y yo decidimos continuar la búsqueda por nuestra cuenta. Por su parte, la chica se quedó con nuestro contacto, para llamarnos si tenían alguna noticia.
Buscamos durante horas, o al menos, hacían unas dos desde que, por mi irresponsabilidad, habíamos perdido a nuestro hijo... Yo estaba probablemente tan destrozado como mi pobre maridito, pero intentaba demostrarlo lo menos posible. Quizás pareciera frío, distante, y probablemente una horrible persona, pero era necesario: Si yo me desmoronaba en aquel momento, sabía que la última pizca de esperanza de mi pequeño esposo se apagaría...
Porque al ser sinceros, las posibilidades de que nuestro lindo niño todavía estuviera en aquel lugar, eran casi nulas. Y sin más fuerzas, después de haber hecho el recorrido completo del aeropuerto por la enésima vez, Alex y yo terminamos en unos bancos, en alguna parte del enorme edificio...
Para aquellos momentos, el amor de mi vida lloraba sin cesar sobre mi hombro, enlazando mi cuello con sus brazos. Mi garganta se apretaba involuntariamente, estaba seca, y me ardía. Mi cabeza giraba sin parar, probablemente terminaría explotando... Y mi corazón, bueno... ese ya no existía... Miré mi reloj: "ya casi tres horas", hasta mis pensamientos me dolían.
La mirada perdida donde sea, sentí todo el pesar de la enorme deuda que tenía hacía ese niño, y hacía mi esposo... Sentí que no podría vivir con una pérdida tan grande, y al mismo tiempo que rezaba a todos los dioses, para que me despertaran de aquella pesadilla, me odié.
Me odié como nunca lo había hecho, y como no lo volvería a hacer... Me odié más que lo podría hacer alguna vez Alexander. Mi hijo, mi suegro, y la cantidad ínfima, casi ridícula, de personas que realmente contaban para mí en aquella vida... En ese momento, era incapaz de darme cuenta si mis pensamientos eran estúpidos o acertados. Yo solo me odiaba...
⏳⌛️
Ya había perdido la noción del tiempo. Alex no detuvo su llanto bajo ninguna circunstancia, yo solo me limité a no moverme y a dejarlo hacer. De repente su teléfono sonó. El torrente de lágrimas incesante se detuvo en un tiempo récord y contestó:
- Oui allô? - Respondió con los ojos cristalizados - Oui? Oui c'est moi... (¿Si?, si soy yo...) - Continuó interesado, quizás a mi también me quedaba algo de esperanza... - C'est vrai?! Oh merci! On arrive! On arrive tout de suite! (¿En serio? Gracias, ¡vamos! ¡Vanos en seguida!) - Lo habían encontrado...Alex, con gran rapidez colgó el teléfono, y me indicó que el niño estaba con la policía del aeropuerto antes de echarse a correr con todas las fuerzas que le quedaban... Sorprendido, no me quedé atrás, rápidamente lo alcancé, y en pocos minutos habíamos llegado al otro extremo del lugar, donde se encontraba la estación de policía...
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Los cuadernos de Marcos
RandomMarcos, es un chico un poco reservado, que tiene como bienes más preciados sus cuadernos, donde escribe historias, y todo tipo de textos que le representan. Su obra es parte de el, y lo ayuda a superar su soledad, y las dificultades que viene pasand...