📔 Capítulo 94 📔

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    Al despertar, estaba solo. Ni papá ni dadá estaban a mi lado. Durante algunos minutos, me dediqué a mirar a mi alrededor. Había poca luz, no pude ver muy lejos.

    Al menos, tenía a Félix conmigo. El siempre me hacía compañía. Y bien enrolladito en mi mantita, podía oler el perfume de papá. En un momento, Félix se empezó a impacientar. Él ya había dormido mucho. Me abracé a él, y le hablé para que no se aburriera. Pero nos dimos cuenta de una cosa muy importante: Dadá jamás, nunca en la vida, ninguna vez, por ningún motivo, bajo ningún concepto, me dejaba solo en ningún lado. Eso era raro...

    En ese momento, Félix tenía muchas ganas de llorar. Lo abracé aún más. Para que no tuviera miedo. Yo era un niño valiente. No podía llorar. Félix me dijo que dadá no me dejaría. Ellos iban a volver en cualquier momento. Pero yo no quería en cualquier momento, ¡quería ahora!

    Quería ir a buscarlos, pero la cama era tan grande que no encontré cómo salir. ¡Que fastidio! Yo quería ayudar a Félix... él no podía llorar... De repente, la puerta detrás mío se abrió. Me dió mucho miedo.

- Oh nene. - Papá me tomó en brazos muy rápido. - Ya pasó mi niño... Shuuu... no llores precioso. - Papi me hizo rebotar en sus brazos, y me hizo muchos cariñitos. - Ya pasó... ¿tuviste un mal sueño cariño? - Dije que no con la cabeza. Me escondí en su cuello y le abracé muy fuerte. ¡Era mi papi! - ¿No? ¿Entonces? - Papá me hizo muchas caricias en la espalda, lo disfruté mucho.
- Te quie'o - Le dije, porque lo extrañé mucho. Y le di un besito, porque a papá también le gustaban mucho los besitos. Todos creían que papá era malo o daba miedo, pero eso no era cierto. Papá sólo era malo cuando me castigaba, pero era porque yo me portaba mal. ¡Sino mi papá era muy bueno! Le di otro besito en su cara.
- ¡Papá también te quiere cariño. ¡Ay qué bueno! ¿Me das otro? - Le di otro besito a papi. ¡Le di muchos! Y Félix ya ni lloraba. Le diría a papá.
- Félix e'taba ti'te poque e'taba solo.
- ¿Oh? ¿En serio? - Dije que sí muy rápido. Félix necesitaba a papá. - Pero si tú estabas con él cariño... - Papá me acostó en la cama. ¡Yo no quería dormir más! - Ya nene...
- ¡Ño! ¡Upa!
- Si, pero primero hay que cambiarte, ¿verdad que si? - Lo miré un rato, creo que no... - Si si, hay que cambiar el pañalito. Este está muy mojado ya.
- ¡Hum! ¡Ño! - Papá me había dado una palmada, pero de las que no duelen. Intenté huir.
- Ni lo pienses. - Papá me tomó mi piernita y me hizo volver hacia el. Era gracioso, volví a intentar cuando se distrajo. - Vuelve aquí. - No lo pensaba hacer, pero papi era más fuerte. Rápidamente estaba en su regazo. El me quitó mi pijama mientras jugábamos. El era el monstruo glotón, y yo me intentaba escapar. - Ya... tranquilo ahora. Hay que estar quietecitos ¿si? - ¡No! Le dije con mi cabeza. Me hacía mucha gracia la cara que puso. - Si...
- ¡Ño! - Papá me volvió a hacer cosquillas.
- Siii...
- Ño.
- Yo creo que sí...- Ya no podía más. Me dolía mi pancita.
- ¡Ño Ño ño! - En serio quería irme. Pero estaba muy difícil. Él tenía mucha fuerza. ¡No era justo!
- ¡Que siiii!

    Hicimos eso durante mucho tiempo. Bueno, para mi no pareció mucho, pero creo que si lo fue, porque luego nos vino a buscar dadá. Parecía impaciente. Pero lo más importante. ¡Tenia mi bibi!

    Jugar con papá me dió muchísima hambre. Así que quise ir con dadá. Pero papi no me dejó. Me puse muy triste. Pero luego él dijo que podía tomar mi lechita cuando estuviera limpio. Así que me porté muy bien. Hasta ayudé a papá a escoger el pañalito más lindo. ¡El de las abejitas!

    Cuando terminó de cambiarme yo ni le dejé ponerme mis pantalones. ¡No había tiempo! Lo más rápido que pude fui con dadá. El ya estaba sentado en la cama y listo para darme mi bibi.
    Me encantaba que dadá me diera mi lechita. ¡Era lo mejor! Y si papá leía un cuento... yo era el bebé más feliz del mundo. Bueno, era un niño grande, pero mis papis siempre me dicen bebé...

Los cuadernos de MarcosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora