Cap 121 ¿Gemelos?

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Erica POV

En algún momento del viaje, debo de haberme quedado dormida.
Mi cabeza rebota perezosamente arriba y abajo cuando me despierta el sonido de voces.
—Probablemente deberíamos darle otra dosis—, dice el rudo granuja que se sienta a mi lado. —Sólo para asegurarnos de que no huye—.
Contengo la respiración mientras espero la respuesta de Alice. Sé que un exceso de acónito sería perjudicial para mi embarazo.
—No podemos arriesgarnos—, dice Alice. —El bebé es demasiado importante—.
Oigo abrirse la puerta del coche y siento que el pícaro se levanta del asiento a mi lado. Dejo escapar un suspiro de alivio mientras se me abren los ojos. Levanto la cabeza perezosamente, parpadeo rápidamente, intentando que mi visión se enfoque. Cuando mi visión se aclara del sueño, veo que Alice está girada en su asiento mirándome fijamente.
—Alice—, mi voz destila malicia al pronunciar su nombre.
—Hemos llegado a nuestro destino—, me mira de arriba abajo con odio en los ojos. —Si huyes dejaré que te violen—.No puedo evitar jadear ante la brusquedad de sus palabras. -
¿Pondrías a tu propio nieto en peligro?—.
—Si huyes, no tengo ningún problema—, dice fríamente. —Ahora vas a salir de este coche y entrar tranquilamente en esa cabaña. Si haces algo que llame la atención o intentas huir, estás advertida de las consecuencias de tus actos.
Los ojos de Alice se clavan en los míos y me doy cuenta de que no está bromeando. Dejará que estos hombres abusen de mí si no obedezco. Apartando los ojos de Alice, miro por la ventana a mi alrededor. Estamos en medio de un bosque. Los árboles son tan altos que no puedo ver por encima de ellos. No tengo ni idea de cuánto tiempo llevamos huyendo ni de dónde estamos. Si huyo, no podré escapar sin transformarme en Envy.
Con un fuerte suspiro, sé que no tengo más remedio que obedecer a Alice. —Me comportaré—, digo apretando los dientes.
—Pensé que verías las cosas a mi manera—, Alice se burla de mi.
La puerta que tengo al lado se abre y otro granuja corpulento me espera fuera. Me agarra del brazo y me saca de la parte trasera del coche. Sus garras se clavan en mi piel y noto cómo me cortan la carne.
Intento zafarme de su agarre, pero me aprieta aún más. —Dije que vendría sin hacer ruido—, gruño.
Alice se rie desde la parte delantera del vehículo. —Es sólo por precaución—, dice con un gesto de la mano. —Rex te acompañará a tu habitación—.
El pícaro, Rex, me arrastra del brazo hasta la pequeña cabaña que se encuentra en un claro entre los árboles. Por el tamaño de la cabaña, sólo puede haber una o dos habitaciones como mucho.
Rex me arrastra al interior de la cabaña y veo que estoy en lo cierto. Hay una habitación grande y dos más pequeñas a los lados.
Sin darme la oportunidad de mirar a mi alrededor, Rex me empuja a una de las habitaciones más pequeñas.
Una vez dentro, cierra la puerta tras de mí y oigo el clic de la cerradura. De pie en medio de la habitación, miro a mi alrededor.
No hay ventanas, no hay forma de escapar. La única forma de entrar y salir de la habitación es a través de esa puerta y no tengo que comprobarlo para saber que está bien cerrada.
En la habitación hay una cama y nada más. Me acerco a la cama, me siento y finalmente dejo que las lágrimas que he estado conteniendo caigan por mis mejillas. Sentada en esta habitación, me doy cuenta de que ésta será mi prisión hasta que dé a luz al bebé o bebés que crecen dentro de mí.
La cerradura de la puerta hace clic y se abre lo suficiente para que Alice y Rex entren. Pero esta vez no están solos. Para mi sorpresa, el médico de la Manada del Norte entra con ellos.
Rex se para delante de la puerta, bloqueando mi única vía de escape. Alice se adelanta con el doctor y le hace un gesto para que se acerque a mí.
Me alejo del doctor y aprieto la espalda contra la pared de la habitación. El médico vuelve a mirar a Alice antes de agarrarme por el tobillo y empujarme hacia la cama.
—Supongo que se acuerda del doctor Wilson—, dice Alice con cara de orgullo.
—Exactamente, ¿cuántas personas están a su servicio?—. le siseo.
—Más de los que crees—, dice Alice con cara de suficiencia. -
Ahora sé una buena niña y deja que el médico te examine—.
Estoy indecisa. No sé qué es lo correcto. Por supuesto, tendré que estar bajo los cuidados de un médico hasta que dé a luz. Pero no quiero que nadie que trabaje para Alice se me acerque.
—¿Empezamos?— Alice pregunta con una sonrisa malvada en la cara. —¿O necesito dejarte a solas con Rex unos minutos?—.
—Necesitaré más que unos minutos con una belleza como ella, Rex levanta las cejas de arriba abajo mientras habla.

Se me sube la bilis a la garganta al pensar que un hombre que no sea mi compañero me toque. Me incorporo y me acerco al doctor Wilson.
El doctor Wilson empieza a examinarme y accedo a todas sus peticiones, incluso cuando me pide que me levante el vestido para examinarme el vientre. Me presiona con fuerza en el vientre y me estremezco un poco por la incomodidad. A Alice no le pasa desapercibido.
—Si crees que llevar gemelos es incómodo deberías probar con trillizos—, dice con aire de arrogancia.
—¿Gemelos?— pregunto aunque ya sé la verdad.
—No seas estúpida—, me sisea Alice. —Las dos sabemos lo que te dijo el oráculo—.

Maldecida con los trillizos alfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora