CAPITULO 32 - Cena con Elena

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POV Christian Grey

He estado tratando de distraerme con todo, en estas tres semanas que no la veo, en realidad me he negado a rendirme a la tentación de buscarla...

Mamá y Gail encontraron al fin un remedio para mi malestar estomacal, ya no vomito tanto y bueno, todavía algunos olores me provocan náuseas, pero toda esta tortura disminuyó, como galletitas de jengibre, a mi batido le ponen un poco también, y ha mejorado todo...

Ya pensaba que me ponían algo en la comida para enfermarme y mamá se ocupó de verificar los menús y comer conmigo cada alimento para ver si le producía el mismo efecto y claro, de metiche Elliot, ¿no que quería almorzar conmigo? ahí tiene, pero para experimentar con él me sirvió de mucho... 

Andrea me habla por el intercomunicador y me saca de mis pensamientos - ¿si, Andrea?- señor Grey la señora Lincoln está en la línea dos- me dice...  desde hace tiempo voy esquivando hablar o encontrarme con ella, pero quiero distraerme un poco... acepto - pasa la llamada, gracias- digo de inmediato - Christian, ¡¡al fin!! - me dice sin esperar a que diga una palabra - ¡Elena! que sorpresa, ¿en qué puedo ayudarte? - le digo burlón - ¡cómo me dices eso!, si te he llamado constantemente y no me han pasado la llamada- dice- oh, es que he estado muy ocupado y algo enfermo Elena, pero si era muy urgente podías llamarme al celular - ¿estás bastante chistoso hoy, no? si té llamo a tu oficina es porque no tomas mis llamadas en el celular - dice ya algo molesta- bueno ¿para eso me llamaste? ¿para reclamar por tus llamadas no atendidas?, sabes que estoy bastante ocupado...-  ahora el molesto soy yo... - no, no, no era eso y no necesitas ser grosero conmigo Christian, llamaba para invitarte a cenar, hay muchas cosas que deseo hablar contigo - lo pienso y bueno iré - ok, a las siete en el "Mille High Club"- corto, ¿qué tanto quiere decirme?, recuerdo que pasé tantas cosas con ella, como no podía evitar pensar en lo que me hacía, más las recompensas, después de someterme a la humillación y el autocontrol, que debía utilizar para no desfallecer y mostrar mis debilidades, la odié como a nadie en la vida, quise matarla con rabia y derroche de frustración, todos aquellos sentimientos reprimidos y mi impotencia de pequeño por no haber podido hacer algo por mi madre, para salir de aquel infierno en el que vivimos, llevados por su adicción y el abuso constante de aquel hombre sobre ella y hacia mí, con más golpes, con más ira sentía todo lo que habría podido soportar por ella y cómo ella no había podido al menos hacer algo por mí y me liberaba sexualmente con las sensaciones que el orgasmo me brindaban por un pequeño instante y luego despertar nuevamente a la realidad...

La vergüenza latente de hacer lo prohibido con alguien mayor, el aroma repulsivo de sus fluidos y los míos me producían asco de mí mismo... a pesar de todo eso, lo toleraba como parte de la realidad de mi vida... y con ser ahora el dominante podía elegir las mujeres que compartirían mis sábanas y me brindarían esa ansiada liberación... no habían sentimientos de por medio y si alguna de ellas empezaba a enamorarse, me encantaba desecharla formando parte de los preceptos que Elena me enseñó "el amor es para los idiotas"...

Miraba por la ventana sumergido en todo aquello que antes de Anastasia había llenado mi vida, calificándola como satisfactoria y envidiable según las entrevistas, comentarios de los medios de comunicación, lo tenía todo, dinero, prestigio, familia, y era increíblemente atractivo nombrado como el hombre más deseado, que hizo que las mujeres se lanzaran a mis pies y soportaran mis extravagancias, había aprendido a jugar muy bien mis cartas, siempre ganaba... pero estaba solo, ¿de qué servían tantos caprichos?...

El estilo de vida que he mantenido, sin embargo, tampoco me había ayudado a superar mis debilidades, mis pesadillas, mi terror a ser abandonado, a ser tocado, mi ira descontrolada, solo me volvió inalcanzable para todos...

Acuerdo de Amigos. Será nuestro secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora