5. Vestíbulo

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Heechul se abrocha la chaqueta mientras me mira con las cejas levantadas. Estoy en el último peldaño de las escaleras. Tengo las manos enlazadas, mi labio inferior forma un puchero e intento, con todas mis fuerzas, ignorar al hombre que tiene sobre su cabeza.

No sé cómo hemos llegado a esto.

—¿No puedes esperar a mañana?

—¡No! —sacudo la cabeza. El dolor que me atraviesa la nariz hace que rompa mi expresión suplicante por unos segundos. Tomo aire por la boca— Ayúdame con el baño, por favor.

—Lo siento, Hae, pero la película empieza dentro de media hora y tenemos las entradas desde la semana pasada. No voy a perdérmela porque a ti se te haya antojado bañarte justo ahora.

Me dejo soltar un lastimero lloriqueo que no tiene ninguna influencia en él. No obstante, una risa malvada atraviesa mis tímpanos. Mantengo la mirada en Heechul, que coge sus llaves del mueble recibidor y me lanza una mirada expectante. Sabe que quiero hablar. En realidad tengo muchas ganas de gritarle que coja el paraguas que tiene al lado y golpee con todas sus fuerzas al aire sobre él, pero me tomaría por loco.

Cómo odio tener la certeza de que solo yo puedo verle en este momento. No me lo ha dicho, pero sé que Heechul se habría dado cuenta de no ser así y ahora mismo estaría gritando.

—¿Pretendes que me duche solo, en este estado? —me señalo la nariz.

—No seas exagerado —bufa—. Lávate el cuerpo y ya te ayudaré mañana con el pelo.

—¡Pero Hee!

—Me voy, mocoso —me ignora. Da media vuelta, abre la puerta y sale de casa.

—¡Heechul! —grito, pero cierra con llave. Dejándome solo en casa. Solo y con ese ser infernal que sonríe de lado cuando lo miro— No voy a dejar que me toques, ¿entiendes? Así que ya puedes ir olvidándote de ayudarme con el baño.

Giro sobre mis talones, me agarro a la baranda de madera y comienzo a subir sin prisa. No puedo correr porque posiblemente me marearía, pero tampoco pretendo hacerlo. La mejor forma de enfrentarme a él es seguir firme, decidido y sin miedo. En cuanto me muestre un poco vulnerable, atacará otra vez. No estoy dispuesto a caer entre sus brazos como el otro día. O como antes, cuando me tenía, irónicamente, sobre ellos.

Me detengo y aprieto los ojos. Soy más fuerte que él. Más que Yoona o que cualquiera que haya caído ante un pacto tan despreciable. Vuelvo a tomar aire y los abro.

Su rostro está a centímetros del mío, boca abajo. Sus ojos son fauces negras que nunca van a dejar de causar una extraña sensación en mí. En este momento, susto. Retrocedo para alejarme de él y mi pie izquierdo queda colgando en el aire, provocando que pierda totalmente el equilibrio.

Caigo escaleras abajo, solo cuatro peldaños, pero suficientes para notar mi espalda totalmente adolorida.

Como si el día no estuviera siendo ya lo suficientemente horrible.

Hyukjae me mira desde arriba, tumbado boca abajo en el aire. Menea la cabeza de lado a lado.

—Qué torpe eres, muñequito.

—¡Es culpa tuya! —grito— ¡Deja de aparecer siempre de repente!

Intento levantarme, girarme o deslizarme para estar sentado, pero me duele demasiado la espalda. Me echo un brazo sobre los ojos con cuidado de no tocarme la nariz. Dice que no quiere matarme, pero a este paso estaré enterrado dentro de una semana.

—Aparecer de repente es mi especialidad. No solo yo, también otras cosas. Como arañas, serpientes, fantasmas, recuerdos, pesadillas, sangre... Puedo averiguar tu mayor miedo y hacerlo aparecer solo para ti. Ah —suspira—, por eso Halloween es tan divertido. Una lastima que solo dure una noche.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora