74. Onomatopeya

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Sus ojos vacilan sobre los míos unos segundos antes de volver a dirigirse hacia la melena de dos colores que me enmarca la cara.

No deja de observarme y yo tampoco dejo de observarlo a él. Lleva una camisa de manga corta blanca y unos tejanos desgastados. La última vez que pensé en un agosto juntos ambos acabábamos ahogándonos mutuamente en la piscina. Supongo y espero que algún día llegará ese momento.

—Pensaba que cuando volvieras estarías desastroso, no aún más bueno que hace tres años.

—¿Gracias? —me río, aunque él sigue serio y confuso.

Kyungsoo aparece entonces con mis pedidos. Deja la bandeja sobre la mesa y se sienta a mi lado, recto, con las manos sobre los muslos y los ojos clavados en Hyukjae. Me arremango la camisa hasta los codos y me froto las manos antes de darle un sorbo a mi batido de chocolate. Mi paladar vibra de puro placer. Está tan fresquito y tan dulce. Justo lo que necesitaba para comerme el cruasán, las tostadas con mantequilla y el gofre a dos carrillos con ojos entrecerrados. El mejor desayuno de mi vida.

—Muñequito, sé que estar muerto durante tres años te habrá dado un apetito voraz, pero deberías controlarte si no quieres volver a morir por un atragantamiento.

—Perdón —digo con la boca llena. Trago, bebo un poco de mi café con hielo y tomo aire, haciendo todo lo posible por relajarme y comer como lo haría una persona normal— Sigue hablándome de lo bueno que estoy, que ya he tenido suficiente muerte por un tiempo.

Vuelve a no reírse. Lleva así desde que nos hemos reencontrado. Creo que nunca lo había visto tan serio como hoy, pues antes, aunque no estuviéramos pasando un buen momento, encontraba la manera de sonreír y de hacerme sonreír a mí. Ahora, sin embargo, la única curva que he visto en sus labios es la mueca que ha hecho cuando lo he arrastrado hasta una cafetería para desayunar. Yo soy el primero que quiere hablar con Heechul, explicarle la situación a Kyuhyun, abrazar a mamá, ver cómo está Siwon después de lo ocurrido y muchas otras cosas más, pero no voy a poder hacer nada de eso con el estómago vacío.

A pesar de su expresión, me inclino sobre la mesa y le muestro una sonrisita. Me imita en lo primero, cruzando sus brazos junto a la bandeja, pero lo segundo lo sustituye por un profundo ceño fruncido.

—¿Cuánto tiempo has estado en el cielo?

Suspiro. Retrocedo, muerdo la tostada y me encojo de hombros.

—No sé, unas horas. Le he contado toda la situación a mi padre y luego he ido a la cárcel y he discutido con Alejandro —me lamo la mantequilla de los dedos—. Hemos discutido mucho. Como si haber nacido con la misma alma que su madre fuera culpa mía.

Me detengo para poder masticar un trozo demasiado grande de cruasán. Mientras lo hago, veo que los ojos de Hyukjae siguen el movimiento de mi mano izquierda. Al principio no lo entiendo, pero cuando mi cerebro recuerda el intercambio que he hecho con Alejandro me doy cuenta de que llevo su anillo en el dedo anular.

Trago rápidamente y me limpio las manos con una servilleta antes de tirar de él para quitármelo. Sorprendentemente, me las cubre con las suyas para detenerme.

—Llévalo tú —me pide—. ¿Qué más te contó Ma... Alejandro?

Odio esta situación. Odio verlo así. Odio no saber qué ha pasado durante estos tres años. Odio que ahora que por fin vuelve a tener su cuerpo humano, no pueda enseñarme su preciosa sonrisa de encías. Odio que la sombra de las lágrimas aún se pinte en sus mejillas.

Con cuidado, saco las manos de su agarre y las estiro hasta su rostro. Intento limpiarlo con los pulgares, pero están tan secas que es imposible, así que tomo una servilleta, la mojo con un poco de saliva y lo intento de nuevo. No hace ni dice nada al respecto.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora