56. Salvado

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Me quito a Hyukjae de encima como puedo y dejo su cuerpo inerte tirado a mi lado.

Estoy tan impactado que no puedo pensar con claridad. Creo que me ha reconocido antes de desmayarse. Puede que eso sea lo que le haya hecho recuperar del todo su forma humana y perder la consciencia. Puede que cuando despierte no recuerde nada de lo que ha pasado, ni que me ha inmovilizado contra el suelo, ni que me ha llamado "humano estúpido", ni que le he dicho que estoy enamorado de él con lágrimas en los ojos y no ha hecho más que parpadear. Me gustaría olvidarlo a mí también.

Si, por el contrario, lo recuerda todo, no sabré qué hacer. Supongo que admitirlo y pedirle que finja que no ha pasado para que pueda confesarme por primera vez en una situación más romántica. Un "te amo" nunca debería pronunciarse desde el sufrimiento.

Clavo el codo izquierdo en el suelo para tomar impulso y poder sentarme. Lo único que se oye en toda la casa es mi agitada respiración y mis quejidos mientras me muevo intentando no menear el brazo derecho ni la muñeca izquierda. Para levantarme tengo que ponerme de rodillas y luego hacer un grandísimo esfuerzo para no perder el equilibrio, cosa que no logro ni a la primera ni a la segunda ni a la tercera. La cuarta vez me tambaleo hasta que las plantas de mis pies se quedan clavadas en el suelo. Miro el techo con desesperación. ¿Y ahora qué?

Hyukjae está tirado en el suelo, su corazón no late, sus pulmones no funcionan, parece que está muerto, pero yo sé que no es así. Cuando un demonio muere, desaparece. Él solo está dormido. Aunque los demonios nunca duermen. Pero después de ver que sus alas rojas de murciélago se han transformado en unas de plumas negras, ya no me siento capaz de llegar a ninguna conclusión con sentido.

—Ahora vuelvo —le digo en voz baja—. Solucionaremos esto. Te lo prometo.

Me limpio los ojos y salgo de la habitación arrastrando los pies. Cruzo el pasillo, bajo las escaleras y llego a la trampilla sin prisa, agarrándome el hombro. Tengo la sensación de que voy a desmayarme también en cualquier momento, pero tomo aire profundamente cada vez que las fuerzas empiezan a fallarme. Le doy patadas a la puerta de madera para indicarle al golem que me abra.

Sorprendentemente, lo hace. La cabeza del señor Soo se asoma y sus ojos se quedan clavados en mí como si esperara una nueva orden.

—Baja a Hyuk.

—Sí, amo.

Pasa por mi lado y se va a paso lento hacia el segundo piso. Mientras tanto yo bajo las escaleras hacia el sótano. Su característico aroma penetra mis fosas nasales, pero las ganas de vomitar han sido sustituidas por un odio inmenso. Bajo el último peldaño y busco a las brujas con la mirada. Están todas apiñadas en una esquina, aparentemente tranquilas, hablando, hasta que mi sonora respiración llama su atención.

La primera en cruzar miradas conmigo es la rubia. Da un salto hacia atrás y se esconde detrás de Byeol, que me fulmina con la mirada mientras cruza los brazos de forma protectora. Doyeon me mira sin más, como si no supiera qué hacer. Y Sucy no puede evitar sonreírme. Aprieto la mandíbula.

—¿Qué le habéis hecho?

—Encerrarlo —responde Byeol.

—No —sacudo la cabeza—. Eso no le hubiera afectado tanto. Vosotras le habéis hecho algo. Vosotras... vosotras lo sabíais y habéis intentado... matarlo.

—No, no hubiéramos podido matarlo. Solo lo hemos encerrado para debilitarlo lo máximo posible y que no se resistiera cuando quisiéramos devolverlo al infierno.

Su neutralidad al hablar me enfada. Doy un paso adelante, me detengo, doy otro y me vuelvo a parar. Sorbo la nariz y me la froto con la manga manchada de barro.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora