30. Llorando

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Me preparo con los puños en alto como un boxeador, listo para empezar a luchar contra mi novio demonio y ex soldado romano. Salto de lado a lado ansiosamente a la espera de su ataque mientras él solo me mira con una sonrisa torcida en los labios. Menea la cabeza con diversión, estira un brazo y me baja los puños.

—No puedes usar el contacto físico —estira la otra mano hacia el talismán y lo toma entre sus dedos—. Esto haría todo el trabajo.

—Pero yo quiero vencerles sin su ayuda.

Dejo caer los brazos con confusión. Sé que ellos no pueden tocarme o saldrían volando, pero en ningún momento se me había ocurrido que yo tampoco puedo tocarlos a ellos. Aunque tiene mucho sentido, en realidad. Es simple contacto. El talismán no puede identificar cuál de las dos partes ha iniciado el contacto. Me miro las zapatillas con el ceño fruncido. ¿Qué planes tiene Hyukjae entonces?

Noto una caricia en la barbilla y levanto la cabeza. Me encuentro de golpe con su sonrisa a centímetros de mis labios y se me corta la respiración. Nuestras narices se rozan cuando asiente.

—Y lo vas a hacer, muñequito.

Retrocede mucho, hasta quedar tan lejos de mí que siento la tentación de echar a correr hacia él. Pero me quedo donde estoy, esperando con expectación su próximo movimiento. Abro y cierro las manos a cada lado de mi cuerpo. Estoy más nervioso que en mi examen de ingreso a la universidad.

—¡Cierra los ojos! —me grita. Y, aunque me sorprende, lo hago.

Mi respiración se acelera, mi corazón empieza a latir con desenfreno y sudo aún más si cabe. Trago saliva con dificultad. Me pregunto si esto será para que se me agudicen los otros sentidos, porque es lo único que se me ocurre en una situación como esta. Quizás quiera que me prepare por si me atacan de repente. Pero sea como fuere, es mi primera vez y no estoy preparado para ello.

Por eso mismo salto asustado cuando noto una suavísima caricia en mi nuca. Intento avanzar, pero algo me toma de la cintura y me obliga a quedarme donde estoy. Aprieto los párpados para no abrir los ojos. ¿No acaba de decir que nada de contacto físico? ¿Qué diablos hace? Me sacudo como puedo y llevo mis manos a mis caderas, pero no hay nada.

Se me escapa un sonido asustadizo. No me está tocando de verdad. ¿Cómo se supone que voy a luchar contra esto? Noto cómo dedos se me clavan en la piel de los costados, cómo tiran de mi hacia atrás, cómo intentan llevarme consigo. Y cómo mi cabeza va a mil por hora intentando entenderlo. Está claro que no es científicamente posible, pero eso ya no es excusa. También está claro que es un demonio, pero tengo los ojos cerrados. ¿Puede manipular mis sensaciones incluso si no lo miro?

—Cabeza fría —murmuro para mí—. No hay nada. Nadie tira de mí. No hay nad-¡Ah!

Lo mismo que tiraba ahora me empuja, con tanta fuerza que caigo de rodillas en el suelo. Me freno con las manos para no golpearme la cabeza y abro los ojos. Efectivamente, no hay nada en mi cintura, ni siquiera marcas de la fuerza que esa cosa ha hecho en mi cintura. Cojo aire mientras miro hacia arriba.

Hyukjae se para delante de mí, se pone de cuclillas y me toma de la barbilla.

—¿Qué tal?

—¿Q-qué ha sido eso? ¿Cómo has conseguido... con los ojos cerrados...

—Primera lección: no te fies ni de tu sombra.

Me suelta y se levanta. Es una frase que he oído muchas veces, en películas y en la vida real, que he leído en libros y que yo mismo he dicho. Sin embargo, ahora suena totalmente distinta. Totalmente literal.

Entender que he sido atacado por mi propia sobre hace que un escalofrío me recorra todo el cuerpo. Porque me doy cuenta de que no solo salgo con Hyukjae.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora