Hugs with the Devil [EunHae +18]

63. Astoreth

Durante el resto del día me siento agotado, tanto física como mentalmente, aunque más de lo segundo. Me siento como si alguien hubiera drenado toda mi energía durante mi pelea con Minho.

No puedo dejar de preguntarme si Astoreth habrá actuado a través de mí para que ese imbécil homófobo cambiara a mejor. Sé que Lucifer dijo que los ángeles solo pueden poseer a los devotos, pero puede que ser consciente de todo lo que hay más allá me haya convertido en uno. ¿O es que el ángel de la fiesta de Hana no era Natanael sino Astoreth? ¿Quién diablos es Astoreth entonces? ¿De verdad es un ángel o Hyukjae solo me lo ha dicho para que no le dé más vueltas al tema? Quiero creer que solo estoy paranoico, pero es que ha pasado ya tres veces. Dos podría haber sido casualidad, pero con tres se demuestra que era algo premeditado. Que ese o esa tal Astoreth me utiliza.

Sin embargo, hay cosas que no cuadran. Si me volví más débil y más accesible a los conjuros después de ir al limbo con Lilith, ¿por qué la primera vez que hice cambiar a alguien fue en el cumpleaños de mi prima? Aquello ocurrió en febrero. Pasó más de mes y medio hasta que me desmayé antes de conocer a las brujas y la segunda vez no pasó hasta la noche del cumpleaños de Hyukjae. Eso significa que Astoreth no es un demonio y que, supongo, es bastante poderoso para poder ejercer su poder sobre mí sin que Hyukjae o Lucifer puedan evitarlo.

¿Y si es Astoreth quien manda a esos demonios para matarme? ¿Tendría eso sentido?

¿O estoy pensando demasiado?

Para lo cansado que estoy, debería dormir, no seguir dando vueltas en la cama mientras noto cómo crece mi dolor de cabeza. Pero no puedo evitarlo.

Miro a Hyukjae, que duerme plácidamente a mi lado, boca abajo y en bóxer, y suspiro. Estiro la mano hasta que mis dedos están sobre sus omóplatos. Echo de menos sus alas. Echo de menos que me cuide mientras duermo y me traiga manzanillas cuando estoy muy estresado. Me gustaría salir por ahí a entrenar o jugar con Quimera o enredar a Armida entre mis brazos. Me siento tan impotente con la muñeca vendada y el hombro dislocado. ¿Qué se supone que voy a hacer si deciden atacarnos?

Le doy un beso en el hombro y me levanto, con cuidado de no despertarlo. Sopeso si ponerme la camiseta del pijama o quedarme únicamente con esos pantalones de pizza que no sé de dónde ha sacado. Me encojo perezoso y salgo tal cual de la habitación, solo para luego bajar las escaleras y arrastrar los pies hasta la cocina. Kyungsoo está dormido en una esquina, pero no lo despierto.

Aunque tengo la muñeca vendada, puedo hacer fuerza con los dedos. Abro la nevera con ellos y luego cojo la botella de agua con la articulación del codo y la coloco sobre la encimera. Quito el tapón con cuidado. Tomo aire y la levanto un poco para echarme en un vaso. Solo un poco, lo suficiente para que su peso me haga gemir de dolor y mis dedos la suelten, dejandola caer y derramando todo el agua por el suelo.

—¡Mierda! —le doy una patada al suelo encharcado con el pie desnudo, llenándome el pantalón de agua— ¡Oh, no me jodas! ¡Estúpida botella!

Otra patada. Esta vez, en cuanto doy un paso, mi pie resbala y mi cuerpo se va hacia atrás. Me preparo para caer y odiarme durante un buen rato, pero dos manos me salvan.

En cuanto la otra persona me ayuda a erguirme, me giro. No es Hyukjae, pero eso no es lo que me sorprende, sino que sea una chica. La reviso de pies a cabeza con cierta confusión. Piel blanca, pelo castaño y largo, labios rojos, ojos rasgados, complexión delgada. Viste como cualquier chica de la universidad, excepto por el hecho de que tiene dos pequeños colmillos en su dentadura superior.

—¿Lilith? —pregunto.

Ella me sonríe.

—La misma, angelito. ¿Qué es todo eso? Parece una versión en miniatura del diluvio universal —se echa a reír.