36. Fuego

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Era una noche como cualquier otra y los tres se hallaban junto al lago. Claudia se había dormido varios minutos atrás y ahora estaba tumbada con su cabeza en el regazo de Marcus Alejandro mientras éste miraba en silencio el reflejo de la luna en el agua. Julio intentaba hacer lo mismo, pero solo era capaz de jugar con un rizo rubio entre sus dedos.

¿Cuánto faltaba para que naciera el bebé? ¿Qué iba a pasar después? ¿El trato de la chica con el demonio terminaría entonces? Porque de ser así, también acabaría la tranquilidad en la que vivían. De ser así, corrían el riesgo de ser atacados. Y si los atacaban, si iban a la guerra, morirían.

Él no quería perder a las únicas personas que había querido en toda su vida.

Se llevó las rodillas al pecho, apoyó la barbilla en ellas, dejando que el pelo le cubriera la cara, y cerró los ojos, solo para volver a abrirlos cuando una mano le puso los mechones del lado izquierdo detrás de la oreja.

—¿En qué estás pensando?

—Vamos a morir —murmuró—. Tu hijo nacerá y el demonio vendrá para comprobar que sea varón. Luego dejará que nos ataquen y empezaremos a luchar.

—Y ganaremos. ¿No vas a ser un héroe de guerra?

Julio encogió los hombros.

—Voy a serlo, pero no quiero que mueras.

Sin decir nada, Marcus Alejandro estiró el brazo sobre sus hombros y lo empujó más cerca de él. Juntaron sus cabezas con la respiración casi acompasada.

—No moriré. Tengo que casarme con Claudia y ver cómo mi hermano es aclamado por toda Roma, ¿no?

—¿Me lo prometes?

—Con mi vida —aseguró.

Luego hubo silencio. Su amigo se le acurrucó en el hombro izquierdo mientras dejaba caer el brazo y Julio se apoyó en su cabeza pacíficamente. Notó una caricia en la mano, pero no se molestó en mirar. Sabía lo que era.

Apretó la mano de Marcus Alejandro igual que este apretaba la suya. Con fuerza. Prometiéndole que no iba a dejarlo marchar.

—Marcus...

—¿Mhm?

—Creo que el otro día los dioses me dejaron ver al amor de mis vidas.

Supo que su amigo sonreía por el tono de su voz.

—¿Y cómo era?

—Como un ángel...

—Tu futuro yo estará muy contento —rió.

Julio asintió efusivamente. No solo su futuro yo lo estaba. Él también. Y sabía que faltaba mucho tiempo, quizás más de cien años, para ello, pero quería conocerlo. Tenía tantas ganas de sentirse cómo Marcus Alejandro se sentía estando con Claudia.

—¿Crees que me reencarnaré en un hombre o en una mujer?

—Quién sabe —bostezó—. Lo importante es que seas humano.

Su amigo tenía razón. Mientras fuera capaz de estar con el amor de sus vidas, todo lo demás no importaba en absoluto.

Apretó aún más la mano ajena, notando que Marcus Alejandro se había quedado dormido. Rió y echó un vistazo al cielo. Como si con ello conectara con los dioses.

Iba a esperar pacientemente hasta tener a ese ángel de pelo dorado entre sus brazos.

∆∆∆

El camino hasta casa de tía Seulah suele durar tres horas en coche, pero Hyukjae logra que estemos frente a la puerta solo chasqueando los dedos. Gracias a esto, hemos podido comprar el regalo de Hana esta mañana y pasarnos el resto del día echados en el sofá viendo Death note. Estaba claro que iba a gustarle Ryuk, aunque de ninguna manera acepto ser Light. Matar nunca es una opción. Hemos tenido una discusión muy entretenida al respecto y cuando hemos visto que ninguno iba a dar su brazo a torcer, nos hemos fundido en un beso que ha terminado conmigo gritando su nombre.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora