79. Florencia

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Cuando las plantas de mis pies tocan el tejado de la catedral de Florencia, las campanas suenan. Son las doce en punto. No hay estrellas en el cielo oscuro. Los coches circulan, la gente camina, el viento corre como una ligera brisa veraniega. Va a ser difícil encontrar a Heechul entre tantos turistas.

—¿Por dónde quieres empezar a buscar? —me pregunta Hyukjae, cruzándose de brazos a mi espalda.

Me apoyo en el pináculo y echo la vista al frente. Lo primero que tengo que saber es el porqué; por qué Heechul ha decidido venir a Florencia por vacaciones. Nunca ha sido un destino que le llamara la atención. Sé que quería ir a París, a Bangkok, a Brujas, a Edimburgo, a cualquier otra capital de Europa, pero no a Roma. Y mucho menos a Florencia. Puede que haya cambiado de opinión en estos tres años que llevamos sin vernos, pero también puede que haya una razón alejada del ocio. Trabajo, quizás.

O el hecho de que en Italia se esconden más secretos sobre ángeles y demonios que en cualquier otra parte del mundo.

Quizás.

Tendría sentido que hubiera aprendido latín si está planeando vengarse. No sé de quién exactamente. No sé cómo. Pero sí sé que yo habría hecho lo mismo de estar en su lugar.

—Vuelve a Corea —le digo. Él frunce el ceño, confuso, aunque no sé si es por el "vuelve" o por el "a Corea"— Necesito que hables con alguien por mí.

—¿Yo solo? No pienso alejarme de ti, muñequito.

—Pero tenemos que dividirnos el trabajo. Nos quedan dos semanas para llevar a cabo tu plan, sea cual sea.

No quiero echarle en cara que todavía no me haya contado de qué va su plan magistral. Mientras sepa lo que hace, mientras éste seguro de que va a funcionar, no me importa conocer los detalles más tarde. Encontrar a mi amigo antes de que cometa alguna estupidez es mi prioridad en este momento.

Hyukjae menea la cabeza. Se separa apenas unos centímetros del tejado y vuela hasta que sus pies están fuera de él, su cuerpo frente al mío. Estira la mano para acariciarme la mejilla.

—No puedo irme y dejarte solo. No me lo perdonaría si ocurriera algo y yo no estuviera allí para salvarte... otra vez.

—Estaré bien —le aseguro. Le enseño la pulsera hecha con la cadena del talismán y extiendo mis alas hasta que forman dos enormes sombras bajo mi cuerpo— Yo me preocuparía más por bajar de aquí antes de que algún humano nos vea.

Aprieto los dientes con fuerza, clavándome las uñas en los dorsos de las manos y lucho con mi cuerpo hasta que soy capaz de volver a esconder las alas en mi espalda. Luego jadeo como si acabase de correr una maratón. Espero que hacerlo sea más fácil con el tiempo.

El avanza lo necesario para poder apretar sus manos en mis costados y asegurarse de que no me caigo. Me río débilmente. Quiero pensar que habría sido capaz de mantener el equilibrio por mí mismo, pero agradezco su preocupación. Además, lo necesito para bajar. Él puede hacerse invisible y dejarme en un rincón en el que no llame demasiado la atención. Si aterrizara yo solo, dado que debo seguir siendo visible hasta que averigüe cómo usar el resto de mis poderes, mis alas serían vistas a kilómetros.

Rodeo su cuello con los brazos y miro hacia abajo mientras él me levanta en el aire. La gente está demasiado ocupada en sus propios asuntos.

—Déjame en un rincón. Luego quiero que vayas a Gangnam, a una tienda en específico, y hables con el dueño.

—No te referirás a la tienda de la que tu madre sacó el amuleto ese que no hacía más que cosquillas, ¿no?

Mis pies tocan el suelo con suavidad y mi espalda choca contra una pared. Miro a un lado y a otro, descubriéndonos en un callejón a oscuras, y vuelvo a levantar la vista hacia sus ojos azabaches. Noto que esconde las alas y me suelta para apoyar las manos a cada lado de mi cabeza.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora