52. Techo

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Lilith enredó el dedo índice en uno de los rizos rubios de Julio mientras éste miraba fijamente el anillo, sentado en la sombra de un árbol que daba a la zona exterior de la muralla.

—Tu aura está llena de dudas. ¿Te estás arrepintiendo de nuestro trato?

—Yo nunca me arrepiento —murmuró él.

Los dedos de la mano derecha le daban la vuelta al anillo sin parar alrededor del anular izquierdo. Era incapaz de dejar de tocarlo desde que Marcus Alejandro se lo había dado. Era incapaz de imaginarse un final feliz, en el que fuera un héroe de guerra junto a su mejor amigo, Claudia y ese bebé que no lo soportaba. Quería que fuera ella la que portara esa dichosa joya en su dedo. Abrazarla el día de su boda y comerse kilos y kilos de comida durante la celebración. Pero a pesar de lo mucho que deseaba que eso sucediera, no podía formar la imaginen en su cabeza.

Su aura estaba llena de dudas porque solo veía sufrimiento en su futuro. Le dolía tanto el pecho que estaba a punto de pedirle a Lilith que le arrancara el corazón y salvara a sus amigos de una buena vez. Que matara ella a Astaroth si podía hacerlo.

Se llevó las rodillas al pecho y soltó un suspiro desde lo más profundo de su garganta. No quería admitir que se había acostumbrado a la presencia de Lilith, pues que un humano se sintiera cómodo con un demonio resultaba, como poco, raro. Pero tampoco le molestaban las caricias constantes en su cabeza ni la voz femenina que sonaba de vez en cuando a su lado, cuando estaba solo o confundido. No confiaba en ella, pero era agradable poder hablar del tema con alguien.

El día que pudiera decírselo a Marcus Alejandro y a Claudia, la cosa cambiaría.

De momento tenía a su lado a una chica de piel negra y ojos azules, vestida con una túnica roja que no hacía más que resaltar el color azabache de su larguísimo pelo liso. Era posiblemente la mujer más guapa que había visto en toda su vida.

—¿Qué? ¿Te gusta mi aspecto? ¿Quieres cambiar a tu angelito por mí?

Ella se inclinó sobre sus labios con la obvia intención de besarlo. Julio retrocedió al instante y se puso en pie de un salto, con los brazos extendidos y el ceño fruncido. Llevó una mano a su espada por inercia.

—No lo cambiaré por nada.

—¿Ni por tus amigos? —ella se levantó tranquilamente. Miró la espada, rió y cruzó sus brazos sobre el pecho— ¿Y si tuvieras que elegir solo a uno? Soy la reina del infierno, cariño, pero no manejo las cosas que pasan en el mundo.

Julio sacudió la cabeza.

—¡Me prometiste que si mataba a Astaroth, los salvarías! Acepté tu trato por Marcus, por Claudia, por el bebé, por...

—No, no, no. Aceptaste el trato por ti. Te da miedo volver a estar solo y es perfectamente comprensible —se tocó el labio inferior con una uña de varios centímetros—. Me pregunto si terminarás conociendo a tu angelito. El destino a veces es tan caprichoso.

Volvió a reír. Sus dientes eran tan blancos como la luna, tan brillantes que impidieron que Julio notara el cambio repentino en algunas de sus facciones hasta segundos después, cuando la miró a los ojos. Eran de un color azabache que parecía incluso más oscuro que su cabello. Toda la tranquilidad que quedaba en el ambiente se transformó en tensión.

Julio desenvainó la espada y la apuntó con ella. Ante dicho gesto, Lilith se frotó sus dos colmillos con la uña del dedo índice. Estaba riéndose a carcajadas, como si no fuera más que un niño con una rama que acababa de encontrar en el suelo.

—¡Hicimos un trato, demonio!

—No hace falta que lo repitas, cariño.

—¡De-deja de llamarme cariño! Que no quiera volver a estar solo no tiene nada que ver con mi amor por ellos. Son mi familia. Son lo único que tengo.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora