Julio contuvo un gemido cuando su padre lo empujó contra el viejo árbol que decoraba su diminuta vivienda. Las lágrimas amenazaban con empezar a salir de sus ojos y cada vez le costaba más respirar. No iba a poder aguantar mucho más con esa huesuda mano apretada en la garganta. Pero solo tenía siete años. ¿Qué se suponía que iba a hacer si ni siquiera tocaba el suelo con los pies?
—Pa... dre...
—¿Un amigo? ¿Sabes lo que le hacen en la guerra a las personas que tienen amigos? ¡Los matan! Son los primeros en morir porque son débiles —el hombre apretó la mandíbula, forzando aún más los dedos en el cuello de su hijo—. Los hombres como nosotros no tienen amigos. Nosotros... ¡mírame a los ojos cuando te hablo, joder!
Pero Julio no podía hacerlo. Estaba cada vez más cansado y no podía sostener la cabeza levantada. Apenas sentía el resto del cuerpo. Intentó mover sus ojos verdes hacia las pupilas oscuras del mayor, pero los párpados se le cerraron involuntariamente casi al instante.
Solo fue consciente de que había sido liberado cuando notó un fuerte golpe contra las rodillas al caer al suelo empedrado. Clavo los codos delante de ellas y tosió mientras dejaba caer saladas gotas de sus ojos escocidos. Pronto notó el agarre en sus hebras rubias y supo lo que se avecinaba. Apretó los dientes.
La primera bofetada no fue tan dura como solía serlo, cosa que agradeció en silencio. Sorbió la nariz. Su padre lo obligó a mirarlo a los ojos con un tirón tan fuerte que podía arrancarle varios mechones de su rizada cabellera.
—Nosotros, hijo —gruñó—, ganamos las batallas y nos convertimos en héroes de guerra. Los héroes de guerra no tienen amigos. ¿Sabes que serían si los tuvieran?
—Ca... cad...
—¿Qué?
—Cadáv-veres...
—Exacto —se inclinó sobre su rostro hasta que sus respiraciones se mezclaban—. Y cuando seas mayor, te portarás como un verdadero soldado, ¿verdad? No dejarás que una esclava se quede embarazada de tu hijo, ¿verdad? ¿VERDAD?
—¡Sí!
—¡Bien! ¡Y ahora coge la espada y destroza ese puñetero árbol! No quiero verlo cuando despierte mañana. ¡Vamos!
La saliva de su padre le salpicó la cara mientras éste gritaba y también después, cuando le escupió. Soltó su pelo, presionó su enorme pie contra su pequeño pecho y lo empujó hasta que Julio cayó sobre el barro para luego reírse de él. Después se metió en casa. Y Julio se levantó en silencio con la ropa llena de fango, unas cuántas magulladuras más en el cuerpo y el corazón cada vez más destrozado.
Cogió la espada que pesaba más que él y empezó a golpear el tronco con ella.
No podía tener amigos. Los amigos le harían débil. El amor lo haría un inútil.
Debía ser un héroe de guerra.
Él había nacido para ser un soldado y los soldados no lloraban.
Por eso no lloró cuando el árbol cayó del revés y rompió el tejado de su casa.
No lloró cuando su padre le dio una paliza frente a sus amigos y dejó que estos se burlaran de él lanzándole comida.
No lloró cuando murió su caballo y su padre decidió que comérselo era la mejor opción. Ni tampoco mientras vomitaba durante toda la noche.
No lloró cuando lo llamaron para unirse al ejército.
Y, por supuesto, no lloró cuando un bandido asesinó a su padre una tarde cualquiera.
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Hugs with the Devil [EunHae +18]
FanfictionDonghae solo quería tener un poco de sexo la noche de Halloween, así que no le costó mucho aceptar al chico vestido de rojo que le ofrecía una noche increíble en su casa. Lo que Donghae no esperaba es que Astaroth no fuese el disfraz de Hyukjae, sin...