70. Heechul

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El sábado salgo de la ducha tan cansado como he entrado y me visto sin detenerme a mirarme en el espejo. No he dormido en toda la noche, por lo que sé que tengo unas ojeras que me llegan al suelo. Pero es que ¿quién iba a poder dormir después de enterarse de que su exnovia está muerta? ¿Y después de ver a tres inocentes con la garganta rasgada? Lo único que me daba un poco de calma era haberme reencontrado con Hyukjae, pero aun así me he pasado horas dando vueltas en la cama, caminando en círculos por la habitación y preguntándole a Kyungsoo si ya tenía los ojos bien. No han vuelto a su estado habitual hasta las tres horas y seis minutos de la madrugada.

Ahora mismo son las seis menos cuarto. Es tan pronto que el sol apenas ha salido todavía, pero eso no me va a detener para distraer mi mente del caos. No sé por cuánto tiempo, solo espero que los ángeles y demonios me dejen al menos tomarme un café antes de aparecer.

Kyungsoo y yo bajamos a la cocina. Mientras me preparo mi café largo, él se mantiene quieto a mi lado, sujetando la espada que no pienso perder de vista ni un solo segundo. He ahí otra cosa que no me dejaba dormir. Tengo en mi poder un arma que mata arcángeles. Porque sí, Uriel era un arcángel y ayer, en cuestión de segundos, Hyukjae lo mató. Me presiono los ojos con las palmas de las manos.

—Ayer estuve a punto de rendirme —admito, alzando la cabeza para mirar a mi golem—. Me tenían paralizado y pensaba que iba a morir sin poder siquiera defenderme.

—Se defendió, sentí sus lágrimas.

—Mis estúpidas lágrimas —gruño. Veo que la cafetera ha terminado su trabajo y saco el vaso. Lo lleno de leche, echo el azúcar y lo mezclo— Serán muy poderosas, pero no sirven de nada cuando gotean en el suelo. Incluso parece que a Uriel le alegró que llorara.

Me lo bebo de un trago. Está ardiendo y me quema la garganta, pero ahora ya da igual. Tengo cosas más importantes de las que preocuparme.

—En sus lágrimas se acumula todo el veneno de la sabiduría y la rebeldía —dice como si leyera la Wikipedia—. Sus ojos guardan una furia inmensa que en el mundo humano funciona como bondadosa haciendo a las personas ver la realidad de sus errores, pero en el cielo puede llegar a ser catastrófica si no se controla.

—¿Y en el infierno?

—También.

—No sé si es una putada o una bendición —mascullo.

A mí me suena como el acero demoníaco o la espada. Son cosas que podría usar para matar a mis enemigos, para crear el caos, pero que no van para nada conmigo. ¿Cómo voy a matar a alguien si solo pensar en el cadáver de Yoona hace que tenga ganas de vomitar? No sé cómo serían mis otras reencarnaciones, pero las envidio por no tener que sufrir todo esto. Excepto a Claudia.

Me pregunto qué pasó con ella después de librarse de Astaroth. Después de la escena que veía en mi sueño, de perder al amor de su vida a manos de ese tal Julio. ¿Qué fue de ella y del bebé? Dado que era Astoreth, ¿la matarían sin más? Y Julio, ¿viviría feliz sabiendo que le había destrozado la vida a ese pequeño?

Pienso en preguntárselo a Kyungsoo, pero dudo mucho que conozca la historia, así que lavo el vaso y vuelvo al baño a lavarme los dientes y la cara. Solo observo mi reflejo durante unos segundos, suficientes para saber que cualquiera que me vea con tales ojeras, tan pálido y desanimado, va a creer que soy un fantasma. Uno de esos que no para de autocompadecerse.

Ni yo mismo quiero verme.

Me froto el pelo con frustración y decido que la mejor forma de distraerme hasta que vuelva a pasar algo malo es estudiar. No tengo otra cosa que hacer. Dudo que mi cansado cuerpo sea capaz de centrarse en el trabajo y, como mi jefa se cree que sigo herido por el accidente de hace una semana, prefiero no ir y no romper la mitad de su vajilla con mi torpeza o perder a nuestros mejores clientes tirándoles la comida por encima. Sentarme en mi escritorio a repasar bioquímica será lo más coherente en estas circunstancias.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora