76. Mi chico

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Dejo mi copa de champagne a un lado para poder coger el pintauñas que Hyukjae me tiende. Mientras saco el pincelito, se acomoda más entre mis piernas, que cuelgan de la mesa, y extiende su enorme mano izquierda frente a mí.

—Ya lo sé, muñequito —dice con los ojos azabaches clavados en mi pecho. Mis pezones lastimados se transparentan por debajo de la tela roja— Sé que dije que, si usaba mis poderes, habría más riesgo de que Belcebú lo descubriera, pero solo te he curado entre las piernas. No he tocado absolutamente nada más. Tu preciosa piel de porcelana sigue llena de grietas con mi nombre...

Desliza los labios por mi cuello suavemente hasta llegar a mi nuez. La lame y trago saliva contra su lengua, que luego se desliza por mi barbilla, cosquillea sobre la herida de mi labio inferior y se cuela entre mis dientes. Le respondo el frenético beso sin poder tocarlo, pues se suponía que estaba a punto de pintarle las garras igual que él me ha pintado las uñas hace unos minutos.

Sigue y sigue y sigue hasta dejarme sin aliento. Para cuando nos separamos, no solo me late el corazón por los dos, también siento que respiro por los dos. Frenética y rápidamente. Mi pecho sube y baja a toda velocidad. Hyukjae me mira de arriba abajo, desde el cuello redondo de la camiseta hasta el bajo de esta que no llega a cubrirme los bóxer por completo. Se pasa la punta de la larga lengua por los colmillos lentamente mientras sube de nuevo a mi rostro.

—Si quieres hacérmelo otra vez, deja al menos que cierre el pintauñas.

—No quiero hacértelo. Bueno, sí que quiero, pero entonces tendría que curarte otra vez y sería peligroso. A no ser que prefieras que vuelva a mi forma humana.

Dudo. Me encantan sus dos formas. Adoro su piel pálida tanto como su piel oscura y sus encías tanto como su afilada dentadura. No me importaría que cambiara de nuevo para tener sexo sobre la mesa del comedor. Me gustaría muchísimo, pero en otro momento. Ahora lo prefiero así.

—Dame la mano.

Me la da sin rechistar. Apoya la otra en la mesa, rodeándome casi por completo con su brazo, y se recuesta en el respaldo con las alas relajadas a cada lado. Vuelvo a mojar el pincelito y dejo el bote a un lado para poder tomarle la mano... o, más bien, el dedo, y tener sujeta su garra frente a mí. Empiezo por la del pulgar, que parece la más fácil de pintar.

—Espera —me detiene antes de que el esmalte toque su uña. Chasquea los dedos y convierte el líquido negro en rojo— Así mejor.

Asiento de acuerdo. Pintar de negro algo que ya es oscuro en sí mismo no quedaría tan bien como el potente color rojo que, incluso con dos capas encima, torna sus garras del color de la sangre. Termino su meñique con satisfacción y dejo su mano a un lado para que seque. Entonces me tiende la otra.

—¿De verdad no has estado con nadie estos tres años? —pregunto, rompiendo el silencio cómodo en el que llevamos metidos largos minutos— No me enfadaría si lo hubieras hecho. Estás buenísimo; supongo que alguien habrá, al menos, intentado llevarte a la cama durante este tiempo.

Se queda callado un momento, pensando. Puede que intentando recordar, puede que dudando entre decírmelo o no. Sea cual sea su respuesta, no me voy a enfadar. Tal vez me moleste un poco imaginarlo entre las piernas de otro hombre o de otra mujer, pero no puedo culparlo. Me daría mucha más rabia enterarme de que otra persona ha hecho que sus alas tiemblen.

Cuando llego al dedo corazón, solo me deja darle una capa antes de apartar la mano. Jadeo por la sorpresa. Me rodea con sus brazos en un rápido movimiento y me empuja fuera de la mesa para que caiga en su regazo.

—¿De verdad crees que sería capaz de serte infiel? —me mira con el ceño fruncido.

Cierro el pintauñas, lo dejo sobre la mesa y coloco las manos encima de su durísimo pecho. Sus ojos azabaches se me clavan incluso con mayor intensidad que antes.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora