11. Quimera

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Echo la cabeza hacia atrás, retorciéndome. Sé que era yo el que quería esto, pero no imaginaba que iba a terminar así.

Me encuentro en el sofá porque ni siquiera me ha dejado llevarlo escaleras arriba antes de empezar. Totalmente desnudo a causa de un chasquido de dedos. Con los pezones maltratados, el torso lleno de chupetones y las piernas abiertas. El juguete vibra intensamente y Hyukjae me muerde la ingle como si mi piel fuese un manjar delicioso.

Es incluso peor que en la calle. Me arde más la piel y me lloran más los ojos. No puedo controlar los chillidos que escapan de mi garganta cada vez que esa pequeña cosa rosa se sacude dentro de mí, tan rápido y tan profundo que me hace salivar de placer.

Arrugo las sábanas que cubren el sofá con los dedos de las manos y meneo un poco las caderas. Él aprieta las manos bajo mis muslos y, por fin, deja de morderme para mirarme.

—¿Ya no quieres golpearme?

—¡Si-siempre quiero golpearte!

—¿Eres un humano bipolar, entonces?

Frunzo el ceño. Me la ha devuelto, lo entiendo. También ha avergonzado a Yunho y vamos a tener sexo. Tiene que estar la mar de contento hoy.

—¡Cállate!

Se ríe, grave, tintineante, con un brillo poco demoníaco en sus ojos. Casi parece un humano normal. Casi. Hasta que chasquea los dedos para quedarse desnudo y tira de mi cadera contra su pelvis. Su húmeda erección se frota entre mis nalgas.

Sigue siendo científicamente imposible. Y sin embargo está ahí, lista para entrar en mí.

Tira del hilo despacio, haciendo que el juguete salga poco a poco sin dejar de sacudirse. Suelto un gemido disconforme al dejar de sentirlo. Hyukjae lo deja colgar entre sus dedos con una sonrisa, dejándome ver lo pequeño que es y cómo se mueve. No me puedo creer que esa cosa me haya causado tanto placer.

Me echo los brazos sobre la cara. Es demasiado vergonzoso.

—Esto ya no nos hace falta —le oigo decir.

Doblo los dedos de los pies solo por la expectación. Mantengo la boca abierta y los sentidos alerta. La respiración frenética hace que mi pecho suba y baje sin parar y la única razón por la que no me toco es porque no quiero venirme tan pronto.

Entra y me retuerzo otra vez, con un grito que el ahoga besándome. Le clavo los talones en el trasero y las manos en el pelo, respondiéndole con desesperación, agarrándome a él para que no se escape. Como si no supiera ya que eso es lo último que planea hacer.

—¿Haber ido solo a un museo se considera una cita? —me pregunta de repente, empezando un lento vaivén.

Sus movimientos son lo suficientemente lentos para dejarme pensar, pero lo bastante profundos para provocarme descargas de electricidad cada vez que entra y hacerme añorarlo cuando sale. Entra y sale, entra y sale, una y otra vez, sin gemir, mirándome fijamente desde arriba con expresión satisfecha.

—Sí —respondo—. Y m-me lo he pasado muy bi-bien.

—No tan bien como ahora.

—¿Qué quier-¡Aaah!

De un momento a otro me veo sumido en un mar de embestidas, gritos y besos que no me deja ni respirar. Me encuentro llorando de placer, suplicando por más, arañándole la espalda. Me encuentro golpeándome la cabeza con el brazo del sofá y con sus dos manos metiéndose en mi pelo para evitar que me haga daño.

Intento sonreír, pero mi boca prefiere abrirse para pronunciar su nombre.

—¡Ast-Astaroth! ¡Astaroth! ¡O-oh! ¡Hyukjae!

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora