Llego al despacho de mi jefa seguido del abogado. Entro yo primero, me dirijo al escritorio y dejo la carpeta frente a la silla. He sentido la tentación de abrirla para ver qué había dentro durante el camino, pero no lo he hecho porque sé que me habría arrepentido después. Solo espero que no sea algo muy grave o, en su defecto, que no nos incumba ni a mí ni a mis compañeros. No me gustaría perder este trabajo.
Doy media vuelta después de autoconvencerme de que todo va bien en la empresa y miro al hombre que no me ha quitado ojo de encima en todo el camino. Podía notarlo. Ni siquiera ahora, de frente, intenta disimular. Sus pupilas se pegan a las mías, como si quisiera leerme el pensamiento. O como si pudiera. Me pregunto si lo hacen todos los abogados o si solo es un truco suyo para averiguar si tengo algo que esconder. La tercera opción es que se sienta atraído por mí, pero la descarto enseguida al recordar el anillo.
Decido decantarme por la segunda. Le sonrío y empiezo a caminar hacia la puerta como excusa para que deje de verme a los ojos. Soy una buena persona, pero no puedo evitar que la mirada de un desconocido me ponga nervioso.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —habla por fin.
Detengo mis pasos justo antes del umbral. Me giro y asiento sin dudarlo. Claro que puede. No sé mucho sobre la empresa ni los problemas legales que pueda tener, pero intentaré responder lo mejor posible. Mientras espero, él avanza. Se me acerca. Se detiene a apenas dos pasos de mí y mete las manos en los bolsillos de sus pantalones rojos.
—Dime una cosa —se inclina para mirarme más de cerca, para analizarme tal vez—. ¿Tú y yo nos hemos visto antes?
Cuando su ceño se frunce confuso, siento que puedo respirar de nuevo. ¿Así que por eso me miraba tanto? Ni le gusto ni sospecha de mí. Simplemente le suena mi cara. Qué alivio. Me froto la barbilla, pensando e intentando echar la vista atrás.
—Yo le he visto en las noticias, pero no creo que usted me conozca de nada a mí.
—¿Seguro? ¿Nunca has denunciado a nadie?
—No, por suerte nunca he necesitado un abogado —me río.
No llego a temer que se haya sentido ofendido porque también se echa a reír. Vuelve a mirarme, no solo a la cara. Me revisa de arriba abajo y de abajo arriba, buscando algo que le recuerde dónde podemos habernos visto antes. Me gustaría ayudarlo, pero en mi cabeza solo hay imágenes suyas y de su hermano hablando con la prensa.
Al final se encoge de hombros.
—Supongo que me he confundido.
—No se preocupe.
Compartimos una sonrisa en silencio. Me vuelvo para comprobar si mi jefa está de camino, pero, como ni siquiera la veo aparecer en la distancia, me rasco la cabeza. Había planeado marcharme y dejarlo solo porque me incomodaba, pero ahora me parece que debería quedarme a hacerle compañía hasta que la señora Yoon decida hacer acto de presencia. Es simpático. No creo que tomarme un descanso de diez o quince minutos sea ningún problema.
Además, tal vez pueda usar esto a mi favor. Si hago que el abogado esté contento, mi jefa estará contenta. Si mi jefa está contenta, aceptará darme diez días de vacaciones. Y si tengo diez días de vacaciones, Yunho me dirá cuál es mi regalo de cumpleaños dos meses antes. Todos salimos ganando.
—¿Donghae?
Me sorprende que me llame, aunque pronto me doy cuenta de que está preguntándome si ha dicho bien mi nombre.
—¿Sí?
—¿Crees que le importará si salgo? —señala el balcón tras las cortinas— Serán cinco minutos.
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Hugs with the Devil [EunHae +18]
FanfictionDonghae solo quería tener un poco de sexo la noche de Halloween, así que no le costó mucho aceptar al chico vestido de rojo que le ofrecía una noche increíble en su casa. Lo que Donghae no esperaba es que Astaroth no fuese el disfraz de Hyukjae, sin...