17. Copiando

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Mientras yo me tomo mi café del desayuno apoyado en la encimera y Heechul y Siwon duermen en la habitación del primero, Hyukjae se mantiene sentado en la mesa de la cocina con el libro que le regalé entre las manos.

—¿Me vas a decir de qué va o no?

—No —responde sin siquiera mirarme.

Chasqueo la lengua y sigo bebiendo en silencio. Está muy centrado leyendo. Lleva uno de mis pijamas, uno de mis gorros de lana y sus alas se sacuden de vez en cuando como por inercia. Está serio, sus gruesos labios en una tranquila posición, su entrecejo relajado, sus piernas cruzadas a lo indio y una mano sujetándole el mentón. Sus oscuras pupilas se mueven de lado a lado por las palabras y el resto de él no se menea para nada porque puede pasar las páginas con la mente. No me imagino lo que podría pasar si alguien entrara ahora mismo y pudiera verlo.

Mas, como es imposible, ando tranquilamente hasta la mesa y me siento en una silla. Dejo la taza casi el borde, justo delante de sus pies, esperando que no haga un movimiento brusco de repente y me la tire al suelo. Intento leer algo aunque sea del revés; no hay nada escrito en hangul y desde esta posición no tengo ni idea de si las palabras son inglés, español o coreano romanizado. O quizás es latín. Frunzo los labios. Lo único que sé de latín son palabras técnicas de bioquímica.

Antes de que pueda quedarme con alguna frase para buscarla en el traductor, Astaroth cierra el libro y lo hace desaparecer con un chasquido. Suspiro dándome por vencido. Da igual. No me interesan ni la magia oscura ni los demonios.

A excepción de él, claro.

—¿Ya te has cansado de leer? —pregunto con una risita, tomando mi taza para terminarme lo que queda en ella de un solo trago.

Él no contesta. Solo me mira mientras bebo, mientras me ruborizo y me pregunto qué pasará por su cabeza, mientras carraspeo con incomodidad. No se mueve ni para pestañear, y eso, después de un par de minutos, logra ponerme extremadamente nervioso. Tanto que termino levantándome torpemente de la silla y dándole la espalda. Finjo que dejo la taza en el fregadero e incluso hago ademán de limpiarla para distraerme, pero me resulta imposible quitarme la sensación de que me clava los ojos en la nuca.

—Astaroth —pronuncio en voz baja, casi como una petición para que pare.

En lugar de hacerlo, se ríe. Un escalofrío me recorre de arriba abajo, poniéndome los vellos de punta. Tomo aire profundamente y entonces, de repente, siento la imperiosa necesidad de dar media vuelta sobre mis pies. No puedo resistirme a hacerlo hasta quedar con mi espalda pegada a la encimera. Lo miro con los ojos muy abiertos porque hace tiempo que no usa sus poderes en mí, y menos aún de esa manera. Separo los labios para preguntarle por qué, pero él me los cierra.

Baja de la mesa y se cruza de brazos con una mueca satisfecha en el rostro.

—El talismán funciona.

Sin entender muy bien a qué se refiere, saco el talismán de la camiseta de mi pijama y lo balanceo de lado a lado. Él siempre ha podido hacer lo que ha hecho hoy. Si se supone que está hecho para que me proteja de todos menos de él, ¿cómo sabe que funciona? ¿No habría sido más lógico que trajera a alguno de sus amigos demonios para hacer la prueba? ¿Y por qué la hace hoy y no la hizo ayer después de regalármelo?

—¿No se supone que a ti no te afecta? ¿Cómo sabes que funciona?

—Oh, muy fácil —se me acerca con pasos lentos pero firmes. Estira una mano y coge la estrella entre sus dedos— Lo probé en casa antes de subir.

—¿En casa? —jadeo— ¿En el infierno? ¿Pro-probaste un talismán contra demonios en un... en un sitio lleno de demonios?

Juega con la estrella entre sus dedos durante un rato antes de levantar la mirada hacia mí. Su sonrisa me deja ver los pequeños colmillos y sus ojos se vuelven azabaches, sus alas se extienden poderosas y su voz se agrava hasta hacerme temblar.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora