87. Sangre

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Brujas.

Espero encontrarme con un puñado de ancianas con narices puntiagudas, uñas demasiado largas y miradas capaces de leer pensamientos. Espero encontrarme con brujas de apariencia malvada llenas de verrugas, pero la chica que aparece ante mí no tiene nada de eso. Su pelo teñido de rojo le cae más allá de la cintura. Es joven y guapa y viste de negro como vestiría cualquiera de las chicas que iba conmigo a la universidad.

Como podría ir la propia Yoona... si siguiera viva. Aparto esos pensamientos de mi cabeza con un manotazo. No puedo quedarme anclado en eso. No puedo permitírmelo. No sé cómo ocurrió todo antes de que jugaran con mi vida, si tuve tiempo de asimilarlo, pero ahora mismo tengo solo doce días para acabar con todo. Doce días para derrotar a Belcebú. Si dejamos que llegue el uno de septiembre, seremos nosotros los derrotados y habrá una guerra entre ángeles y demonios que afectará también a la humanidad. En resumen: o ganamos o seremos los causantes del puñetero apocalipsis.

Y Azrael me lo ha contado todo como un niño cuenta lo que va a hacer durante sus vacaciones. Está claro que no está de nuestra parte. Tampoco creo que esté en contra. Pero si quiere vivir la guerra, si quiere vivir una masacre, no va a ayudarnos a impedirla. Supongo que desaparecerá después de recuperar las almas que le pertenecen.

Pero no me importa. Gracias a él sé quién y cómo soy. Gracias a él oigo esa voz en mi cabeza. Gracias a él entiendo que no estoy loco por enamorarme de alguien en dos días, que en realidad nosotros llevamos años enamorados, que nuestras almas fueron una sola hace mucho, mucho tiempo. Que no solo soy conde de los cielos, sino también conde del infierno.

Y, por alguna razón, eso último suena mil veces mejor.

Estoy regodeándome por dentro cuando noto un agarre en la cintura. Salgo de mis pensamientos para darme cuenta de que ella me devora con la mirada y Hyukjae me pega a su cuerpo posesivamente. Busco a Azrael por encima del hombro; está justo detrás, aunque mira a nuestros pies.

Lo hago yo también: hay sal en el umbral. ¿Como en las películas? Miro al demonio que tengo al lado y que no se da cuenta de nada. Carraspeo para llamar su atención sin éxito.

—Hola —nos saluda entonces la bruja, aunque solo me mira a mí. Se muerde el labio pintado de morado oscuro— ¿Puedo ayudarte en algo?

Abro la boca, pero no digo nada. No tengo ni idea de qué decir. ¿Que vamos a convertirlas en ratas para que se las coma una serpiente infernal? En esta versión de la historia no han hecho nada. A mamá se le pasó su fanatismo por todas estas cosas hace años.

—Nos gustaría hablar con Byeol y su marido —anuncia Azrael, asomando su cabeza entre las nuestras—. Aquí fuera, a ser posible. Mi amigo de traje rojo tiene claustrofobia.

Hyukjae frunce el ceño un momento, confuso. Noto que Azrael mete su pie entre los nuestros para darle una patada y hacer que mire hacia abajo por fin.

—Oh, sí. Los lugares cerrados me dan pánico.

—Pero esto es una casa —argumenta ella, dignándose por fin a ver más allá de mí—. No tendréis miedo de que os usemos como sacrificio, ¿verdad? Porque yo sé de algo mucho más entretenido que podemos hacer los cuatro en esa habitación.

Señala el piso de arriba con la barbilla. ¿Los cuatro? Bueno, eso es un alivio. Aunque solo para mí, por lo fuerte que me sujeta Hyukjae. Estoy seguro de que va a acabar dejándome otra marca más en el costado. Como si no tuviera suficientes.

—Pues... pensándolo bien, esto fue mucho más entretenido la otra vez. Y eso que no estuve.

—¿De qué estás hablando, chinito? Es la primera vez que nos vemos —sus ojos me recorren de pies a cabeza por milésima vez en escasos segundos—, para mi desgracia.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora