77. Espalda

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14 de agosto de 2022. Domingo. Son exactamente las seis y doce de la madrugada cuando atravieso las nubes entre sus brazos.

Me sujeta en volandas como si no pesara nada. Para él, sobre todo en su cuerpo demoníaco, posiblemente sea ligero como una pluma, aunque me trata con tanto cuidado que parece que esté hecho de cristal. Nada de esto me resulta raro. La verdad es que pasar tan cerca del amanecer hace que todos mis problemas parezcan tan pequeños como las personas a las que veo desde aquí arriba. Aunque ni unos ni otras lo son en realidad.

Igualmente lo disfruto. Dejo que se me quede la mente en blanco mientras Hyukjae me aprieta contra su pecho, mientras vuela a toda velocidad en dirección a una playa en la que no haya gente. O al menos no tanta como en las otras dos que hemos visitado ya. Deberíamos haber pensado en ello antes de despegar, pero estábamos ocupados hablando sobre su nueva vida de abogado. En los dos años y medio que llevan Luci y él con el bufete no han perdido ni un solo caso. Son muy buenos en su trabajo incluso cuando no usan sus poderes.

Tal vez sea porque les cuesta menos de un segundo saber si alguien es culpable o no. No sé dónde lo notan. Si en los ojos, en los latidos del corazón, en el correr de la sangre, en el rumiar de los pensamientos o en el movimiento de las manos. Sea como fuere, lo notan, y han ganado muchísimo dinero a base de meter a gente que se lo merece en la cárcel, así que estoy orgulloso de ellos.

También me ha contado que se sacó el carné de conducir sin ir a clases, cosa que no me sorprende. Que consiguió un coche nuevo chascando los dedos y todo el papeleo necesario para usarlo se lo falsificó el mismo tipo que le falsificó el resto de la documentación. Es fácil que no te pillen saltándote la ley cuando eres abogado y demonio a la vez.

De lo último que hemos hablado, hace como mucho diez minutos, es de cómo recuperó su cuerpo humano. Estaba tan enfadado cuando se enteró de mi muerte que no podía pensar, así que se dirigió pese a los gritos de Lucifer a la guarida de Belcebú. Entró a la fuerza, mató a todo el que se le puso por delante, tomó a su hermano del pescuezo y lo amenazó con arrancarle la cabeza si no le devolvía lo que era suyo. Creo que con esto se refería a mí, más que al cuerpo, y por eso Belcebú se echó a reír después de su amenaza. Porque lo sabía.

—Me lo devolvió —me ha dicho, con una mueca tan confusa como la que ha formado mi boca después de oírlo—. Dijo que sin ti ya no tenía sentido retener mi humanidad y me la devolvió.

—¿Y te fiaste de él? —le he cuestionado con cierto reproche— Podría haberle hecho algo a tu...

—No le ha hecho nada a mi cuerpo. Lo único que me quitó fue mi capacidad de parecer humano, y ésta es imposible de modificar. Belcebú quería verme sufrir. ¿Qué mejor forma de hacerlo que dejándome ir a tu funeral? Una muerte no se sufre de verdad hasta que tienes el cadáver delante.

Lo he abrazado hasta que me ha pedido que lo soltara, pues no puede concentrarse si me tiene respirando contra su cuello. Yo he obedecido y, desde entonces, ninguno ha vuelto a decir palabra. Solo nos mantenemos en un cómodo y dulce silencio, disfrutando de volar juntos.

Llegamos a una playa que parece no tener visitantes a las seis y media. Compruebo la hora en su móvil y lo meto de vuelta en mis bermudas. No se lo devuelvo hasta que deja mis pies sobre la arena y recupera su forma humana. Suspiro al verlo con traje rojo.

—Quítate la camiseta —me pide de repente.

Jadeo sorprendido y me llevo las manos a las caderas.

—He suspirado porque lo echaba de menos, malpensado.

—Y yo te lo estoy pidiendo porque será más cómodo para tus alas. ¿Quién es el malpensado ahora, muñequito?

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora