46. Golem

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Julio no quería aceptarlo.

Marcus Alejandro y él se miraron fijamente durante un larguísimo instante mientras sus compañeros levantaban un nuevo campamento después de que la tormenta arrasara con todo. Claudia se encontraba amamantando a su bebé en una pequeña tienda, ajena a la situación que se desarrollaba fuera de ésta.

—No —repitió con agitación—. No voy a guardarme vuestro anillo de compromiso.

—Hermano —Marcus Alejandro dio un paso para tomarlo de la mano, pero Julio retrocedió—. Claudia me lo dio para que me acordara de ella cuando supimos que debía unirme al ejército de su padre. Yo quiero dártelo a ti para que cuides de él hasta que sea el momento de entregárnoslo en nuestra boda.

Los ojos azules de su amigo lo atravesaron como afiladas flechas, clavándosele de lleno en el corazón. Sintió que le temblaban las piernas, dudando entre salir corriendo o avanzar y abrazarlo. Todas sus figuras talladas a mano se habían perdido en la tormenta; si pasaba algo, si no lograba su cometido, si le fallaba a Lilith, no le quedaría de Marcus Alejandro y de Claudia nada más que recuerdos. Pero si aceptaba el anillo, sería como aceptar que iba a necesitarlo, que no serían capaces de crear más figuritas juntos. Sacudió la cabeza.

—No puedo —su voz salió demasiado baja—. Venceremos a ese demonio y a quien sea que nos ataque y luego... luego aceptaré tu anillo.

—Luego a lo mejor es tarde.

—No lo será.

—¡Julio!

—¡No quiero un recuerdo, os quiero a vosotros!

Marcus Alejandro lo tomó de las muñecas y se le acercó, impidiendo con su agarre que volviera a retroceder.

—Y nos tendrás —aseguró seriamente—. Toma el anillo como un símbolo, como una promesa, como lo que tú quieras... pero tómalo... Por favor.

A pesar del dolor que le causaba la súplica en los ojos ajenos, Julio se mordió la lengua y asintió. Se lo iba a tomar como una promesa. Iba a proteger ese anillo con su vida y, cuando todo terminara, lo entregaría a los novios en el altar.

Vio la sonrisa de su amigo florecer y se miró las manos. Marcus Alejandro le tomó la izquierda, puso su palma boca abajo y metió el anillo en el dedo anular. Luego suspiró como si acabara de quitarse un gigantesco peso de encima.

—Lo protegeré con mi vida —susurró Julio.

El castaño pasó su pulgar sobre la pequeña joya dorada, en silencio, con sus ojos empapados en lágrimas.

Porque tanto Marcus Alejandro como él sabían que no iba a ser fácil salir de allí con vida. Y, mucho menos, juntos.

∆∆∆

Hyukjae no se separa de mí ni una milésima de segundo.

Mientras esperamos en la entrada a que mamá se despida de sus amigas para acompañarla a casa, oigo cómo él murmura maldiciones sin parar. Si no lo conociera como lo conozco pero supiera que es un demonio, me daría mucho miedo. Me lo daría aunque no supiera que lo es, en realidad. Tener a centímetros de mi cuerpo a un joven de veintipocos años que le desea la muerte más horrible posible a una chica que acaba de conocer no es precisamente adorable.

Bueno, en él sí.

Está claro que el amor me vuelve loco.

Me cruzo de brazos y lo miro fijamente, esperando que se dé cuenta y pare antes de que alguien le oiga, pero me ignora y continúa con su monólogo incluso cuando Sucy sale de la cocina. Se aparta el pelo rojizo del hombro y avanza sobre sus zapatos hasta nosotros. Entonces Hyukjae me rodea la cintura posesivamente con un brazo. No se calla hasta que la chica se detiene delante de mí.

Hugs with the Devil [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora